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Jueves, Noviembre 21, 2024

Dejad de asesinar a los muertos,

no más gritos, no más gritos

Si ellos quisieran todavía oír,

si esperasen a no perecer.

 

Tienen el susurro imperceptible,

ya no hacen ruido.

 

Más que el crecimiento de la hierba

alegre donde no pise el hombre. G.U.

  

Traducción y nota: Gabriel Humberto García Ayala

 

La Primera Guerra Mundial, o la Gran Guerra, transcurrió de 1914 a 1918. Muchos creían que duraría un mes, y que para la navidad de 1914 los soldados estarían en casa. Este conflicto afectó de diversas maneras a la población europea. La Gran Guerra fue el primer conflicto en la que se usaron armas con un enorme potencial destructivo. Algunos historiadores la señalan como la guerra que inauguró la modernidad. El hecho incontrovertible es que la Primera Guerra Mundial produjo unos diez millones de muertos.

 

Para una Europa que en vísperas del siglo XX presentaba estados ambiciosos e inquietos, atormentados por el sentimiento de su  vulnerabilidad, el desenlace final no podía ser  otro que "las bayonetas".

¿Cuáles fueron los pensamientos de los escritores, poetas y artistas en general durante la guerra?

 

Las trincheras también fueron un crisol de inmensos sentimientos y emociones. El dolor, el sufrimiento y la muerte se mezclaron como los cuerpos, dando voz a las almas oprimidas. En ese momento, muchos de quienes se convirtieron en los escritores y poetas más célebres del siglo XX eran niños.

 

En 1915 Italia entró en este conflicto junto a los ejércitos de la Triple Entente: fueron tres años de sangre, hedor, escarcha, dolor y plomo. El hermético Giuseppe Ungaretti participó como voluntario, no llegó a ser protagonista de acciones heroicas pero gracias a sus letras dejó algunas de las páginas más conmovedoras de la Gran Guerra. Una vez que abandonó los sentimientos nacionalistas que lo habían movido a participar hasta unos meses antes, tomó conciencia de la condición humana, de la fraternidad de los hombres en el sufrimiento y de la extrema precariedad de su condición. “Se está como en otoño sobre los árboles las hojas.” (Soldados), la contingencia del soldado en las trincheras está contenida en este breve poema de 1918:

 

De estas casas / no ha quedado / sino algo / un pedazo de muro / De tantos / que me correspondían / no ha quedado / ni siquiera una parte / Pero en el corazón / no falta cruz alguna / Es mi corazón / la patria más desgarrada

 

El siguiente texto fue tomado del libro de Giacinto Spagnoletti titulado Saba, Ungaretti y Montale.

 

Este poeta nació en Alejandría, Egipto el 10 de febrero de 1888 (su padre trabajaba en la construcción del Canal de Suez) y murió en Milán el 1 de junio de 1970. A los 26 años era un inquieto estudiante de la Facultad de Letras de la Sorbona. No tenía prisa en terminar su carrera. Por ese motivo, Ungaretti fue un estudiante irregular, que alternaba las clases del gran filósofo Bergson, y otros insignes maestros, con los pintores y poetas de vanguardia. En ese entonces sus amigos eran: Apollinaire, Picasso y Bracque. En aquel tiempo el joven poeta vivía en el barrio latino. A estas experiencias culturalmente vivas, se agregaron las experiencias humanas, que si no pertenecieran a un poeta, parecerían producto de la disipación.  Durante esos tres años parisinos entró en contacto con algunos escritores italianos, entre ellos Giovanni Papini. Años después viajó a Italia. Se instaló en Milán donde esperó la llegada de la guerra, hecho que fue una gran experiencia humana y poética como veremos más adelante. Cedamos la palabra al poeta:

 

“La vida se mezcló con el enorme sufrimiento de la guerra… sentimiento inmediato y sin velos; espanto de la naturaleza y su cordialidad instintiva; espontánea e inquieta inmersión en la esencia cósmica de las cosas… fue ese estado de extrema lucidez y pasión extrema que hizo apuntar en mi ánimo la bondad de la misión apenas vista, si se me atribuyera misión alguna y hubiese sido un acto para llenar nuestras cartas”.

