Búsqueda

Sábado, Noviembre 23, 2024

Mirando en nuestro interior, buscamos entre cuanto allí hierve lo que nos parece mejor, y de esto hacemos nuestro Dios.

Ortega y Gasset

 

Para contextualizar

 

Aunque las motivaciones para escribir siempre son diversas, el detonante para comenzar a hacer este texto se dio a partir de reconocer a la escritura como una manifestación de libertad. No con esto quiero decir que ahora me considero preso; sin embargo, el confinamiento al que nos hemos visto obligados a cumplir por el crecimiento desmedido de la epidemia, luego convertida en pandemia, ocasionada por la COVID19, pronto nos permitió conocer las distancias o el número de pasos que hay entre cada objeto y cada espacio del lugar que habitamos. También tuvimos el tiempo necesario para identificar cada detalle en la construcción de nuestra casa. En fin, no sólo regresamos a mirar desde dentro estos espacios, sino que también comenzamos a practicar algunos aspectos propios de la educación contemplativa, misma que nos fue permitiendo identificar “la ignorancia sobre nosotros mismos, nuestra verdadera naturaleza y la de nuestro mundo” (Zajonc, 2013, citado en Padilla 2019, p. 269).

Fue desde los últimos días del 2019 cuando comenzó a inquietar a nuestra sociedad una noticia que, aunque lejana, preocupaba al nuestro, tanto como a otros gobiernos de la región. Se trataba del surgimiento de un virus hasta entonces desconocido para el cual, por eso mismo, no se conocía el tratamiento médico para enfrentarlo. Este virus fue llamado Coronavirus, aunque pocos días después por razones que aquí no interesan, la enfermedad que provocaba fallecimientos fue bautizada como COVID19 –hoy se habla de ensayos clínicos que podrían ayudar a “disminuir la mortalidad en enfermos graves conectados a un ventilador” (Cruz Martínez, La Jornada, 17 de junio del 2020); que la “Vacuna rusa contra Covid-19 supera con éxito pruebas clínicas en humanos” (Forbes, 13 de julio del 2020) o que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos anunció la inversión millonaria con Johnson & Johnson para la posible vacuna contra el covid-19 (CNN, 5 de agosto, 2020)-.

Se trataba del surgimiento de contagios por Coronavirus en Wuhan, capital de la provincia de Hubei, ubicada en la región central de China. Con el paso de los días esa preocupación se convirtió en una realidad para muchos países. Y se hizo también presente en México. Entonces fue definida como Pandemia por la cantidad de contagios en todo el mundo. A pesar de que los debates en torno a las mejores formas de evitar un mayor número de contagios fueron diversos y de que cualquier persona o cualquier grupo con declarados intereses se vistieron de especialistas en el tema, las autoridades de México optaron por afrontarla muy tempranamente con medidas centradas en el distanciamiento social.

Esta situación nos llevó a experimentar una realidad jamás soñada. Es decir, que llegamos a un punto en el que pensar en el futuro ya no acomodaría tan fácilmente con predicciones o lugares comunes. Porque a pesar de saber que con el transcurrir del tiempo habría un desarrollo natural de muchos procesos, también es cierto que pronto chocamos con una realidad que nos hizo saber que el mundo se puede detener. En este contexto, dado que una de las metas era evitar el contacto o roce social, con la finalidad de alentar la sana distancia, las autoridades decretaron el cierre de todos aquellos establecimientos que proporcionaban servicios considerados como no esenciales. De manera que, al cerrar los comercios y la industria manufacturera, entre otros, muchos de los pueblos y ciudades se vieron desiertos. Cuando fue posible, las empresas siguieron funcionando con base en el modelo de home office o trabajo en casa.

