Después de mostrarnos en la película Premièr année, los esfuerzos de dos estudiantes para prepararse para el exigente examen de selección e ingreso a la universidad en Francia, Thomas Lilti -con los actores Vincent Lacoste y William Lebghil más maduros - retoma el tema de la vida escolar en la cinta Un métier sérieux, incluida en el Tour del cine francés 2023.
El eje de la película es el cuestionamiento ¿qué implica ser un buen profesor? La respuesta no es sencilla porque en la definición de docencia se intersectan cuatro aspectos:
Es un trabajo, sometido a una regulación laboral y a una remuneración salarial más bien modesta, incluso en Francia.
Es una actividad técnica, que requiere el dominio de conocimientos y estrategias específicas para el manejo de grupos, especialmente para el control de la disciplina si se desempeña en el nivel de la educación media básica.
Es una profesión de servicio, que supone compromiso e implicación personal con los aprendientes, los colegas y la institución en que se labora.
Es también un arte, porque requiere creatividad, adaptabilidad a circunstancias cambiantes, búsqueda de novedad y apertura mental.
Thomas Lilti muestra estos cuatro aspectos de la docencia de manera sensible y crítica a través la experiencia de un joven egresado de la facultad de ciencias que es contratado como profesor suplente de matemáticas en una escuela secundaria pública en Francia. Su primera lección comienza de manera accidentada cuando al intentar cerrar una ventana averiada del aula para amortiguar el ruido externo, genera desorden en el grupo de adolescentes de su clase, provocando la intervención de un profesor veterano, encarnado de manera entrañable por Francois Cluzet, quien consigue calmarlos, pero confunde al suplemente con un supervisor o prefecto.
El novato maestro Benjamin Barrois (Vicent Lacoste) es acogido con empatía y buenas intenciones por los colegas más experimentados que le recomiendan buscar tutoriales en Internet sobre cómo impartir algunos temas difíciles de su materia y como manejar su imagen frente a los alumnos para proyectar más autoridad. Muy pronto descubre que entre ellos hay lazos de camaradería y amistad con los que se apoyan en la difícil misión de motivar el deseo de aprender y cultivar disciplina de estudio entre adolescentes inquietos, muchos de ellos en condiciones de vulnerabilidad familiar y social.
Huberman (Marchesi 2007:43) identifica cinco fases en la trayectoria profesional de un docente, que pueden sintetizarse en el siguiente esquema:
Lilti muestra en la cinta las diferentes fases de esa trayectoria y cómo la vida personal de los docentes influye en la manera cómo se desempeñan en clase.
Así, vemos a Benjamin (Lacoste) y a la también joven Sophie (Lucie Zhang), moviéndose entre la supervivencia y el descubrimiento de lo que pueden lograr con sus estudiantes con paciencia, ingenio y buen humor. Observamos las eficaces estrategias que, luego de varios años de práctica, ha desarrollado la atractiva Meriem (Adèle Exarchopoulos) para estimular el interés y la participación de los alumnos, aunque reconoce haber sido una mala estudiante que no encontraba su vocación profesional. Somos cómplices involuntarios de los coqueteos entre Sofiane (Theo Navarro-Mussy) y Alix (Léo Chalié), los entrenadores de educación física. Conocemos a Fouad (Leghbil) tan apegado a su labor de profesor que vive en un costado de la escuela y se entretiene mirando desde la azotea la actividad de todos en el plantel. Nos conmovemos con los esfuerzos de Sandrine (Louise Bourgoin) para interesar a sus alumnos en la biología y sufrimos su desconcierto cuando una supervisora le dice que su clase es aburrida. Reconocemos el afán del veterano Pierre (Cluzet) cuando descubre que uno de sus mejores estudiantes ha perdido el entusiasmo por su clase de literatura; entendemos la dificultad de Mustapha (M. Baderos), el director de la escuela, para mediar entre la integridad de los docentes y el bienestar de los estudiantes. Comprobamos el trabajo colectivo de todos ellos en las reuniones con padres de familia, en prácticas de campo y en proyectos para beneficio de la comunidad.
