Reverbera hoy de nuevo lo acontecido en la década de los 30 del siglo XX, cuando los ciudadanos de Italia, España, Alemania y Portugal otorgaron el poder a sendos gobiernos fascistas, lo que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial, que cobró unos 100 millones de vidas humanas. Surgen estos gobiernos por el voto de ciudadanos conservadores con visiones estrechas, superficiales, reduccionistas y negacionistas, que les llevan a asumir posiciones clasistas, racistas, xenófobas y misóginas, y comportamientos violentos e irracionales. Confirman este avance de la derecha extrema el número de votos recibidos por Donald Trump en Estados Unidos en 2020 (74 millones), por Bolsonaro en Brasil en 2022 (58 millones) y por Milei en Argentina en 2023 (14.5 millones). Esta tendencia se repite en Europa donde partidos de corte fascista, gobiernan solos o en coaliciones en Italia, Austria, Hungría, Croacia, Eslovaquia, Finlandia, Suecia, Holanda y virtualmente en Francia, pues en la segunda vuelta de las recientes elecciones el número total de votos fue de 10 millones para la ultraderecha de Marine Le Pen, 7 millones para el Nuevo Frente Popular de Izquierda, y 6 millones para los partidos del actual presidente Macron. La ultraderecha europea mantiene frentes cada vez más activos que culminaron con la cumbre de Madrid del 29 de enero de 2022 organizada por Vox y que logró una oficina de coordinación entre las dos uniones prinicipales para influir en el Parlamento Europeo. En otras partes del mundo están por otro lado los gobiernos autoritarios: China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, etcétera.
Este panorama político prevalece mientras la humanidad padece dos problemáticas sustanciales, origen de todos los males: la doble explotación que realiza una minoría de minorías del trabajo humano y del trabajo de la naturaleza. Lo primero mantiene la mayor desigualdad social de toda la historia en la que 56 millones con fortunas de un millón de dólares o más disponen de 45.8 por ciento de la riqueza mundial, mientras 2 mil 879 millones de seres humanos, 55 por ciento del total, poseen 1.3 por ciento de esa riqueza (datos del Banco Suizo). Lo segundo es que esa misma minoría, actores de un capitalismo corporativo, basada en el uso de combustibles fósiles (carbón mineral, petróleo, gas y uranio) ha desencadenado desde 1860 una contaminación industrial de tal potencia que ha dislocado el equilibrio ecológico global y ha terminado provocando un caos climático. Dado lo anterior, un gobierno y un partido de izquierdas serían aquellos que buscan remontar esas dos problemáticas nodales. Y es aquí donde aparecen los gobiernos progresistas de la América Latina que han ganado y perdido (Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Chile, Uruguay, etcétera) y tres gobiernos que destacan por sus acciones por el bien común: India (desde 2014), Bután y México.
Los increíbles resultados de las elecciones del 2 de junio de 2024, que incrementaron en 3 millones los votos obtenidos en 2018, que le otorgaron a Morena las mayorías posibles y reales de las cámaras de Senadores y Diputados, y que batieron de manera contundente a la ultraderecha, atrajeron de inmediato la mirada del resto del mundo y la atención de innumerables analistas.
Como sucedió en India y Bután, en México todo lo logrado ha sido obra de un estadista fuera de serie, Andrés Manuel López-Obrador, cuyo esfuerzo titánico y una visión única del juego político dieron lugar a este proceso que él mismo llamó Cuarta Transformación (4T). El primer rasgo innovador es que su ideología política para nada cabe en la geometría convencional de izquierda y derecha. Su postura antineoliberal la edifica a partir de la historia del país y de sus principales personajes. Sus decisiones tienen como referentes sucesos del pasado. Su segundo aporte radica en la frase por el bien de todos, primero los pobres, la cual le inspiró para hacer llegar a 28 millones de hogares al menos un programa social, incluyendo tres que los empoderan (Sembrando Vida, Escuelas del Campo y Escuelas para el Bienestar). El tercer aporte fue su batida frontal contra la corrupción, a pesar de fallos imperdonables de funcionarios de su gabinete. Su cuarta hazaña fue su apoyo a los jóvenes, ofreciendo becas y trabajos, así como el sistema de Universidades Benito Juarez, con 140 planteles y 45 mil estudiantes localizados en las zonas más marginadas. Su quinta contribución es que, a diferencia de otros gobiernos progresistas, logró vencer a 80 por ciento de los medios de comunicación (prensa, radio, Tv y redes sociales) que se pusieron en su contra, mediante los medios gubernamentales y las llamadas mañaneras. Este gobierno ha traído esperanza en el porvenir, para resolver gradualmente sus mayores problemas. Los mexicanos vivimos en un país excepcional dentro de un mundo que parece dirigirse peligrosamente al caos.