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Jueves, Mayo 09, 2024

Dedicado a la memoria de dos apasionados del normalismo: José Abel Ramírez Ortega y José Guadalupe Rincón Andrade


Hay que recuperar, mantener y trasmitir la memoria histórica, porque se empieza en el olvido y se termina en la indiferencia .

José Saramago

El libro que aquí se reseña lleva como título La pintura en la pared. Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales escrito por Luis Hernández Navarro que me impactó e implicó de múltiples formas.

El primer impacto fue aceptar mi susceptibilidad y dependencia histórica al normalismo. Pertenezco a la quinta generación de profesores en mi familia que comenzó con Pablo Ortega en 1869 como Instructor de Educacion Primaria. Un trayecto familiar largo y ancho, más de ciento sesenta años y medio centenar de profesores formados en normales y docentes que se fueron ubicando y radicando en la Zona Metropolitana de Ciudad de México en todos los niveles del sistema educativo nacional. Gran historia la de los docentes egresados principalmente de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros que algún día quedará narrada por sus actores, espero tan contundentemente, como la que se cuenta en este libro sobre las Normales y las Escuelas Rurales.

A pesar de que todavía no está escrita esta historia, en términos de oralidad, a mí siempre me pareció una exageración cuando mi padre, profesor de secundaria y bachillerato, de historia, ciencias sociales y civismo, contaba en la sobremesa familiar algún capítulo de la historia nacional del siglo XX- no sabré nunca si nos tomaba de sparrings o una extensión de su salón de clase- pero remataba con una frase: este país lo hemos ayudado a construir los profesores.

No era una exageración. Cuando comencé a leer el libro de Luis Hernández me di cuenta de la historia negada, oculta, o por lo menos minimizada del papel del normalismo en México. Este libro es la voz que no se ha querido escuchar; son las imágenes que no se han querido ver; los logros que no se han querido oír; son los recuerdos olvidados en un álbum de fotografías familiares con hojas vacías, perdido en la casa de algún profesor; es un folleto repartido en una marcha, es el indispensable documental de un gremio que no se ha deseado producir; es la continuación de un muralismo mexicano en acción y enfrentamiento permanente contra la ignorancia y el olvido descrito desde abajo y con la izquierda.

Como todo buen epígrafe en el que se resume el texto en unas cuantas líneas escritas por otro, en este caso, por Louise Michel, dice él de este libro : la tarea de los maestros, esos soldados oscuros de la civilización, es dar al pueblo los medios intelectuales para rebelarse.

También son ciertas las afirmaciones que se enuncian en los primeros párrafos de esta obra: una de las inmensas hazañas pedagógicas de este país es, sin lugar a dudas, la Escuela Rural Mexicana ( dicen algunos teóricos que las otras son la televisión educativa en los años sesenta y , la otra, lo que hicieron los profesores modificando tecnológicamente los procesos educativos en la pandemia del 2020-2022 para no perder dos años de escolarización de los estudiantes), pero para contar esta historia de subidas y caídas, de serpientes y escaleras, es necesario romper con una lógica lineal de la historia y verla como grandes procesos como lo hace Luis Hernández Navarro.

El libro es entonces una poderosa espiral que va contextualizando y combinando tomas cerradas con tomas completas de los protagonistas de la educación con otras de profundidad de campo. El inicio de esta epopeya fue en la tercera década del siglo XX y fue obra de hijos de campesinos, como los nombra Hernández, egresados de las normales rurales y orgullosos integrantes de la comunidad. Normalistas que generaron amigos para toda la vida en la formación. Que se casaron y vivieron en las comunidades de adscripción, que castellanizaron e integraron indígenas a la civilización, pero también, los que no dejaron morir la cultura de los pueblos originarios. Es la recuperación escrita de un relato, a muchas voces y con diversos contrasentidos y entrecruzamientos. Es un pedazo de justicia arrancada a la historia oficial que impuso el Partido Revolucionario Institucional en su dominio hegemónico.

