El viento sopla, juega,
se manifiesta.
Me toca,
se cuela por debajo del escritorio.
¿Quién más le hace caso?
Se sacude por toda mi casa
y con más fuerza en las calles;
acompañado del trueno llama a la lluvia.
Los árboles bailan y regalan sus hojas.
Las nubes no se van, se acumulan,
platican con un sol despreocupado
que se desentiende del ocaso,
de mi tarde y mis tareas.
Mis ojos se resignan
a no verlo más por hoy.
Hasta mañana.
La noche se anuncia
con premura;
su prisa toca mi ventana,
cierra mi puerta.
Llegó la hora
de disfrutar mi interior,
de recogerme.