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Jueves, Noviembre 21, 2024

 

En anteriores artículos hemos apuntado que la animación sociocultural de la lengua (ASCL) no tan solo incita a la oralidad, la lectura y la escritura; sino que es el reflejo de la historia, costumbres y manifestaciones culturales de una comunidad. Si miramos a nuestro alrededor podemos identificar sus aportaciones. Por ello, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que ASCL genera cultura, actos y acciones culturales propias de una sociedad, de una comunidad, de personas en conjunto o individualmente. A todo ello, le llamamos artefactos culturales, elementos culturales, productos culturales, manifestaciones culturales. Es decir, son recursos simbólicos. Estos son formas de expresión que son representativas de la realidad, de conceptos, de idea, de imaginarios.

Todas las artes caben en la ASCL: pintura, literatura, danza, música y cantos, fotografía, cine, arquitectura, escultura. Por supuesto, también debemos incluir lo que, eventualmente, es visto como artes menores, o incluso artesanías. No compartimos esa división de “alta cultura” y “cultura popular”, las expresiones culturales son válidas por sí mismas, más allá de la estimación de los críticos, expertos y quienes velan por el cumplimiento de los cánones. Algunos productos que tienen esa función expresiva son: cuentos, diarios, diccionarios y versiones modernas como wiki diccionarios, imágenes digitales, videos, cartas, entrevistas a abuelos o testigos de otras épocas u otras regiones, canciones de amor y dolor, poemas, anécdotas y rituales. Incluso, nuevos rituales: los memes, los mensajes privados, las conversaciones grupales (chats), gifs de felicitación, canciones y videos compartidos entre amistades y familiares. Ahora, ¿cómo vamos a cantarle a nuestros muertos? ¿Cómo abrazaremos a quienes recuerdan la pérdida de un ser querido? ¿Cómo contaremos a nuevas generaciones lo vivido en la pandemia del COVID 19, durante el confinamiento, el aislamiento, los contagios, los miedos y las formas en que lo estamos superando?

La respuesta de: ¿cómo contaremos a otras generaciones lo vivido? Nos remonta al siglo XVII, en el continente europeo, cuando comenzó un movimiento peculiar: los recopiladores de historias. Personajes que deambulaban de población en población escuchando a los pobladores contar sus propias narraciones y las de otros, ¿quién no recuerda y ubica perfectamente a Charles Perrault, a los hermanos Grimm, a Hans Christian Andersen?, y sus relatos: Caperucita Roja, Hansel y Gretel, la Sirenita, y otras. Todas estas historias de boca en boca se tuvieron que escribir para perdurar, pues recordemos que la oralidad precede a la escritura. Por ello, ahora es prioritario encontrar la forma de canalizar la oralidad de nuestras vivencias postapocalípticas y dejar evidencia escrita o artística para continuar alimentando a las generaciones posteriores de esta experiencia y de cómo la hemos enfrentado. La ASCL pretende que cualquier individuo pueda transmitir su historia, pero si un individuo no está dispuesto a intentarlo, es indispensable que exista un recopilador que podría ser el docente, el padre o el hijo según sea el caso.

Sin embargo, la expresión oral, escrita o musical de nuestras vivencias no lo es todo, por ello consideramos también otras manifestaciones como: dibujos, mapas, esquemas, diagramas, pinturas, modelos de plastilina o madera, colecciones de objetos de la naturaleza (animales, piedras), o fabricados por el ser humano: posters, estampillas, lápices, miniaturas, fotos, videos, recuerdos en formatos como video, teatro guiñol, pantomima… ¿Qué nombres pondrán los menores de edad a sus muñecas? ¿De qué las atenderán los médicos infantiles que juegan a sanar juguetes enfermos? ¿Estarán inscritos himnos, tradiciones, festejos como el 15 de septiembre, conmemoraciones como Día de Muertos y esa mezcla que se ha hecho con Halloween y el Día de Brujas? ¿Leyendas de la colonia o incluso prehispánicas que abundan en las diferentes regiones culturales del país, narraciones orales, historias personales o familiares de migración (urbana o a otros países), reconstrucción de la historia familiar? En fin, todas las expresiones que puedan pensarse buscarán nuevos formatos de expresión.

