La concepción de la educación ha sido un tema controversial a través del tiempo, ya que no sólo  incluye los procesos de enseñanza y aprendizaje, sino también el espacio donde deben desarrollarse, así como los sujetos involucrados en su realización.

Hace 50 años, Iván Illich señaló la importancia de acabar con la escuela, por considerarla un medio de transmisión de los estereotipos y valores de las sociedades actuales, contribuyendo de esa manera con la alineación de la población para convertirse únicamente en personas capaces de seguir instrucciones, pero sin poder crear opiniones libres.

 No es el primer pensador que critica las características de la escuela moderna, ya que otros como  Freire o Gramsci, consideran que la educación ha servido como un medio de control social, por lo  que sus propuestas apuntan, en palabras de Freire, hacia la liberación del oprimido.

La actual situación de la educación a nivel mundial, hace propicia una reflexión al respecto, en  nuestro país, desde hace casi un año, hemos abandonado las aulas para trasladar la escuela a los hogares. Sin embargo, ¿cambiar de espacios asegura una transformación de las características y propósitos de la educación actual?

Es importante recordar que todos los miembros de una sociedad estamos inmersos en ella, por lo que hemos adquirido como propios los principios y valores que la rigen, aunque en ocasiones no sean benéficos para todos los grupos de esa población. Debido a eso, la transformación que defienden varios pensadores requiere primero que los involucrados sean conscientes de su situación para así poder hacer algo al respecto.

Sobre el espacio físico, a menudo asociamos el término educación con el edificio escolar, por esa razón muchos maestros se sienten desconcertados cuando se les pide que realicen su trabajo fuera del área delimitada por las paredes del salón. Como si el aula fuera un lugar consagrado para el aprendizaje, o ¿tal vez será para la transmisión de conocimientos?

Si analizamos las características del trabajo a distancia establecido por diferentes maestros podremos obtener la respuesta, ya que sin importar el lugar desde donde se realice, en ocasiones las dinámicas de trabajo son iguales a las que se ocupaban hace más de 40 años, basados en la transmisión de información. Las sesiones en línea se centran en reproducir la misma clase que se daría de forma presencial, pero a través de la pantalla de una computadora.

La pandemia nos obligó a transformarnos. Cada maestro lo está haciendo a su propio ritmo, porque implicó involucrar activamente un recurso que hasta el momento era olvidado por muchos: la tecnología. Esta nueva propuesta de escuela, a la que nos hemos integrado a causa del confinamiento, nos brinda la oportunidad de recordar que los aprendizajes van más allá de los plasmados en el programa escolar.

Esto se relaciona con otro de los puntos que retoma Illich en su crítica a la escuela, cuando menciona que los estudiantes deberían aprender sobre lo que les interese en el momento en que así lo decidan, proponiendo además que no haya una figura específica para compartir sus conocimientos, ya que se basa en la premisa de que la mayoría de los aprendizajes se llevan a cabo de manera informal, como lo que sucede con la educación en casa.

 Efectivamente las personas expertas en algún tema, resultan una gran fuente de información y nos brindan una nueva perspectiva de lo que deseamos aprender; sin embargo, se ha demostrado que saber sobre un contenido en específico no es garantía de poder compartirlo con los demás, ya que el profesor no sólo tiene el conocimiento conceptual, sino que también diseña estrategias útiles para que se logre construir ese aprendizaje y sobre todo, posee la facilidad para compartirlo con los demás.

Esta situación se vivió durante muchos años en el nivel de secundaria, cuando los profesores de las asignaturas eran licenciados en diversas áreas del saber, pero al desconocer sobre didáctica, no lograban ayudar a los estudiantes a construir sus conocimientos, por lo que muchos de ellos sólo memorizaban la información para aprobar el curso. 

Además, es importante recordar que las nuevas corrientes educativas proponen considerar la participación activa de los estudiantes en los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo cual significa que los maestros consideran los intereses de los educandos al momento de diseñar sus estrategias didácticas, propiciando que se formulen interrogantes sobre el tema que los motiven a buscar su respuesta durante la realización de las actividades.

El mundo se está transformando y eso implica que la escuela también lo haga, así como que maestros, estudiantes, padres de familia e incluso las autoridades educativas reconozcan el nuevo rol que tendrán en ella, ya que se fomentará la autonomía y metacognición de los estudiantes. 

Considerar a la educación como un verdadero medio para la transformación social implica romper con los paradigmas establecidos, aventurándose a realizar actividades distintas para que el estudiante aprenda a cuestionar la realidad en la que vive con el propósito de transformarla, viendo en la escuela ese espacio donde compartir y confrontar sus ideas, sin olvidar que el aprendizaje puede construirse en cualquier lugar.