Lo mismo sucedió en el terreno educativo. A partir del 20 de marzo se decretó la Emergencia sanitaria generada por el SARS-CoV2 centrado, como se ha mencionado, en la estrategia de #QuédateEnCasa (DOF, 31 de marzo del 2020). A partir de entonces estudiantes y trabajadores de la educación fuimos confinados en casa y entramos en un juego un tanto desconocido. Sin embargo, considerando que la mayoría de los estudiantes pertenecen a la generación Z y la generación Alpha, tal parece que los únicos con mayor desventaja fuimos tanto los profesores “viejos” así como los estudiantes de las zonas con más precariedades del país. Los primeros por su escasa familiaridad con el uso de la tecnología y los segundos, además de la falta de recursos para contar con algún dispositivo, por las dificultades de comunicación relacionadas con la situación geográfica. En el caso de los más pequeños, aunque se sabe que prefieren el internet a la televisión, según Arribais e Islas (2020), lo cierto es que sólo el 70% de los niños mexicanos en sus hogares en zonas urbanas tienen computadora, mientras que “más de la mitad de los menores en zonas rurales afirma no usar ninguna computadora” o dispositivo (Arribais e Islas, Razón y Palabra, 17 de junio del 2020).

Ahora, al evitar el contacto con el otro para impedir la propagación del virus, se hacía necesario incursionar en el mundo de las redes sociales, de aplicaciones que permitieran conseguir la cercanía, pero desde la distancia, sin dejar de considerar que ese otro no se podría reconocer sin reconocer al yo. Pero, ¿cuáles serían las mejores maneras de hacer esto? Todo fue iniciar en este proceso y comenzamos a ver un desfile de plataformas que nos parecía interminable, no sólo por las dificultades que significaba el manejo de estas versiones de la tecnología sino hasta por el reto de aprender los nombres de las “nuevas” salas de reunión.

Hubo qué reunirnos con colegas y estudiantes en videoconferencias a través de plataformas como Zoom, Google Meet, Jitsi y Messenger, entre otras; pero también participamos en seminarios convocados por instituciones internacionales a través de GoToWebinar. En fin, mientras que al principio de esta circunstancia llegamos a creer que al no poder salir de casa para realizar viajes de esparcimiento o de negocios el #QuédateEnCasa nos daría tiempo para hacer lo que quizá por años habíamos deseado. De pronto nos vimos abrumados por una actividad académica continua desarrollada a través de estas plataformas, misma que se hizo más intensa debido al desconocimiento y la falta de dominio de estas herramientas de comunicación.

Pero también, con el transcurso de los días y al irnos familiarizando con el uso de la tecnología, descubrimos que al estar en casa no sabíamos cómo aprovechar el tiempo en familia. Fue así que se fueron reinventando formas de relacionarse dentro del hogar. De esta manera, como si se tratara de participar en una suerte de juegos mnemotécnicos trajimos “lo mejor” de los tiempos pasados. Respetando la sana distancia, aprovechamos más de alguna noche para que, al bajar el interruptor de electricidad de nuestra casa, pudiéramos entrar a un concurso familiar de proyección de imágenes de sombras creadas con la ayuda de una lámpara y manos habilidosas; otras tardes fuimos partícipes de juegos tradicionales como la Lotería; o los juegos de Mesa, ya fuera el Dominó o el Ajedrez, con la familia.

También pudimos entrar nuevamente a la cocina para experimentar las recetas de la abuela; nos acercamos al huerto familiar y dedicamos más de una tarde para admirar el crepúsculo en busca del cometa Neowise que estuvo de visita por esta parte de nuestro sistema Solar, y llegamos a preguntarnos ¡cómo dejamos de admirar la naturaleza! En suma, fuimos descubriendo tradiciones perdidas y nos enteramos que no se trataba sólo de un asunto de memoria, sino también de emociones. Y dado que todo esto venía sucediendo al mismo tiempo que cumplíamos con las tareas escolares también llegamos a pensar si acaso hasta antes de esto habríamos convertido a la Escuela en guardería (en realidad no ha cesado la queja de padres de alumnos de educación básica pidiendo que ya regresemos a clases presenciales “los niños ya están aburridos en casa”, “no los aguanto en la casa”, señalan algunos padres y madres).