Es importante recalcar que la influencia de la ASCL no se limita solo al individuo. Estamos convencidos que cuando alguien escribe su historia tiende a reflexionar sobre ella, asumiendo su responsabilidad en los acontecimientos y por consiguiente modificando de alguna manera su propia vida. ¿Ocurrirá lo mismo, cuando la historia de un individuo coincide con la de otro u otros? La respuesta es sí. Pero, entonces, se gesta la oportunidad de reflexionar de manera colectiva, no solo sobre su situación particular, sino sobre la sociedad en la que están inmersos. Una frase célebre lo resume todo: “Quién no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”.

Empero, transformar la historia colectiva requiere de ciertas facultades que cada individuo deberá desarrollar apoyado en la ASCL y así tomar las riendas, algunas de éstas son:

  • La autonomía. Es una construcción social, las ASCL alimenta y prohíja a seres humanos que se vuelven capaces de actuar con independencia de las multitudes o de la corriente de opinión mayoritaria y que, al hacerlo, demuestran la firmeza de sus convicciones, de su voluntad y de interés por el bienestar y mejoría de otras personas. Lo son, por supuesto, la discrepancia, la inclusión, la tolerancia.
  • La toma de conciencia, potenciar el pensamiento crítico. El escribir nuestra historia y conocer las de los demás, nos permite reflexionar.
  • La solidaridad. Solo al conocer las historias de los demás miembros de la comunidad, seremos capaces de experimentar la “otredad” que no es más que ponernos en los zapatos del otro. No solo se trata de actuar caritativamente cuando ocurre un incidente grave (terremoto, inundación, etc.), sino que debemos asumirla como una forma de vida.
  • Lograr la participación colectiva en las decisiones de la comunidad es el ideal y solo se logra cuando la solidaridad, la autonomía y la toma de conciencia forman parte de cada individuo.
  • Autoorganización. La capacidad de autoorganización no es más que gestionar las actividades o recursos de manera autónoma para permitir la subsistencia de la comunidad.

Y dejamos una pregunta al aire, de la que nos gustaría conocer tu respuesta. ¿Podría ser la ASCL el detonante para una revolución social?  ¿O para una evolución social? Ya el distanciamiento social y el confinamiento obligaron a adoptar nuevas formas de compra, de diversión, de interacción social. Desde la escuela, es crucial fomentar que la niñez y juventud propongan sus ideas, sus nuevos juegos, sus maneras de interactuar, nuevas formas de trabajar, los sistemas para presentarse socialmente, sus mecanismo y artes para representarse ante otros y establecer otras manifestaciones culturales, sus planes de viaje y de contacto con otros grupos culturales, diversas formas de conocer y visitar museos, ruinas arqueológicas, lugares turísticos.

Procuremos dar la ocasión de que sean estudiantes los que nos digan la forma en que desean generar sus aprendizajes. Es tarea de docentes definir los objetivos de aprendizaje en conjunto con cabezas de familia, autoridades y expertos en educación. Por ello, la invitación está abierta: una vez definidos esos objetivos de aprendizaje y las competencias a desarrollar (el “qué” de la educación), permitamos que sean las y los educandos quienes decidan (el “cómo”) la manera de ejercerlos, de cultivarlos, de producirlos. Acompañemos a esta generación en su propio viaje, seremos testigos de ese destino, sin abandonar nuestras responsabilidades.

 

Referencias

Garralón, A. (2004). Historia portátil de la literatura infantil. CDMX: Alianza Editorial.

Gómez Acosta, F. R. (2015). La Animación Sociocultural. Atalaya Gestión cultural.

 

 José de Jesús González Almaguer   

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Docente de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y del Colegio de Imagen Pública. Ha realizado intervenciones como consultor y brindado capacitación tanto en el sector privado como público y el tercer sector. Su trabajo profesional le ha llevado a recibir distinciones internacionales. Ha participado en once libros especializados en español y uno en inglés. Lic. En Periodismo y Comunicación Colectiva, Maestría en Educación, estudios de Maestría en Comunicación Institucional, Especialista en Valores, estudios doctorales en Humanidades y estudios doctorales en Innovación y Responsabilidad Social.

 

Mtra. Norma Olivia Matus Hernández      

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Se ha desempeñado como docente frente a grupo de primaria por veintiún años y cinco años como mediadora voluntaria del programa "Salas de lectura" de la Secretaria de Cultura. Maestra en Educación Básica (UPN). Diplomada en Mediación lectora (UAM). Diploma de Narradora oral. Lic. En Administración (UAM). Profesora de Educación Primaria (ENM).

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 134, "Número134. Formación docente: pasado, presente y futuro. (Noviembre, 2021)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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