La memoria que cuenta La Pintura en la Pared es una biblia que va en sentido contrario. Tampoco ahora yo exagero. La biblia como sabiduría, concentración de historias y personajes. Con sus santos y sus asesinatos; sus héroes y sus charros; con sus creaciones y sus sin sabores; sus juicios, traiciones, descalificaciones y golpes de timón.

Son muchos sucesos aquí documentados, que han dado, y seguirán para muchas pinturas murales, pero yo propondría una Serie televisiva, no sé de cuantas temporadas, ni en qué plataforma, que haga del conocimiento y comparta a los lideres educativos y sociales que comían atole, frijol y tortilla como el pueblo, que permitieran ver a todos la importancia de las normales rurales que se sembraron a lo largo y ancho del país y los enormes frutos que dieron. Nombres de las normales rurales que siguen sonando y en sus egresados, evocando recuerdos míticos y emocionales: Tacambaro, Michoacán; Tenería, Estado de México; Cerro hueco, Chiapas; Mactumactza, Chiapas; Conrado Abundez en Tixtla Guerrero, Tamatan en Tamaulipas; el Mexe, en el Estado de Hidalgo; Justo Sierra Méndez, en Aguascalientes; Galeana en Nuevo León; Escuela Normal Rural "Gral. Plutarco Elías Calles" (El Quinto), en Sonora; Escuela "Normal Rural Vanguardia"Tamazulapam Oaxaca; San Marcos en Zacatecas y la Raul Isidro Burgos de Ayotzinapa Guerrero, etc.

Esta es la historia de la cobija, la cama y el comedor, el pan y la sal, para los más pobres que eran los normalistas rurales y cómo recrearon varios lenguajes en sus trayectos de vida: los de la sobrevivencia ( internados, comedores, bibliotecas, instalaciones, pre, etc.), pero también los de las innovaciones pedagógicas, la música, las lecturas, las clases, las culturas , la conciencia y las paredes con pinturas educativas y memoriosas.

Hernández Navarro nos previene desde la introducción, en términos metodológicos, las vidas de profesores que son contadas. Cada una marca una forma de ser investigada y compartida; todas son distintas y se apuesta a documentar maestros y maestras rurales interceptados y formados por las instituciones.

Para los que somos normalistas es imposible escindirnos: una vez normalistas siempre normalistas. Las normales daban una ética para la vida. Retomemos aquí lo que el profesor Raúl Isidro Burgos , profesor fundador de Normales Rurales, que se quitaba la camisa para darla a los niños desnudos o pedía préstamos personales para construir escuelas- les decía a sus estudiantes y que recupera el también profesor José Rodríguez Salgado:

  • Condúzcanse siempre con la verdad;

  • Antes de tomar una decisión pónganse una bolsa de hielo en la cabeza;

  • Nunca gasten más de lo que ganan;

  • Obren siempre con la mayor sencillez y modestia, y;

  • El que habla mucho, mucho peca . Es recomendable una austeridad verbal.

En lo social, dice el libro, la Escuela Rural Mexicana tenía metas potentes:

  • Una misión concientizadora de la realidad nacional;

  • Un compromiso con la comunidad

  • Un papel promotor de la reforma agraria,

  • Y una vocación laica a toda prueba.

Con esos principios cada profesor, como lo ha señalado Jesús Caballero, fue construyendo su propia pedagogía, con los aprendizajes, y a veces los golpes, que le fue dando la realidad.

Los maestros misioneros introyectaron el compromiso nacionalista, transformándose y transformando. Aprendiendo de la gente y enseñando, en ese orden. No fue un decreto, fue un espíritu, una esencia y una formación que se materializaba ante el desigual México de entonces. Maestros misioneros desorejados, perseguidos y colgados. Maestros enfrentados a caciques, dueños de empresas y a fanáticos.

