La práctica formal de un deporte debería incluirse en el currículo de todos los niveles del sistema educativo, tanto por el efecto benéfico que tiene en la salud física, como por el aprendizaje de valores que conlleva.  Cualquier actividad deportiva implica disciplina, compromiso, tenacidad, tolerancia a la frustración; si además se realiza en equipo, requiere cooperación, empatía, comunicación, respeto, compañerismo.  Se ha demostrado que el deporte puede contribuir a alejar a los niños y jóvenes de adicciones, así como a la rehabilitación de delincuentes.

En el contexto de los Juegos Olímpicos de París 2024, deseo comentar ahora dos películas que reflejan el valor educativo del deporte, especialmente para proporcionar recursos de resiliencia. Ambas presentan historias basadas en hechos reales.

La primera es una cinta del 2006 titulada en español El guerrero pacífico dirigida por Víctor Salva. Dan Millman (personificado por Scott Mechlowicz) es un destacado gimnasta universitario que se prepara junto con sus compañeros de equipo para calificar como representante de su país en competencias internacionales. Todo parece ir de maravilla: su desempeño en la gimnasia, sus calificaciones académicas, su vida social y sus conquistas románticas, hasta que conoce a un enigmático hombre (Nick Nolte) que atiende una gasolinera cercana a su casa, quien le cuestiona el sentido de su práctica deportiva y de su vida: “¿qué harás si no calificas para los juegos olímpicos?” -le pregunta. El gimnasta apoda “Socrates” al hombre porque lo conmina a reflexionar, como el filósofo griego, en una suerte de mayéutica, para encontrar el conocimiento y la sabiduría en su interior, más allá de las demandas y expectativas de su entorno social.

La manera temeraria con la que Dan conduce su motocicleta lo lleva a sufrir un accidente por el cual se lesiona gravemente una pierna. El pronóstico médico es sombrío: podrá caminar de nuevo, pero no practicar gimnasia otra vez. Durante la rehabilitación física, Dan empieza a reconsiderar algunas de las ideas que le trasmitió Sócrates y ante la incertidumbre que supone abandonar la actividad en que ha centrado la mayor parte de su tiempo y esfuerzo, decide buscar su consejo.  Contra la opinión de los médicos y del entrenador del equipo, Sócrates recomienda a Dan que retome la gimnasia, pero con un enfoque diverso: el de la atención plena en el aquí y el ahora. Le explica que la sabiduría no está sólo en el conocimiento sino en la acción consciente. Los principios que le inculca son los siguientes:

• Eliminar la “basura” del pensamiento: miedo al fracaso, preocupación por la opinión de los demás, resentimientos por cuestiones del pasado, los temores de pérdidas y de otros problemas futuros que no pueden controlarse.
• Desplazar el egocentrismo por una actitud de servicio e interés genuino hacia otras personas.
• Ser consciente de las propias elecciones y responsabilizarse de las decisiones y los actos.
• Aceptar la paradoja y el cambio como parte ineludible de la realidad.
• Tomarse con humor las contingencias de la vida.
• Disfrutar el camino, mientras se intenta alcanzar la meta.

La película se basa en la novela Sacred Journey of the Peaceful Warrior (El camino del guerrero pacífico) escrita por el propio Dan Millman, exatleta estadounidense campeón del mundo, entrenador de artes marciales, catedrático y actor ocasional, a partir de experiencias de su propia vida. 

La historia muestra como el deporte unido a la práctica de la conciencia plena puede ser una vía para la recuperación y el crecimiento personal, y recuerda en cierto sentido, la relación entre el mentor y el adolescente de la película Karate Kid. Quien se interese por la cinta puede encontrarla completa con subtítulos o doblada al español en la plataforma Youtube.

La segunda cinta que quiero recomendar es El juego bonito dirigida por Thea Sharrock sobre el guión de Frank Cotrell Joyce y estrenada en Netflix en 2023. La historia se ubica en el contexto de la Homeless World Cup (La copa mundial de los sin techo) una iniciativa que tiene como propósito ayudar a las personas sin hogar a cambiar sus vidas.

La historia sigue a Vinny (encarnado por Micheal Ward) un migrante con empleos ocasionales que vive en su auto separado de su esposa e hija. Vinny acaba formando parte de un equipo de futbol de hombres sin hogar, por insistencia del entrenador Mal (personificado por Bill Nighy), pero se incorpora de mala gana, porque no quiere que lo identifiquen como un “sin techo”, aunque esa es su condición real. El manejador Mal intenta que el equipo logre un desempeño que le permita obtener un buen resultado en el Copa mundial de los sin techo que va a realizarse en Roma, donde ellos representarán a Inglaterra, pero sólo Vinny tiene las habilidades necesarias; Mal lo sabe porque recuerda haberlo reclutado cuando era niño para la cantera de un equipo profesional.  Vinny está frustrado porque vio truncado su anhelo de convertirse en jugador profesional y no sabe hacia dónde orientar su vida.

Podemos ver en la cinta que la práctica del futbol crea un sentido de comunidad, de colaboración, disciplina y compromiso de mejora personal entre las personas en situación de calle. La oportunidad de integrarse en la competencia les ayuda a mejorar su autoestima y la confianza en sus capacidades.

La película presenta como la participación en la contienda modifica la percepción de logro que tiene Vinny sobre sí mismo y le permite entender que puede realizarse en el futbol de una manera diferente a la que se había planteado y contribuir a la recuperación de otras personas también.

Equipos mexicanos varoniles han sido campeones en dos ocasiones y los femeniles han ganado tres veces en la Copa Mundial de los sin techo. Varios de los y las participantes provenían de familias relacionadas con el narcotráfico y la delincuencia, pero gracias a la práctica del futbol cambiaron el rumbo de sus vidas.

Gabriella (representada por Valeria Golino) la organizadora de la copa en Roma, expresa en la inauguración de los juegos que los equipos de sin techo representan el potencial del futbol para construir un mundo mejor.  Al menos, sabemos que “el juego bonito” puede crear lazos de empatía y solidaridad entre personas de diversas condiciones y orígenes. 

Ambas películas exponen bien cómo el deporte puede brindar estrategias de aprendizaje para superar dificultades personales y condiciones sociales adversas. Pone de relieve la importancia de implementar políticas de educación formal y no formal relacionadas con el deporte, para coadyuvar al desarrollo integral de niños, jóvenes y personas vulnerables o con necesidades especiales.