Ivo Andric, Premio Nobel de Literatura 1961, escribió una novela acerca de un gran puente de piedra construido en el corazón de los Balcanes por el Gran Visir del Imperio Otomano hace más de tres siglos. En el libro titulado Puente sobre el Drina, Andric ofrece un vívido retrato del sufrimiento que la historia impuso al pueblo de Bosnia desde finales del siglo XVI hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Abarcando generaciones, nacionalidades y credos, el puente ha sido testigo de los innumerables acontecimientos, incluyendo las guerras, que han afectado esta zona que casi siempre ha tenido un destino fatal.
Al principio del libro, Andric describe al río: “Durante gran parte de su cauce, el Drina fluye a través de estrechas gargantas, entre montañas escarpadas, o a través de profundas barrancas con inclinadas orillas. En algunos sitios las riberas del río se extienden para formar valles con tramos llanos u ondulados de tierra fértil, apta para el cultivo y los asentamientos humanos. Tal lugar existe aquí en Visegrad, donde el Drina brota de manera repentina en una curva, en un barranco profundo y estrecho formado por las rocas Butkovo y las montañas Uzavik. La curva que hace aquí el Drina es particularmente pronunciada y las montañas a ambos lados son tan empinadas y tan juntas que parecen una masa sólida de la que el río fluye directamente, como de un muro oscuro”.
Se preguntarán, ¿y esta novela qué relación tiene con el medio ambiente? Resulta que el río Drina, conocido por sus aguas color esmeralda y sus impresionantes paisajes, se ha convertido en un basurero flotante. Toneladas de desechos, incluidas botellas de plástico, llantas usadas y refrigeradores cubren este río que recorre 346 kilómetros desde las montañas del noroeste de Montenegro y que fluye a través de Serbia y Bosnia. Esta contaminación ha producido alteración en las funciones ecológicas del entorno, reducción de la biodiversidad y daño a los hábitats acuáticos, entre otros males.
A pesar de adoptar algunas de las leyes y reglamentos de la Unión Europea (UE), los vertederos de residuos no autorizados salpican las colinas y los valles de toda la región, mientras que la basura se acumula en los caminos y las bolsas de plástico cuelgan de los árboles como fantasmas que presagian la destrucción. La basura fluye río abajo desde Serbia, Montenegro y Bosnia, y se acumula en una barrera de basura instalada por una planta hidroeléctrica unos pocos kilómetros río arriba de la ciudad de Visegrad, en Bosnia.
Las fuertes lluvias y el clima inusualmente cálido durante la última semana de mayo han provocado el desbordamiento de muchos ríos y arroyos en las tres naciones antes citadas, inundando las áreas circundantes y obligando a decenas de personas a abandonar sus hogares.
Tres años y medio de guerra brutal en la década de 1990, que dejó más cien mil muertos, ha dejado a los Balcanes a la zaga de Europa, tanto económica como ambientalmente.
A pesar de buscar ser miembro de la UE y adoptar algunas de sus leyes y reglamentos, los países de la región han avanzado poco en la construcción de sistemas de eliminación de desechos eficaces y ambientalmente racionales.
El origen del problema de los residuos flotantes en el río Drina, así como su solución, pueden ubicarse entre Bosnia, Serbia y Montenegro, pero también en los esfuerzos por concienciar a la población sobre la importancia de la protección del medio ambiente en general.
Además de la contaminación de los ríos, muchos países de los Balcanes occidentales se enfrentan a un nivel extremadamente alto de contaminación del aire, y algunas ciudades se encuentran entre las más contaminadas del planeta.