El maestro tiene que ser portador del futuro, para convertir a sus alumnos en sus protagonistas. Debe encontrar en lo que hay no una remora para el presente o valladar para el mañana, sino un germen de lo que vendrá. No puede ser siervo del hecho o esclavo del precedente . Le concierne bucear en lo que existe para hallar los fundamentos de lo que debe existir. No resignarse ante la evidencia, pues más pronto que tarde puede ser sustituida por otra evidencia. No aferrarse a absolutos , ni menos imbuirlos en los alumnos: Tiene que buscar y volver a buscar, experimentar y volver a experimentar; esta es su tarea.
Al maestro le corresponde enseñar con firmeza aun sus dudas y fortalecer en cada prédica la colectividad a la que pertenece y los valores que la mueven. El no perseguir absolutos no tuene por que conducir a la carencia de valores, y menos aún, llevar al escepticismo de quien, por no haber podido aprender y creer, está negado para enseñar y sembrar esperanza.
Fragmento del discurso de Jesús Reyes Heroles, Secretario de Educación Pública en la ceremonia del 15 de mayo de 1983.