 

Aquí está precisado el momento humano. Vemos la maduración de la poesía, como una innovación también formal, como una rebelión y búsqueda de una necesidad expresiva, diferente.

 

Prosigue Ungaretti:

“Si la palabra estaba desnuda, si se aislaba momento a momento en cada cadencia del ritmo, en cada latido del corazón, si se aislaba momento a momento en su verdad, era porque, en primer lugar el hombre se sentía hombre, religiosamente hombre, y aquella le parecía la revolución que necesariamente, en aquellas circunstancias históricas, debiese moverse de las palabras.”

  

Presencia de la guerra

   

L’Allegria es un diario de guerra, ésta se encuentra presente en su relieve dramático, en su angustia, pero también en el abandono, en la nostalgia, en el recuerdo que todavía mantiene el poeta. Lo demuestra en una guardia en la trinchera, entre los compañeros masacrados, en un intento por escribir una carta de amor:

 

Vigilia

Una noche entera

tendido cerca

de un compañero masacrado

con su boca

ensangrentada

vuelta al plenilunio

con la rigidez

de sus manos

que penetraban

en mi silencio

he escrito

cartas plenas de amor

Jamás he sido

tan atacado

en la vida

 

Todo su poemario contenido en L’Allegria es recorrido por estados de ánimo similares o visiones imprevistas, descritas de este modo, seco y puro. En un poema breve titulado “Vanidad”, se sorprende cerca de un espejo de agua, sombra humana, mientras en lo alto, sobre los escombros vibra el estupor de la inmensidad. Hay solo un punto oscuro en el agua, que es un resplandor de luces, y al observar su imagen, el hombre se reconoce como una sombra pasajera:

 

De pronto

sobre los escombros

está en lo alto

el límpido

asombro

de la inmensidad

 

Y el hombre

inclinado

sobre el agua

sorprendida por el sol

se convierte en sombra

 

Suavemente

mecida y rota

 

Antes de regresar a Italia, Ungaretti pasó todavía algunos meses en París. Después de ver caer a tantos compañeros de armas en la batalla, le tocó asistir al trágico fin de Apollinaire, a quien quería mucho. El poeta de los Caligramas murió el día del armisticio, el 11 de noviembre de 1918. Poco tiempo antes le había escrito a Ungaretti para pedirle cigarros toscanos. El poeta italiano subió las escaleras de la vieja casa del bulevar Saint Germain muchas horas después de que Apollinaire había expirado. Encontró la puerta abierta, entró y vio exánime el cuerpo sobre la cama, con el rostro cubierto por un velo negro. Con esta muerte se cerraba una época de oro de la literatura europea.

 

La experiencia de la guerra mundial fue decisiva en la formación de Ungaretti. Producto de aquellos años, vividos en contacto con el sacrificio y la muerte, el poeta que se había reconocido como “hombre de congojas” tuvo la madurez literaria y la fuerza moral para resistir a la desilusión de la posguerra. Esos cambios, por ejemplo,  se manifestaron en una poesía dedicada a la memoria de la madre; donde lo religioso se funde con la conmovedora participación humana, íntima; la del hijo esperado en el cielo, fielmente, por quien lo ha puesto en el mundo:

 

La madre

Y el corazón, cuando de un latido

haga caer el muro de sombras

para conducirme, Madre, hasta el Señor

como una ocasión, me darás la mano

 

De rodillas, decidida,

serás una estatua ante el Eterno,

como ya te veía

cuando aún vivías

Temblando, levantarás los ancianos brazos,

como cuando expiraste

diciendo: Dios mío, aquí estoy

 

Y solo cuando me perdones,

tendrás el deseo de mirarme.

te acordarás de cuánto me esperaste,

y tendrás en los ojos un rápido suspiro

 

 

Otros poemas de Ungaretti:

 

Nacimiento

 

No deseo

sumergirme

en un rincón de las calle

 

