El escritor Amos Oz presenta su nuevo libro: Queridos fanáticos: Cartas de una tierra dividida.
Tel Aviv. Amos Oz es uno de los escritores más prolíficos y célebres de Israel que ha logrado capturar el pasado y explorar el presente en más de 30 novelas, docenas de ensayos y cientos de artículos. Pero su último libro, Queridos fanáticos: Cartas de una tierra dividida, puede ser su obra en la que lanza un mensaje de carácter urgente.
El libro fue publicado en español el mes pasado y se integra por tres ensayos breves con los que examina el auge del fanatismo en Israel y en todo el mundo, nutrido por cierto tipo de ideologías y opiniones inflexibles que conducen al odio y la violencia.
The Washington Post se reunió con Oz recientemente en su departamento en los suburbios de Tel Aviv.
—Ha escrito sobre el fanatismo en el pasado. ¿Qué le llevó a volver a este tema?
—Mi libro anterior sobre el tema se basa en una serie de conferencias del 2002; 16 años después, me ha quedado muy claro que el fanatismo es la plaga del siglo XXI. Al igual que el siglo anterior, el mundo corre peligro en manos de redentores mundiales, movimientos ideológicos con fórmulas mágicas y fanáticos.
—¿Por qué cree que el fanatismo se ha extendido tanto?
—Mientras más complejos se vuelven los problemas, más personas anhelan soluciones simples, no sólo en Israel sino en todas partes. Todo lo que la gente quiere saber es: ¿Quiénes son los malos? Quieren una fórmula general para todos sus problemas. Entonces culpan de todo a la globalización o al neocolonialismo o al feminismo militante o al sexismo o al sionismo.
—¿Hay personas que están alentando este fenómeno?
—Hay personas que se están montando deliberadamente en su ola. Esto es un síndrome prominente de una profunda crisis de la democracia. El fanatismo es mucho más antiguo que la democracia, es más antiguo que el judaísmo, el cristianismo, el Islam, pero la democracia tuvo un mecanismo para exponer a los fanáticos locos. Ahora parece que este mecanismo está fallando.
¿Habrán dos estados?
—¿Hay esperanza para una solución de dos estados?
—Esta teoría de que la ocupación de Cisjordania es irreversible es interesante. Lo escucho entre radicales. Es como si hubieran conspirado juntos para declarar que la solución de dos estados está muerta. Pero he vivido una vida muy larga y he visto que lo irrevocable sucede una y otra vez, no siempre, pero muy a menudo.
—Queridos fanáticos presenta una perspectiva bastante pesimista para Israel y el mundo. ¿Por qué dedicárselo a tus nietos?
—No considero que este libro sea pesimista. Contiene información muy útil, que intenté presentar de forma accesible. Desde el punto de vista político, he participado e involucrado en la redacción de artículos y discursos durante 60 años. Ahora es mi momento, no para retirarme sino para proporcionar mis municiones, mi experiencia a las generaciones más jóvenes.
—Usted defiende el judaísmo como cultura, en lugar de religión o nacionalidad, a la luz de los recientes debates políticos en Israel, ¿siente que su voz es solitaria?
—Es y no es. Si vuelves la vista de Jerusalén sobre la llanura costera de Israel, donde viven entre 70 y 75% de los judíos israelíes, éste no es un país de extremistas locos. El perfil de los israelíes es: escandaloso, hedonista, impaciente, grosero, afectuoso, materialista, lo que sea, pero la gran mayoría renunció a los territorios ocupados hace años. La única razón por la que se oponen a un compromiso de gran alcance con los palestinos es que no quieren ser tontos. El mito común aquí es que le entregamos Gaza en una placa de plata y obtuvimos cohetes a cambio. No quieren que este error se repita en Cisjordania.
Ruth Eglash / The Washington Post
Sábado 08 de Diciembre de 2018 - 15:46