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Jueves, Mayo 09, 2024

Solo acepto este mundo iluminado

cierto, inconstante, mío.

Sólo exalto su eterno laberinto

y su segura luz, aunque se esconda.

Despierta o entre sueños,

su grave tierra piso

y es su paciencia en mí

la que florece.

Tiene un círculo sordo,

limbo acaso,

donde a ciegas aguardo

la lluvia, el fuego

desencadenados.

A veces su luz cambia,

es el infierno; a veces, rara vez,

el paraíso.

Alguien podrá quizás

entreabrir puertas,

ver más allá

promesas, sucesiones.

Yo sólo en él habito,

e él espero,

y hay suficiente asombro.

En él estoy,

me quede,

renaciera.

Ida Vitale Este mundo


Agradezco profundamente a los organizadores, los doctores Elba Castro y Javier Reyes, del primer Seminario Nacional de Educación Ambiental de la Universidad de Guadalajara, en primer lugar, hacer este reconocimiento y, en segundo, hacerme participe del mismo. Tomar la palabra este día, es un premio de los que no se pueden despreciar por las múltiples implicaciones que tengo con el homenajeado.

Estoy convencido que cada uno de los seres humanos por sus incontables dimensiones, determinaciones, relaciones y circunstancias representan un cosmos que contiene galaxias, estrellas, planetas, lunas, hoyos negros, polvos interestelares, materia obscura, miles de combinaciones de elementos químicos y culturales y un tiempo y vida vivida con sus ciclos, valles, cielos, sombras, luminiscencias, afectos, tropiezos, caos y logros. Memorias insignificantes de los días y sus noches. Pasamos la vida construyendo historias mínimas con pasión y, a veces, sin sentido o utilidad visible, como rezaban los existencialistas.

Pero hay de universos a universos, de galaxias a galaxias y de seres humanos - simplemente humanos soñadores y limitados; heridos, desbordados y sobrevivientes- .a increíbles seres humanos.

Vengo aquí a dar testimonio, de pie, quitándome el sombrero y dando una caravana a un hombre que no lo necesita. A un increíble ser humano. Universo y universal. Luz, creación, trabajo y pasión.

En una expresión de Andalucía en España el Dr. Víctor Manuel Toledo Manzur, pinto la raya en el agua hace más cinco décadas en el pensamiento ambiental y en la Ecología Política, en la agroecología, la sustentabilidad y en un par de campos de conocimiento interdisciplinarios más y que sigue vigente, abriendo brecha, produciendo e impactando en varias áreas y líneas de investigación. Además lo hace en forma empática, humilde e imparable.

Bastaría citar el Google Académico (recuperado el 10 de noviembre del 2023) y decir que el Dr. Toledo tiene las siguientes cifras:

Totales Desde el 2018


Citas 24528 10171

Índice h 67 45

Índice i10 196 107

Sería un poco complicado e impertinente tratar de compartir porque la ciencia moderna se satisface, se ha vuelto adicta, implacable y disfruta del número de citas, su actualización y como se mantiene un índice H, para no perder becas, estímulos, visibilidad y prestigio. No lo haré, pero solo diré que él, sin buscarlo, es una referencia planetaria en las ciencias ambientales y la sustentabilidad. Un investigador nato. Una especie en extinción, que vive lejano a las plataformas y las revistas indexadas. Pero que impacta en programas académicos ambientales en forma contundente.

Como ya lo dije, para un servidor es un alto honor dirigirme está tarde a uno de los artífices de no solo mi formación como educador ambiental, sino un autor leído y seguido en todas y cada una de las XVIII generaciones de la Maestría en Educación Ambiental de la Universidad Pedagógica Nacional 095 desde 1992, puedo dar fe y estoy seguro en la mayoría de los programas académicos de Iberoamérica dedicados al ambiente y al desarrollo han abrevado de ese saber.