Tengo tanto

cansancio

sobre las espaldas

 

Dejadme así

como una

cosa abandonada

y olvidada

en una

esquina

 

Aquí

no se siente

más

que el calor agradable

 

Estoy con las cuatro

volutas

de humo

de la hoguera

 

(L’Allegria)

  

Tranquilidad

 

Después de tanta

niebla una

a una

se develan

las estrellas

 

Respiro

el fresco

que me deja

el color del cielo

 

Me reconozco imagen

pasajera

 

Tomada en un giro

inmortal

 

(L’Allegria)

 

III

 

Ahora el viento ha quedado en silencio

Y silencioso está el mar;

Todo calla, pero yo grito,

El grito solo de mi corazón,

Grito de amor, grito de vergüenza

De mi corazón que arde

Cuando te miro y me has mirado

Y no soy más que objeto débil

 

Grito y arde mi corazón sin paz

Cuando ya no soy más

Que una cosa abandonada y en ruinas

 

(La terra promessa)

  

El hermetismo en la poesía de Giuseppe Ungaretti

En Italia entre las décadas de 1920 y 1930, es decir, en el periodo de entre guerras, surgió una corriente poética: el hermetismo, término que no se refiere a un movimiento literario real sino a una actitud común adoptada por un grupo de poetas. Fue bautizado así por el crítico literario F. Flora, quien utilizando el adjetivo hermético quiso definir un tipo de poesía caracterizada por un lenguaje difícil, ambiguo y misterioso. Frente a la producción poética anterior, el hermetismo presenta varias novedades:

 

- La brevedad, desde un punto de vista cuantitativo de la producción (todos los poemas son breves).

- El rechazo de la poesía de voz abierta (palabras cortas y entrecortadas) del rico lenguaje literario.

- Para llegar a un nuevo poema, los herméticos se centran en la gracia de la palabra y en el juego analógico.

 

La búsqueda de lo esencial conduce al rechazo del lenguaje poético tradicional y a la exploración de una expresión que, liberada de toda intención oratoria y de ataduras lógico-sintácticas, logre tocar el fondo de la realidad que se quiere expresar.

 

En otras palabras, se trata de devolver a la palabra, desgastada (consumida) y abusada, la virginidad (como si acabara de nacer) y la novedad Y en cambio dotarla con ese valor y significado que tenía cuando, utilizada en el nieblas del tiempo por primera vez, aún podía establecer una relación entre el hombre y las cosas y tenía un valor casi mágico y evocador, daba forma y realidad a las cosas. Para ello recurre a la analogía que ciertamente no fue inventada por los poetas herméticos pero por ellos fue elevada a un procedimiento estilístico ejemplar.

 

Durante la primera fase de su vida poética se publicó L’ Allegria, que es la primera colección de Ungaretti, en la que aparecen poesías más nuevas y originales. En esta colección encontramos todas las innovaciones aportadas por Ungaretti a la poesía:

 

- Suprime la puntuación, deja sólo el signo de interrogación. Deja espacios en blanco para que el lector haga una pausa.

- Elimina todas las palabras estrictamente poéticas, reemplazándolas por las que todos hablan y entienden.

- Altera la sintaxis al romper los "sintagmas", es decir, grupos de palabras ligadas lógicamente entre sí, al hacerlo las palabras desligadas de cualquier contexto lógico toman su propio significado al atraer la atención del lector hacia ellas como quiere el poeta.

- Rechaza las formas métricas tradicionales, de hecho escribe con versos libres.

- Va contra el estilo de D'Annunzio, el crepuscular y los futuristas, utilizando fragmentos de imágenes y expresiones escasas, sin embargo, vivas en el alma.

 

Los temas principales en la poesía de Ungaretti son:

- Los padecimientos sufridos en la guerra.

- La fugacidad de la vida.

- La angustia de la muerte inminente.

- La hermandad humana.

- La soledad.

- El dolor

- El deseo de paz, serenidad, de sentirse en armonía con la naturaleza.

GHGA

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 140, "Número 140. Los tiempos en las escuelas. (Mayo, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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