Diana M. García-Ortega
Estudiante de la Maestría en Educación Ambiental Universidad Pedagógica Nacional Unidad 095 Azcapotzalco y labora en Escuela Preparatoria Oficial No. 12
En mi México querido, la educación es muy compleja; es como una maraña que poco a poco ha llevado cambios, que provocan que cada vez sea más complicado percibirla desde un solo punto de vista. Las reformas educativas que sostienen en este momento la Educación Básica y Media Superior son pilares en los que se deben organizar un mar de asignaturas, de acuerdo a la estructura que proponen para articular los grados y niveles educativos.
Estos pilares, se han convertido en cuerdas rígidas, por poco petrificadas que se esgrimen casi como pasos a seguir para dar una temática cualquiera, en una clase cualquiera, para cuales quiera que sean los estudiantes, estos a su vez estandarizados por el mismo sistema. El horizonte que se abre para mí a través de esta hermosa Maestría en Educación Ambiental, me muestra un panorama distinto para la incorporación de temáticas tan importantes como el respeto por la vida y el levantar la voz a través de aquellos que tomarán el poder del mañana.
Esa idea de la educación verde que entra forzada a manchones sin estructura por todos los contenidos escolares es una fisura en la que podemos colarnos, nosotros los educadores ambientales, con la esperanza de sembrar en otros, lo que les ha hecho falta a muchos en esta crisis planetaria. La idea de que los tomadores de decisiones del mañana, dejen de mostrarse como administradores de los bienes naturales, participantes de la mercantilización de la naturaleza o consumidores imparables (Gudynas, 2003) que logren tomar conciencia sobre lo que realmente significa la poli crisis en la que hoy en día nos encontramos, y que además logren llevarlo a su práctica diaria, es lo que le da pie a esta resistencia de la que ahora también formo parte: el cambio de paradigmas del pensamiento ambiental, de todo aquél en que podamos impactar.
Después de todas las vicisitudes ambientales, de las que hemos sido testigos, debería ser imperativo que, en todos los niveles educativos, se retomara la necesidad de entendimiento de que el hombre es parte inseparable de un sistema y que además tiene la capacidad de modificar el medio ambiente, alterar las relaciones dentro del mismo y, que al llegar a este entendimiento, sean capaces de proponer o trabajar en alternativas, mediante un modelo didáctico propio de la educación ambiental; y que no solo se encuentren envueltos en la espera inocente de un cambio en el modelo de producción y consumo alternativo, que además incluya crecimiento económico, en un planeta finito en donde ni siquiera los organismos vivos del mismo planeta, pueden llegar a desarrollarse infinitamente (Gutiérrez, 2019).
A lo largo de mi práctica profesional como docente, si bien me había percatado de muchas de las problemáticas que se presentan al interior del aula y de la propia institución, como aquellas que permiten un logro a medias de los objetivos, o las prácticas que se siguen reproduciendo desde hace más de una década; para mí, no era visible la falta de articulación curricular con contenidos ambientales bien estructurados y fundamentados, así como para muchos que siguen una rutina de asistencia a clases, la obligatoriedad de completar el programa muchas veces a través de propuestas muy novedosas en la planeación y la sobrevivencia en el aula.
El simple hecho de que podamos encontrar muchas discrepancias entre los conceptos que definen a la educación ambiental como un campo de estudio y a su vez, sobre los componentes que la integran y el entendimiento del medio ambiente (Ramírez, 2015), ha generado confusión y reproducción de proyectos escolares con un vago sustento científico y ambiental; a pesar de que biólogos, ecólogos y naturalistas como Ernst Haeckel, Andrewartha, (1961), Odum (1971), Krebs (1972), González Bernáldez (1981) y Margalef (1992), entre otros, describen a la ecología esencialmente como el estudio científico de las interacciones que determinan la distribución y la abundancia de los organismos, la estructura y función de los ecosistemas, la función de la naturaleza o la biofísica de los ecosistemas (Gallopín, 1986) y a pesar de que la ecología, de acuerdo a su definición se limita únicamente al conocimiento del medio biofísico y la explicación de su funcionamiento, todavía se arraigan los comercialismos verdes, que incluso hacen notar que la práctica de la educación ambiental, basada en la enseñanza de la mera ecología en las aulas, es deficiente al no involucrar mínimamente, aspectos sociales o económicos (Robottom, 2008).
La Educación Media Superior, no se encuentra alejada de esa realidad, específicamente podemos observar los manchones verdes hacia la última parte del currículo, en donde se encuentra la asignatura de Ecología y Medio Ambiente. Allí, se encuentra un claro ejemplo de lo que retomo en párrafos anteriores, al no haber una articulación concreta, y expresar las temáticas ambientales, únicamente en pro del conocimiento del medio biofísico, se pierde la secuencia incluso del nombre de la asignatura, ya que no puede haber entendimiento del medio ambiente si solo se habla desde la Ecología.