Voy a hablar en forma personal de relación con el homenajeado y su impacto en el Programa Académico que he tenido la fortuna de coordinar y estoy seguro de que lo mismo podrían hacer las otras dos increíbles coordinadoras de Maestrías en Educación Ambiental, aquí presentes.

En las palabras que diré a continuación, como en mi vida toda, me es más significativa el área cualitativa en la que encuentro significados vitales entre las personas, por lo que trataré de implicarme en este reconocimiento nacional desde el impacto real que ha tenido el reconocido académico en la formación de los educadores ambientales recuperando fragmentos de historia de vida.

Cuando decimos que el Dr. Víctor Manuel Toledo Manzur es artífice de la Ecología Política y el pensamiento ambiental complejo de la región, pensamos en las cuatro connotaciones del término artífice, a saber: persona que cultiva las bellas artes (por cierto aprecia el cine, escribe poesía, pinta y practica otras artes y estéticas en compañía de su esposa e hijos); que ejecuta una obra con habilidad; que es causa o provoca algo; y/o que tiene arte para conseguir lo que desea. Esto es y resumiendo: la imparable tenacidad que es otro atributo de Toledo.

Pero déjenme ir poco a poco en esta implicación personal. En 1989, decidimos ingresar a la sexta generación de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo Integrado en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), y nos encontramos con un grupo de estudiantes de diversas disciplinas: Geofísicos, Biólogos; marinos, costeros, Pedagogos, Psicólogos, Sociólogos, Economistas, Médicos, licenciados en Negocios Internacionales, etc. He hablado mucho de esta generación que también fundó el posgrado en el que aún trabajo. Pero la refiero hoy porque desde el propedéutico nos pasamos de mano en mano dos libros, que no se incluía todavía en el syllabus o contenido de los programas de estudios: Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo (descatalogado y puesto como saldo por el editorial Siglo XXI, por entonces y reimpreso hace no mucho), coordinado por Enrique Leff y Ecología y Autosuficiencia alimentaria de Víctor Toledo. Los leíamos fuera de clase y los comentábamos en la cafetería de la Escuela de Economía del IPN, o en las reuniones extra-clase en nuestras casas, en bibliotecas y cantinas como una pequeña sociedad de poetas muertos, me dijo una alumna cuando le referí esta anécdota.

Alejandro Barrera Retana pedagogo y compañero estudiante e integrante de aquella generación de maestros fundadores de citado posgrado, escribió en un ensayo sobre los procesos agrarios lo que comenzamos a aprender desde entonces y para siempre con Víctor Toledo:

Los cuestionamientos de Toledo sobre el modelo tecnológico así como sus repercusiones ecológicas constituyen la desmitificación de un modelo promovido por el estado mexicano a nivel nacional y por las compañías trasnacionales a nivel internacional que se ocultado tras la imagen del progreso y la modernidad nos habla de la imposición de un modelo desarrollado para otras condiciones ecológicas por lo que en nuestro país se torna aún más ineficiente, costoso y brutalmente depredador, por lo que su implementación conduce a un acelerado proceso de degradación ambiental. Produce erosión del suelo, el abatimiento de su fertilidad, la salinización y el agotamiento de los mantos acuíferos, la disminución de diversidad biológica y cultural y la contaminación a partir del uso indiscriminado de fertilizantes y plaguicidas químicos (1992).

Recuerdo también de esa época que algunos de nosotros quisimos trabajar epistemológicamente el concepto de interdisciplinariedad- cosa que se nos prohibió- y otros compañeros el tema como el lago de Pátzcuaro. Imagínense lo que nos pasó cuando encontramos el libro Ecología y desarrollo rural en Pátzcuaro, un modelo para el análisis interdisciplinario de comunidades campesinas, en que Toledo trabaja la problemática ambiental ya con instrumentos interdisciplinarios.