¡Cuántas formas de entender la circunstancia! ¡Cuántas personas pretendieron convertirse en especialistas y propusieron acciones a veces chuscas! Así encontramos que a pesar de las recomendaciones sanitarias de las autoridades competentes hubo comunidades en donde los cuidados para evitar contagios fueron desestimados por sus pobladores quienes arguyeron un sinnúmero de posturas. En el mismo sentido, mientras que algunas autoridades locales, municipales y estatales fueron partícipes de fiestas relacionadas con el casamiento de algún familiar o amigo y también autorizaron la apertura de centros de esparcimiento como bares, centros de baile, balnearios, entre otros, manifestaban, por otro lado, su disgusto y exigían la destitución de los responsables de salud a nivel federal, por considerar que “su estrategia de contención y medidas sanitarias para atender la pandemia del covid-19 en México ha sido desatinada y ha costado la vida a miles de mexicanos” (Max Cortázar, Excélsior, 4 de agosto de 2020).

 

Cañada Honda ante la COVID19

En este proceso las normales rurales se vieron envueltas en su propia circunstancia. ¡Qué pronto llegamos a extrañar a nuestros estudiantes, a nuestra Escuela! ¡Cuántas historias relacionadas con las nuevas experiencias de trabajo se fueron construyendo así, como entre sueños! Aunque reconocemos que, como ya se ha dicho, el impacto de este fenómeno se vivió en las múltiples facetas de la vida cotidiana de la sociedad, cada comunidad lo afrontó de acuerdo con su propia interpretación. En la Normal Rural ubicada en Cañada Honda, una maestra comentaba su tristeza y sentimiento inexplicable cuando, después de recibir la indicación por parte de la Dirección de la Escuela, por allá en el mes de marzo, debió regresar a su cubículo para limpiar su espacio y guardar sus materiales porque “a partir de ahora trabajaremos a distancia con las estudiantes”. El colega del cubículo contiguo al espacio donde yo estuve “hasta antes de la pandemia” expresaba su preocupación por los retos que enfrentaría para mantener comunicación con sus alumnas. ¿Cómo le vamos a hacer para continuar con el desarrollo de nuestra Tesis? ¿y el proceso de titulación? ¿qué sucederá con el trabajo docente en nuestras escuelas de práctica?, eran solo algunas de las preguntas que manifestaban las estudiantes del octavo semestre.

Durante las últimas décadas, cuando escuchábamos a muchos de los funcionarios educativos hablar de la importancia de incorporar el uso de las tecnologías para acercar el conocimiento a nuestros estudiantes, parecía quedar claro, por lo menos para ellos, que era mucho mejor la escuela que deseaban que la que existía en realidad. Ahora, después de algunos meses de confinamiento y de haber concluido por primera vez en la historia un ciclo escolar a distancia a través del “uso de la tecnología”, comprendemos que lejos de considerar como una prioridad la habilitación de estudiantes y profesores en este campo, las características de un México rural y de clases subalternas marginales han sido determinantes en los resultados obtenidos hasta el momento.

En nuestro caso, las condiciones de las estudiantes y de las regiones de donde son originarias hicieron muy difícil la comunicación y la ahora tan deseada Educación a distancia. En este sentido, debe decirse que al tratarse de una normal rural con matrícula proveniente de 17 entidades del país, las condiciones de las estudiantes son congruentes con las características de la región de procedencia. Así encontramos que, del total de la matrícula, el 1 por ciento carece del servicio de energía eléctrica en sus comunidades; el 6 por ciento no cuenta con telefonía celular; el 27 por ciento carece de computadora; mientras que el 79 por ciento no tiene acceso a internet (Infografía construida por la Dirección de la Escuela).