Pero también vamos descubriendo, gracias al hábil guion y la certera dirección de Lilti, los conflictos vitales que sobrellevan esos docentes en su cotidianidad más allá de la escuela y que afectan su labor en el aula. Benjamin sufre la desvalorización de su trabajo por parte del padre, que considera que es una actividad mediocre; Sophie apenas tiene tiempo para actualizarse porque debe cuidar a su bebé cuando regresa a casa después de cada extenuante jornada en el instituto; Meriem es hábil para motivar a alumnos adolescentes, pero impaciente para corregir la tarea de su pequeño hijo que está aprendiendo a leer, puesto que vive en constante estrés por los largos trayectos de la escuela a su casa; Fouad está pasando por el rompimiento con su pareja sentimental; Sandrine lidia con un hijo de 16 años rebelde y agresivo al que no sabe poner límites; Pierre está decepcionado de que su hijo reprobó el examen de ingreso a la universidad; en fin, todos ellos intentan hacer de la mejor manera su trabajo en medio de sus propios dilemas personales.
Resulta significativa la diversidad étnica que se observa en la escuela representada en la película, tanto entre los estudiantes como entre los docentes, porque es una evidente referencia a la importancia de la inclusión y la tolerancia activa.
De vez en cuando sobrevienen incidentes críticos que muestran la complejidad de la labor docente y el frágil equilibrio de la convivencia escolar: un simulacro de emergencia que deviene en caos por la deficiente preparación que han recibido los profesores para llevarla a cabo; el bloqueo emocional de una maestra sometida al síndrome del “burnt out” ante un estudiante disruptor que la increpa frente a los compañeros; un profesor que resulta agredido verbalmente afuera de su casa cuando un alumno se siente frustrado por una calificación que le parece injusta. Este caso se vuelve un asunto de debate entre los profesores sobre la pertinencia o no de someter al estudiante a un comité de disciplina. Esa situación invita a reflexionar sobre los valores que se ponen en juego en la docencia, porque la acción educadora, como cualquier otro quehacer humano, puede ser evaluada desde una perspectiva ética. Los docentes deben tener una permanente actitud de revisión de su comportamiento moral en relación con todos los actores de la comunidad escolar.
Sostiene Marchesi (2007: 154) que “hemos de ser virtuosos en nuestra acción docente de la misma manera que hemos de favorecer que nuestros alumnos lo sean también” y para lograrlo propone que los educadores cultiven tres virtudes principales: justicia, compasión y responsabilidad, de manera que se conviertan en referentes significativos en la trayectoria vital de los estudiantes.
Un métier sérieux es una película recomendable para ser analizada en programas de formación y superación docente en todos los niveles educativos, un buen punto de partida para examinar la manera en que se entrelazan las competencias profesionales con la esfera psicoafectiva y moral en la labor educativa.
Como lo indica el título de la cinta, la docencia es un trabajo serio, porque se viven constantes tensiones por el encuentro con otros seres humanos (alumnos, colegas, padres de familia, autoridades escolares) así como por la presión que ejercen sobre los maestros los cambios sociales y las reformas del sistema educativo. Sin embargo, la educación conlleva siempre proyecto, esperanza, ilusión y dinamismo, alimentados por la convicción de que toda persona es perfectible. Desde la modesta labor en las aulas, los educadores intentan colaborar en la construcción de un mundo mejor.
En algún momento de la película, el novato Benjamin pregunta al veterano Pierre si siempre estuvo seguro de su vocación docente. Él responde que nadie tiene clara la vocación al principio, sino que la va encontrando en el ejercicio, hasta que descubre que está en el lugar correcto, en la actividad que le da sentido a la propia vida. Sostener la motivación durante muchos años de labor escolar requiere empeño y convicción del valor que aporta la educación en el desarrollo de las personas y de una sociedad. La autoestima y la consolidación de la identidad profesional del docente depende del proceso formativo que sigue, de la colaboración armónica dentro de la institución escolar, de la cooperación con la comunidad y, especialmente, del reconocimiento y aprecio social.
Referencias
Marchesi, A (2007) Sobre el bienestar de los docentes. Competencias, emociones y valores. España: Alianza Editorial.
Película Un trabajo serio
Título original: Un métier sériux
Francia, 2023
Dirección y guión: Thomas Lilti
Elenco Principal: Vincent Lacoste, Francois Cluzet, Louise Bourgoin
Duración 1 h 41 min.