El normalismo es una propuesta de formación de maestros que nace con la revolución francesa. En octubre de 1795, el Comité Público presenta el proyecto para el establecimiento de la Instrucción Nacional, y considera a los maestros como pieza clave para llevar la norma o regla de igualdad, libertad y fraternidad a todo el territorio francés.
Para el caso de México, la primera escuela normal se creó en 1824, en Oaxaca, dependiente de la compañía Lancasteriano, una organización clerical. Es hasta 1885 que Enrique Laubscher y Enrique Rébsamen proponen la Academia Normal en Orizaba, Veracruz, que consistía en cursos de perfeccionamiento para profesores con presupuesto estatal. Dada esta proyección, un año después se crea la Escuela Normal Veracruzana, en Jalapa, ya como una institución formadora de maestros con carácter regional. El 24 de febrero de 1887 se funda la Escuela Normal para Profesores en la Ciudad de México, ya con una visión nacional y con un proyecto del liberal Ignacio Manuel Altamirano, y a la que se suma la Escuela Normal para Profesoras un año después. Ambas serán el cimiento para la hoy Benemérita Escuela Nacional de Maestros, producto de la Revolución. Es en 1922 que se crea la primera escuela normal rural en Tacámbaro, Michoacán, con el propósito de atender las demandas populares de su población. Este proyecto llegó a sumar 36 escuelas, y dado el carácter de lucha de sus estudiantes, se ha visto mermado hasta reducirse a 16 en todo el país en la actualidad.
Vaya este recuento apretado y primigenio para recordar que el normalismo es una propuesta de Estado para la formación de maestros, que en sus orígenes contó con una cobertura de internados, comedores y becas para sus estudiantes, así como la garantía de una plaza para sus egresados; situaciones que hoy se ensombrecen y que históricamente han movilizado a los normalistas.