Aquí hay una perentoria lección para el sistema político y educativo mexicanos. Urge una reforma política construida sobre el cuestionamiento a esta copia de democracia liberal que tenemos. Pero urge también una política educativo-cultural basada precisamente en el respeto a los pueblos originarios y sus territorios, en el conocimiento para la búsqueda del bienestar de la población y migrantes, del rechazo al militarismo, del respeto entre países y, otra conducción: sustentar al sistema y las instituciones superiores en la autonomía de estudiantes y maestros.