Debido a ello, y a que creo firmemente que la educación ambiental debería estar presente de una manera mucho más contundente y organizada en el currículo, presento esta propuesta a manera de ambientalización curricular (Kemmis, 1988), en donde una de las principales pretensiones, fue que a partir de la intervención educativa, se lograra concientizar a los estudiantes de bachillerato de la Preparatoria Oficial No. 12 al complejizar el entendimiento de la relación ambiente - sociedad - naturaleza, las causas de fondo, la comprensión sobre los grados de responsabilidades de los actores que favorecen o propician todo lo que podemos observar de la crisis ambiental, como máximo signo y síntoma que manifiesta los modos dominantes y hegemónicos del modelo actual de desarrollo y de la organización del mundo moderno (Leff, 2014). Para poder cumplir con la propuesta de ambientalización curricular, organicé la vinculación de los propósitos de la Educación ambiental, con los de la asignatura de Ecología y Medio Ambiente, diseñé las secuencias didácticas para aplicar a dos grupos de estudiantes de sexto semestre y a manera de diseño cuasiexperimental, apliqué la propuesta de intervención en dos grupos (III y IV) y dos grupos se tomaron a modo de grupo control (I y II), por último, evalué la pertinencia de la propuesta acorde a las pretensiones de la misma en el contexto de los estudiantes de 6º semestre de bachillerato. La propuesta, permitió guiar a los estudiantes a través de secuencias organizadas, desde el entendimiento de todo lo que implica hablar de medio ambiente, definiciones y re - definiciones, la relación que guardan en su vida diaria con el mismo, y a su vez con la crisis ambiental, aunado a una discusión y delimitación de responsabilidades que permitió integrar el toque de reflexión sobre la complejidad del ambiente, y sobre cómo influye nuestro día a día sobre la crisis ambiental.
Además, concentré una tarea integradora en donde los estudiantes finalmente fueron capaces de incorporar el conocimiento construido a su lenguaje, forma de expresión con claridad conceptual, relacionar las causas y consecuencias de la crisis ambiental y realizar comentarios reflexivos sobre la problemática ambiental. Los estudiantes lograron ver de una manera más objetiva y compleja los problemas ambientales de su contexto próximo, a partir de este tratamiento de sensibilización que se espera que finalmente, logre arraigarse en ellos con el fin de lograr cambios en su visión de la relación hombre – sociedad- naturaleza y eventualmente generar cambios en su actuar a partir de su propio desarrollo cognitivo. Finalmente resulta un aporte al campo de la educación ambiental, mediante la vinculación y ambientalización de contenidos que a través de la reflexión integra un punto de vista más complejo del entendimiento del medio ambiente y las causas, consecuencias y responsabilidad ambiental individual y sentido por el entendimiento de la naturaleza.
Andrewartha, HG (1961). Introducción al Estudio de Poblaciones Animales (No. 591.5/A563).
Gallopín, G. (1986). Ecología y ambiente. Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo, 126-172.
González Bernáldez, F. (1981). Ecología y paisaje (No. 574.5 G6). Gudynas, E. (2003). Ecología, economía y ética del desarrollo sostenible (4ª edición) Coscoroba ediciones.
Gutiérrez, J. (2019). 50 años de educación ambiental: un balance incompleto hacia la educación eco social en el Antropoceno. CENEAM, 38-62. Kemmis, S. (1988). El curriculum más allá de la teoría de la reproducción: más allá de la teoría de la reproducción. Ediciones Morata. Krebs, Ch. 1972. Ecología, análisis experimental de la distribución y abundancia. Ed. Pirámide. Madrid. España. 753 p
Leff, E. (2014). La apuesta por la vida. Imaginación sociocrítica e imaginarios sociales en los territorios ambientales del sur. Vozes Editora. Margalef R. 1977. Ecología. 2da ed. Ediciones Omega. Barcelona Margalef, R. 1992. Teoría de los sistemas ecológicos (2º ed.). Universitat de Barcelona. Barcelona, España. Odum, E. 1971. Fundamentals of ecology, (3rd ed.). W.B. Saunders. Philadelphia, Estados Unidos.
Ramírez, R. T. (2015). La mar y el ancla. La educación ambiental en la administración pública en México. Robottom, I. (2008). La educación ambiental Re-etiquetada: ¿es la educación para el desarrollo sustentable algo más que un mero eslogan. Educación, medio ambiente y sustentabilidad. México: Siglo XXI–UANL, 165-175.