La lista de profesores de la magnitud de Raúl Isidro Burgos es larga en este pliegue de la aventura educativa sacada a la luz por Hernández Navarro. Cada uno con una circunstancia (los cristeros y la ultraderecha, el cardenismo y el reparto agrario, las reformas educativas y las modernizaciones neoliberales, las distorsiones y liderazgos sindicalistas y el empobrecimiento institucional, etc.) y muchas adversidades ( gobiernos, caciques, falta de presupuesto, desprestigio, campañas en contra de los profesores, etc.).

Maestros humanizados en este libro con inmensas virtudes y defectos: Rafael Ramírez, José Santos Valdéz, Othón Salazar, María Salud Morales y cuatro mártires reales, símbolos del magisterio nacional y de las normales que son narradas como novelas con relatos breves: Arturo Gámiz y el intento de toma del Cuartel de Madera en Chihuahua, 1965; Genaro Vázquez Rojas, líder histórico de los maestros, asesinado en 1972; Lucio Cabañas, fundador del Partido de los Pobres y guerrillero. caído en combate 1974 y Misael Nuñez Acosta, maestro, creador de escuelas, líder magisterial y organizador social, asesinado en 1981.

La recuperación de los testimonios a los que recurre Luis Hernandez Navarro son los que le otorga su oficio y olfato periodístico que fue acumulando por décadas: el reportaje, la entrevista a profundidad, la representación social ( en una de ellas deja muy mal parado a Guillermo Sheridan), la investigación acción participativa y la revisión hemerográfica y de otras fuentes. Va hacia personas, muy cerca a los lideres del magisterio, permitiendo ver que hay muchos protagonistas de cada lucha, rompiendo así una visión voluntarista o esquemática de lo contado. Como ejemplos, vemos diferentes ángulos de lo que fue la guerrilla urbana y su contraparte, la represión conocida como guerra sucia con toda la cauda de instituciones de inteligencia que se crearon para tal fin.

El crimen y los desaparecidos de Ayotzinapa, esa herida abierta y sangrante, está historiada y contextualizada con sus múltiples aristas. Es el corazón del libro. Desde la fundación de la Normal hasta una serie de acontecimientos que sucedieron poco antes de la tragedia vemos intereses de desaparecer las normales rurales o convertirlas en parajes técnicos, asoman los presidentes municipales sólo interesados en sus sucios negocios, por supuesto el narcotráfico, la violencia y la incapacidad o implicaciones de policías y ejército en la noche de Iguala de 26 de noviembre del 2014 y vemos la vida de estudiantes que apostaban a la Normal para cambiar. El libro La pintura en la pared es un regreso a la memoria transformadora y militante de un magisterio que está dejando de existir. Esos misioneros tenían como lema salir a educar. Nos enteramos de que Ayotzinapa y los 43 fue tema mundial y que figuras como Eco, Chomsky, Brodosky, Sting y tantos otros se manifestaron en contra de estas desapariciones.

El libro es un retorno a la memoria cambiante y militante de un magisterio que lamentablemente está desapareciendo. Migraciones poblacionales a grandes ciudades o a los Estados Unidos, abandono del campo mexicano, uso y abuso de tecnologías, extravío de las políticas públicas específicas, etc. son fenómenos sociales que abonan a ese proceso de extinción de las normales y la escuela rural mexicana.

De ahí de la importancia de la aparición de esta obra y por qué pensamos que por lo menos el más de millón y medio de personas dedicadas a la docencia y, además, debería ser lectura obligada para los profesores en formación de este país; lo tendrían que leer, compartir y dialogar evitando el olvido y la indiferencia.


 

Ciudad de México, 25 de noviembre del 2023

https://www.facebook.com/CentroAcademicodelaMemoriadeNuestraAmerica/videos/314851388159141

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“pálido.deluz”, año 10, número 159, "Número 159. Educación: colonialismos, neocolonialismos y decolonialidades. (Diciembre, 2023)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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