El homenajeado, con sus libros o en fotocopias, se convirtió en un acompañante indispensable de nuestros procesos de aprendizaje y de lectura. Pero como decía cuando iniciamos el posgrado dimos con su ya rica bibliografía que se encontraba dispersa en revistas y libros de no gran circulación por desgracia, casi todos publicados por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Pero dimos con ellos y nos enteramos, por ejemplo, de las ricas metáforas que el aportaba y nosotros incorporábamos a las clases, siempre refiriéndolo. Quiero mencionar cuatro, que hemos compartido en clases, pero también en talleres, pláticas, cursos y conferencias, por todo el país y a veces en otras latitudes:

El rey y la reina (el dominio del auto en las ciudades y la vaca en el campo); la Alegoría del Pastel (de cómo estamos acabando con la base natural que contiene todos los sistemas ambientales y sociales); el zapata verde (que daba cuenta de cientos de comunidades ya trabajando en como entendían desde su base la sustentabilidad, con ejemplos concretos y documentados), y ; el proceso necesario de rehumanización con la naturaleza y naturalizar al ser humano.

Después vino el efecto seductor y demoledor del zapatismo chiapaneco y el despertar de muchas conciencias, lo que obligó a Toledo a escribir sobre esos otros zapatismos y las otras sustentabilidades. Incluso debatir cuando fue necesario justo por el principio del nuevo milenio.

Como ustedes entenderán para un servidor Víctor Toledo era un ser mítico: de dimensiones inconmensurables, un gigante y que como a los grandes autores que he leído y seguido nunca conocería. Como nunca tuve el gusto de platicar con Marx, Foucault o Weber.

Pero la vida da sorpresas; en 1998 me puso en el Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable de la SEMARNAP, entre mis muchas funciones estaba la de coordinar las acciones del - entonces prestigiado- Premio al Mérito Ecológico. Ese año llegaron muchas propuestas para cada una de las categorías. Pero sin duda la más peleada era para el investigador con mayores cualidades y aportes. Había ahí varios connotados profesores y académicos con trayectoria que representaban las cabezas de las ligas mayores del ambiente en México. No los voy a mencionar.

El jurado, reunido en el auditorio Mario Molina de la Secretaría- que también se formaba de expertos- deliberó por horas y la discusión subía de nivel, argumentos y de calor. Hubo gritos, sombrerazos manoteos y desesperación para imponer el premio a tal o cual persona.

En el fondo del auditorio se encontraba (el ahora recién fallecido) Jerzy Rzedowski Rotter, botánico excepcional, solo tomó la palabra, una sola vez en toda la larga sesión, en lo que a continuación se menciona:

  • Víctor Toledo es el mejor científico ambiental de este país. A él le debemos entre otras muchas cosas estar en una Secretaría de Estado que se dedica al ambiente, justo dónde estamos sentados.

Fin de la discusión. El día que le dieron el reconocimiento en Los Pinos lo conocí. Nos pidió poder llevar a su esposa Patricia Mogel y sus hijos pequeños. Me encantó este detalle. Toledo es un gran científico, pero también es un hombre leal a su familia. También me fascina su modestia y estar centrado y con los pies en el suelo, nada de soberbia o presunción. Nada de sentirse más que los demás como lo hemos disfrutado estos días.

Desde que nació la Revista Educativa Electrónica de divulgación Pálido.deluz, nos hemos plagiado sus textos periodísticos. Los ubicamos en una sección que nombramos simplemente Educación Ambiental. Hay poco periodismo ambiental en nuestro país y en general no es bueno, no es de investigación. Por eso hay que ir por el Toledo periodista. Lo recuperamos y sabemos que muchos en lugares de Sudamérica nos siguen solo por ese artículo mensual que publicamos mes con mes. Así nos lo han referido. Un día, después de mucho tiempo de piratearnos su artículo, sí, de plano, le pedimos autorización para seguir republicándolo. No solamente nos autorizó hablándonos de la importancia de la divulgación científica. Nos preguntó si podía enviarnos su poesía, que ya estamos esperando.