De esta manera, aunque hubo casos de estudiantes que no tuvieron dificultades para conectarse y poder interactuar o responder de manera oportuna a las sugerencias de trabajo de sus profesores, también encontramos a quienes no contaban con equipo de cómputo o que, al tener como única herramienta su teléfono celular, tenían qué salir de su casa para buscar la parte más alta de su comunidad y lograr por lo menos “una rayita” de señal. Por otro lado, en donde no se cuenta con energía eléctrica observamos el gran esfuerzo e ingenio de una estudiante que, valiéndose de una batería de automóvil y una serie de cables conectados a un dispositivo poco común, cargaba pacientemente su computadora “para terminar oportunamente y poder enviar el trabajo”.

Dado que todo lo relacionado con el desarrollo de la actividad académica se convertía cada vez en algo nuevo; también los Exámenes profesionales contaron con su pizca de originalidad. Estudiantes que por carecer de todo tipo de recursos debieron realizar su Presentación y Defensa sin más testigo que el dueño del ciber de la comunidad más próxima a su domicilio y uno que otro curioso;[i] aquellas que solicitaron a sus maestros conocidos su consentimiento y apoyo para realizar su Examen en el saloncito más presentable de la Telesecundaria donde ellas estudiaron; o quienes con algo de pena tuvieron que ir con alguna persona conocida del pueblo o de algún pueblo cercano para que les permitiera una conexión de internet un poco más estable. Finalmente se dieron casos en los que teniendo todo previsto para una buena presentación de su Examen de Grado, con vestido especial para la ocasión y su respectivo arreglo floral, a la hora del compromiso perdieron toda posibilidad de conectarse a internet “porque a veces se va la señal” y debieron salvar el momento realizando el ejercicio guiando a su Director de tesis en la presentación de sus diapositivas y participando ellas a través mica, ﷽﷽﷽﷽permanecemos e  eabajando en la modalidad a distancia?e este sistema de formacimpromiso perdieron toda posibilidad de del teléfono celular.

Al término de esta experiencia descubrimos que al igual que ha sucedido en otros ámbitos de la vida social, los integrantes de estas comunidades escolares hemos ido encontrando los mecanismos más extraordinarios para esquivar paradigmas y replantear nuevas formas de responder a esos retos. Sin embargo, una de las preocupaciones para quienes formamos parte de este sistema de formación de maestras y maestros rurales en México está relacionada con su futuro. ¿Cuánto tiempo más estaremos confinados o trabajando en la modalidad a distancia? Si es que permanecemos en esta dinámica, ¿cuál será el futuro del sistema de internado que ha prevalecido desde su origen en la década de los años veinte del siglo pasado? ¿cuál será la nueva configuración en el estudiantado a partir de esta impronta? ¿cómo afectará este fenómeno en la construcción de las formas de entender el mundo e interactuar entre sí por parte de los normalistas rurales?

 

[i] En este contexto pudimos atestiguar que tal vez por la falta de actividad económica provocada por el confinamiento sugerido por las autoridades, el dueño de uno de estos negocios aprovechó que ese día tuvo a nuestra alumna como su cliente para realizar arreglos al local. De esta manera, desde el inicio del evento comenzaron a escucharse martillazos, golpes en el muro, risas y charla entre quien parecía el encargado del local y uno que otro vecino curioso. Una situación que más de una ocasión impidió que se escucharan con claridad las preguntas o respuestas de la sustentante.

Sacapuntas

Sub Comandante Marcos

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Orientación educativa

Decisiones

José de Jesús González Almaguer y Norma Olivia Matus Hernández

Deserciones

Mirador del Norte

Maestros en la Historia

Tarea

José de Jesús González Almaguer
Roberto de Jesús González Ugalde
Mario Antonio Ramírez Barajas
Federico Cendejas Corzo
Alfredo Villegas Ortega
Blanca Yannely Moctezuma Tapia
“pálido.deluz”, año 10, número 123, "Las enseñanzas en la crisis de la Modernidad", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
Cuadro de Honor

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