La vida docente está sin duda ligada al humor, porque hay que ser muy simpático para poder convivir con tantas personas todos los días sin volverse loco.
Cuando uno realmente disfruta su trabajo puede pasarlo bien, creando un ambiente donde las bromas, las risas e incluso los chistes subidos de tono puedan coexistir.
En el salón de clases siempre hay oportunidades para reír, en ocasiones se trata de alguna situación inesperada que provoca las risas de todos los presentes o tal vez un comentario espontáneo, nunca falta el niño que recuerda algo que sucedió en casa o que se divierte incluso con sus equivocaciones. Hasta las ausencias son motivo de risa, en una ocasión un niño fue al sanitario justo cuando estaba por terminar el descanso, así que el resto del grupo tuvo que subir al salón, pero comentábamos qué haría el pequeño cuando saliera del baño y fuera al patio a buscarnos, ¿se quedaría a seguir comiendo? ¿Nos buscaría desesperado? Estábamos en esas elucubraciones cuando apareció en el salón el susodicho, provocando no sólo risas ante su presencia, sino hasta una ovación porque logró llegar sano y salvo.
A veces este sentido del humor navega en los límites de lo permitido, provocando que el maestro deba poner un alto para evitar alguna falta de respeto o perder el control de la clase, ya que por mucha diversión y confianza que haya, nunca se debe olvidar que se trata de una relación de docente y estudiante, donde se tiene que conservar cierto nivel de respeto. Un día, durante la clase de Inglés, la maestra optó por implementar la dinámica de saludar a todos los estudiantes como ellos prefieran, una de las opciones es el choque de manos, sin embargo, un estudiante decidió jugarle una broma a la maestra retirando la mano justo antes de tocarse, provocando la explosión de risas de los espectadores y la sensación de incredulidad e incomodidad de la profesora, quien después de continuar saludando a unos cuantos, le mencionó al atrevido que ya no volvería a saludarlo así, aunque puede creerse que su actitud es demasiado severa, es importante recordar que si se dejan pasar este tipo de situaciones se pueden convertir en el preámbulo de grandes faltas de respeto, donde los estudiantes olvidan que no están tratando con compañeros o personas de su misma edad, sino con profesores que están interesados en sus aprendizajes.
Además de estas circunstancias, también existe el humor entre colegas, donde profesores afines pueden hacerse más amenas las jornadas de trabajo con sus ocurrencias, haciendo bromas sobre las vicisitudes de la labor docente o de las esperanzas sobre el futuro, con la ventaja de hablar el mismo “idioma” que los demás.
Aunque el humor no es exclusivo de la labor docente, sí resulta ser un elemento muy importante en la conformación de un ambiente agradable y propicio para el aprendizaje, donde los estudiantes saben que pueden aprender entre risas y momentos que perdurarán en su memoria.