En el Quinto Coloquio Nacional de Estudiantes y Egresados de Programas Académicos de Educación Ambiental (junio del 2016), realizado aquí en Guadalajara, Víctor Toledo fue en Conferencias Magistral inaugural. Pero se quedó a escuchar algunos trabajos. Armando Zamora -exalumno de un posgrado en educación ambiental- estaba exponiendo un esquema y el mismísimo Víctor Toledo se paró, fijo su Tablet en la diapositiva y disparo. Tengo esa foto de Toledo tomando la foto. Yo sentí que una serpiente se mordía la cola. La formación es también una espiral sin fin, en la que todos nos educamos, si queremos. Toledo siempre ha querido seguir formándose.

Poco después Armando Zamora lo convenció de que le hiciera el prólogo a su primer libro. Ahí Toledo, en un acto de amor afirma:

Como nunca se necesitan educadores ambientales, especialmente en la educación primaria y media, por dos obvias razones: el mundo necesita ciudadanos activos y comprometidos que presionen a las fuerzas que apuestan por la destrucción del ambiente y de todo el planeta; y porque los niños y jóvenes de hoy serán los que habrán de vivir y enfrentar mañana, como adultos mayores y maduros, la situación extremadamente crítica que parece avecinarse. El libro recoge a manera de relatos, no sólo la visión del autor sobre la situación actual del mundo, sino que se dedica a describir y reseñar varias de sus experiencias pedagógicas como profesor de secundaria. Se trata de experiencias sencillas pero formativas, experimentos y exploraciones construidas a partir del entorno más inmediato y cotidiano de los educandos. No sólo por su propio valor educativo, sino porque encierra actitudes y valores fincados en la nobleza, la verdad y el compromiso ambiental y social, este libro debe ser leído y consultado, por todos aquellos y aquellos profesores y profesoras, que han decidido involucrarse en la batalla por la educación ambiental

La penúltima vez que lo vi fue como secretario del Medio Ambiente, en la colonia Anzures en la Ciudad de México ( 2019), la mayoría del gremio de los educadores ambientales estábamos felices, los que asistimos esa tarde con él teníamos un gran gozo y una gran expectativa. Toledo aceptó ese nombramiento por ser consecuente ante el primer gobierno de izquierda en México, posición ideológica en la que siempre ha militado. No sé si estoy siendo indiscreto pero esa vez nos advirtió: hay varias 4 T en la 4 T y, como todos lo hemos visto, se cumplió. Antes de que comience esa multiplicación infinita de 4 T y que el lopezobradorismo sean muchos, el Dr. Toledo les recomendó, rectificar en cuatro puntos con respecto a lo ambiental, como políticas públicas que van de lo local a lo federal:

  1. Reconocer la doble explotación ambiental y social, por lo que la frase debe ser Primero los pobres y la naturaleza;

  2. Ir más allá de la estrecha cápsula nacionalista e inscribir la política gubernamental en el contexto de la emergencia planetaria global;

  3. Dejar la clásica disyuntiva de izquierda y derecha y adoptar el dilema entre proyectos de vida y proyectos de muerte, lo cual implica apoyo total a las múltiples iniciativas y resistencias ciudadanas;

  4. Ubicar la historia de México (200 años) en la historia de la especie humana con énfasis en Mesoamérica (7 mil años), es decir, con el México profundo.

Víctor Manuel Toledo Manzur reciba de los Programas Académicos de Posgrado en Educación Ambiental con la modestia, pero también con la fuerza y la determinación que siempre lo han caracterizado este sencillo reconocimiento.

Muchas gracias por seguir enriqueciéndonos con sus investigaciones, hallazgos y con su ejemplo.

Educar para transformar.

Sacapuntas

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Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

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“pálido.deluz”, año 10, número 159, "Número 159. Educación: colonialismos, neocolonialismos y decolonialidades. (Diciembre, 2023)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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