Grazia Deledda
Por Gabriel Humberto García Ayala
Escrito cuando la futura ganadora del Premio Nobel de Literatura tenía 24 años, Almas honestas es un libro iniciático, un tanto ingenuo, pero nunca banal, y precursor, tanto en su calidad literaria como biográfica, de su novela final Cosima. Almas honestas es una novela costumbrista, ambientada en un Cerdeña rural, en donde Deledda exhibe las características de una sociedad patriarcal y a las mujeres como meras comparsas. No obstante, el texto está inmerso en descripciones bucólicas que invitan al lector a sumergirse en ese ambiente campirano, rodeado de campos de cultivo, de árboles, con un sol espléndido, características que enmarcan un microcosmos familiar, en cuyo seno se viven diversos conflictos amorosos.
Después de la muerte de la anciana Anna, una vez arreglados los asuntos comerciales, Paolo Velèna se llevó a su pequeña sobrina, también llamada Anna, a Orolà, una pequeña subprefectura sarda, en la provincia de Sassari, Italia, para que conviviera con la familia Velèna. Allí Annica, como la llamaban cariñosamente, pasó una infancia despreocupada, rodeada de sus numerosos primos. Pero ese equilibrio se rompió con la llegada de la adolescencia y de los juegos infantiles se pasó a un complejo juego de amores no correspondidos.
Almas honestas nos transporta a una Cerdeña de finales del siglo. Los dos jóvenes protagonistas, la aristócrata Anna Malvas y el héroe-agricultor, Sebastiano Velèna, personifican el sueño del renacimiento sardo a través de la agricultura. Ambos son honestos y leales, trabajadores y tenaces, que harán florecer una tierra depredada, pero nunca vencida.
A pesar de estar inmersos en un patriarcado, son las mujeres quienes viajan al continente, en una acción que abre canales de comunicación entre el mundo patriarcal y el mundo moderno, entre la dimensión-isla y la dimensión vasto-mundo, entre la cultura de la oralidad y la cultura de la escritura, entre un universo lingüístico cerrado y un universo lingüístico abierto. Experiencia que Deledda transportó a sus novelas, pues si en un principio escribió en sardo, después adoptó el italiano para dar mayor difusión a sus trabajos literarios. Al respecto, la crítica Michela Murgia escribió: “Grazia Deledda empezó escribiendo en sardo y luego pasó al italiano, un italiano muy colorido, muy imaginativo, en el que se percibe la trama del sardo”.
Y los viajes al continente significaban una nueva experiencia porque allí se difundían rápidamente modernos instrumentos de comunicación cultural, libros, periódicos, revistas, que conquistaban a lectores emergentes, particularmente a mujeres, con grave riesgo para la tradición dialéctica, como temían algunos intelectuales sardos.
Y Deledda describe así el viaje y la influencia recibida en el continente: “(…) la Anna que había partido no se parecía mucho a la Anna que regresaba. Parecía más alta, más formada; incluso su mirada era distinta, más viva, más inteligente”.
Con Almas honestas, con una Cerdeña vibrante y evocadora como trasfondo, Grazia Deledda inició su carrera literaria.
Grazia Maria Cosima Damiana Deledda nació en Nuoro, Cerdeña, el 27 de septiembre de 1871 en una familia acomodada, “un poco campesina y un poco burguesa”. Tuvo una formación autodidacta y una influencia determinante basada en su historia familiar. El 10 de diciembre de 1927 la Academia Sueca le confirió el Premio Nobel para el año 1926 “por sus escritos de inspiración idealista que retratan con claridad plástica la vida en su isla natal y tratan con profundidad y simpatía los problemas humanos en general”. El 15 de agosto de 1936 murió en Roma. Sus restos reposan en su pueblo natal en la iglesia de la Soledad.
Algunas de sus novelas se adaptaron al cine, entre las que destacan: Cenizas, La hiedra, Amor rojo, Cañas al viento y Prohibido, dirigida por Mario Monicelli.