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Jueves, Noviembre 07, 2024

Quienes habitamos la Tierra hemos convertido los océanos en el basurero de las actividades humanas más dañinas para el planeta azul. A él se envían indiscriminadamente residuos de plástico y sustancias químicas que ponen en serio peligro la cadena alimentaria. La información de los especialistas reunida hace tres lustros destaca que, de toda la basura vertida cada año en los océanos, 80 por ciento son objetos de plástico. Cada metro cuadrado de la superficie de océanos y mares contienen miles de desechos de este perjudicial material.

La comunidad científica lleva mucho tiempo advirtiendo la magnitud de la contaminación de nuestro espacio marítimo y de los perjudiciales efectos que este desastre medioambiental ocasiona a los miles de especies que en él habitan. Abundan las advertencias en los medios de comunicación masiva y, sin embargo, pronto se olvidan. Por ejemplo, en 2009 en la televisión francesa se exhibió el documental Océanos de plástico, de Sandrine Feydel, en el cual mostró crudamente cómo en Holanda se encontraron aves marinas y peces que murieron por ingerir residuos de plástico. Igualmente, Feydel, junto con Ludovic Sagnier y Jean- Christophe Chéneau, ilustran a ballenas y delfines sufrir una dolorosa muerte en California causada por este mismo motivo.

Uno de los aspectos tratados en el documental citado se refiere a las tortugas que llegan a desovar a los litorales de México. Somos privilegiados en este campo pues 10 de las 11 especies de tortugas marinas que existen en el planeta, arriban a nuestras playas. Sin embargo, son las principales víctimas de las bolsas de plástico que se arrojan a las aguas de los océanos. En el documental se preguntaba ¿cuál será el impacto de esta contaminación de plástico sobre el planeta si no llegamos a frenarla? ¿Qué podemos hacer para mitigar sus dañinos efectos?

Los investigadores han dado una respuesta muy precisa, especialmente este siglo, al comprobar que ese material figura como el mayor contaminante de los océanos, demostrado el origen de la inmensa mayoría de toda esa basura sólida en sus más diversas presentaciones, y la forma de reducir gradualmente el problema. Lo más grave es que en vez de disminuir ese aporte, cada año aumenta. Si hace tres lustros se estimaba en 6 millones de toneladas, la agencia del medio ambiente de Naciones Unidas calculó hace cinco años que ya sumaban unos 13 millones. Y el año pasado fueron 15 millones.

Aunque los cálculos varían, el acumulado de partículas de plásticos que existen en los océanos supera 170 billones de toneladas. Se trata, así, de un tema de enormes dimensiones que la comunidad internacional no logra reducir, pese a tantas promesas para evitar la producción de dicho material. Y mucho menos los llamados a que las actividades industriales y del ser humano en cada país no afecten el ambiente marino. En marzo de año pasado la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente emitió una resolución que establece la necesidad de generar un acuerdo internacional jurídicamente vinculante con el fin de mitigar y controlar la contaminación marina por plásticos y microplásticos. Sin embargo, el problema persiste y aumenta.

El gobierno de México cuenta con lo que denomina una política de desarrollo sustentable y economía circular, con el fin de fortalecer la gestión adecuada de residuos en el medio marino. Y es que se estima que al año el país vierte allí más de 100 mil toneladas de plástico en diferentes presentaciones a través de los aportes de agua de las principales cuencas hidrográficas que desembocan en el Pacífico y el Golfo de México.

Ellas llevan, por ejemplo, botellas, bolsas de frituras, envases de alimentos, utensilios desechables. A lo anterior se agregan las miles de toneladas que se tiran en los 11 mil kilómetros de costas nacionales provenientes de cientos de asentamientos humanos, las actividades de los polos turísticos más importantes, como Cancún, la Riviera Maya, Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo, Manzanillo, Mazatlán y La Paz; las pesquerías y el comercio internacional marítimo.

Se desconocen los frutos de la política nacional para evitar contaminar nuestros mares. Sería muy provechoso un informe al respecto a un año de que finalice este sexenio.

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“pálido.deluz”, año 10, número 157, "Número 157. Educación y fanatismos: ¿Dogmatizar la educación? ¿Educar en fanatismos? (Octubre, 2023)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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