Habitualmente no detectables por los poderosos algoritmos y robots, que determinan lo que mayormente ven las audiencias y las califican como más vistas para influir otras visitas, existen en algunas plataformas de streaming un cine alternativo importante pero oculto. Es el caso de obras del cine iberoamericano y de otras regiones del planeta, a la que estamos poco acostumbrados.

Mentes peligrosas documenta y hace emerger tres cintas de ese tipo: presentes, notables por diferentes razones, pero escondidas en las plataformas más allá del dato cuantitativo.

Canción sin nombre o la miseria y la impunidad en la región

Canción sin nombre ( León. M.  Perú, 2019) , nominada a mejor película extranjera en la primera ronda de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos de este año, nos da muestra de la vigencia del cine peruano.

La cinta, filmada totalmente en blanco y negro, comienza con una fiesta/baile/música/ritual indígena, que acentúa el origen de la que será la protagonista de la trama. Georgina, vive en una zona marginada en Lima, después de haber emigrado de su pueblo natal, y se dedica a vender papas en un puesto afuera del mercado. La pobreza es semejante a la de otros lugares de América Latina; igual de dolorosa y permanente. Vive con su esposo que se dedica a bajar la mercancía de los camiones. La época que se representa – muy sutil, pero en forma clara y contundente- es la de los ochenta del siglo XX en Perú, en la que son visibles los estragos financieros impuestos por las bancas internacionales sobre las personas, la incapacidad gubernamental, la marginación, la discriminación a los grupos originarios y el inicio del terrorismo. 

Georgina está embarazada, pero no cuenta con ningún servicio de salud, escucha por bocina local ( una especie de radio para los concurrentes al mercado ) un anuncio que indica que en un lugar ayudan en el embarazo y el parto a las mujeres en forma gratuita. Ella acude, por el abandono de servicios de salud, en los que se encuentra.

En el momento del parto, el niño le es robado. Comienza así un periplo desgarrador, al acudir a las autoridades no es escuchada. Georgina desperada va a un a un periódico en el que va a encontrar eco de un periodista que trata de dar seguimiento al caso, hasta que es amenazado de muerte.

Es imposible ver esta esta película y no ver el grado de implicación que tiene en la violencia, la corrupción y la delincuencia de los gobiernos y la impunidad reinante en la región.

Medios hermanos o el padre ausente, más allá de la vida

La comedia Medios Hermanos ( Greenfield. L. EUA/México, 2020) , tuvo una corrida comercial en salas cinematográficas, pero fue afectada, como muchas más, por la situación del semáforo epidemiológico en la pandemia.

En tono de farsa el filme da cuenta de la situación de la familia Murguía en San Miguel de Allende en Guanajuato. Familia de clase media, como miles en México,  que es fracturada cuándo el padre tiene que emigrar a buscar trabajo en los Estados Unidos, después de la crisis económica de 1994. En el inicio observamos una relación complementaria, lúdica y plena entre el padre y el hijo Renato, que ante la inmigración es rota para siempre, dado que el papá no regresará a México.

En la segunda parte vemos los últimos momentos de la vida del padre Murguía y como Renato adulto - ingeniero exitoso en México y a punto de casarse- acude al hospital del vecino país y lo ve con desprecio sin terminar de escucharlo. Seguirá una road movie:  los medios hermanos recorrerán las carretas del sur de los Estados Unidos. La narración utiliza sketches-escenas, en los que observamos como junto con Asher- norteamericano y opuesto a Renato en carácter y temperamento- los hermanos viajan en una vieja camioneta por la trayectoria marcada por su padre, en busca de respuestas existenciales.

La película superficialmente puede ser catalogada como otra más en la que el gran actor Luis Gerardo Méndez representa a un joven lejano y prepotente de una clase social alta de los llamados mireyes o pap’s.

Sin embargo, la cinta toca cuatro temas de forma atinada sobre los que vale la pena reflexionar y tal vez profundizar en otros filmes. El primero es como, cada vez más, la relación de imbricación entre los Estados Unidos y México es más estrecha en la base de la urdimbre social, más allá de las decisiones diplomáticas. El segundo tema es la relación siempre inestable entre los hermanos independientemente de las condiciones familiares. El tercer tema es el peso de la ausencia del padre, condición histórica en nuestro país, que todavía hoy en el siglo XXI es evidente, pero por situaciones distintas a otras épocas. Y también, por último, el tema de las expectativas que tienen los hijos ante el padre y los sueños y deseos, que siempre depositan estos en los hijos y que no siempre se cumplen.

La excavación o perforar hasta encontrarse

Poco antes de la Segunda Guerra Mundial ( 1938), en la región de Sutton Hoo en el Reino Unido, la dueña de una gran finca decide contratar a una persona, que ha sido ayudante de arqueólogos, para que explore algunos montículos de tierra en su propiedad. El excavador es un experimentado excavador, de edad madura que trabajara con esmero,  dedicación y profesionalismo. Solventando problemas que van de lo salarial, accidentes que ponen en riesgo su vida, hasta las cuestiones climáticas, en un contexto de guerra.

Se trata de la película profundamente humana La excavación (Dig, Stone, S, Reino Unido, 2021) que relata el hecho real de un descubrimiento arqueológico y de la relación entre Edith Pretty ( Carey Mulligan), en el proceso final de vida y Basil Brown (Ralph Fiennes) un flemático, distante pero comprometido trabajador y el hijo pequeño de ella que pronto se involucra en el proyecto. La relación no es amorosa , es afectiva y da cuenta del espíritu inquebrantable de Edith y Basil ante múltiples hipótesis y una oportunidad que les da la vida de encontrarse y darle significado a sus existencias penetrando la tierra y la historia.

La exploración que refiere la película no es menor: dará con un barco anglosajón del siglo VII, que modifica la visión de la historia de Inglaterra.  Un descubrimiento de esa magnitud movilizó expertos de los reconocidos museos centrales del Inglaterra y del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge y el desarrollo final de la cinta abre un universo del debate científico: a quién se le debe atribuir un hallazgo científico: al experto que escribirá sobre él o a los trabajadores que también ponen su vida, sabiduría, experiencia y piel en encontrarlo.