Recientemente, la Universidad Nacional Autónoma de México anunció que por su relevancia, estudios climáticos de la UNAM reciben financiamiento internacional. Se trata de dos estudios sobre los efectos que tendría en México la aplicación de la geoingeniería solar, uno sobre la biodiversidad y otro sobre las olas de calor (https://tinyurl.com/3fz9d2sz).
En realidad, más que recibir financiación por su relevancia, sería más apropiado referirse a que la UNAM fue reclutada por la privada Iniciativa Degrees (ID) del Reino Unido, para sumar un punto más en el mapa de su cruzada global a favor de esta riesgosa tecnología.
La geoingeniería solar conlleva una enorme cantidad de riesgos, tanto ambientales, como sociales, económicos, geopolíticos. Si se desplegara a la escala suficiente para alterar el clima global, causaría fuertes sequías e inundaciones, especialmente entre los trópicos. Son tantos y tan absurdos los riesgos del despliegue de esta forma de manipulación del clima, así como imposible su gobernanza democrática y justa, que desde 2022 más de 500 científicos de 61 países demandan establecer un acuerdo internacional de no uso de la geoingeniería solar (https://www.solargeoeng.org).
Ninguna forma de geoingeniería atiende las causas del cambio climático, solamente se dirige a paliar algún síntoma, pero nada hace para prevenir la emisión de gases de efecto invernadero, creando así un mercado cautivo para quienes controlen la tecnología.
El fundador y director de la Iniciativa Degrees, Andy Parker, es un conocido defensor de la geoingeniería solar. Su ONG, registrada en el Reino Unido, siempre ha sido financiada por super-millonarios o sus fundaciones, especialmente por aquellos vinculados a los titanes tecnológicos, para los que manipular el clima es una continuación de su mentalidad tecnosolucionista: no es necesario cambiar las causas, sólo crear nuevas tecnologías y hacer negocios. Parker comenzó su carrera trabajando en el informe sobre geoingeniería de la Royal Society del Reino Unido, luego representó a esa institución para intentar impedir (infructuosamente) que el Convenio de Biodiversidad de ONU estableciera una moratoria contra la geoingeniería en 2010.
Formó entonces la llamada Iniciativa de Gobernanza de la Modificación de la Radiación Solar (SRMGI, por sus siglas en inglés), que se enfocó en pagar seminarios y actividades en el sur global, arguyendo que de esa manera demostraba el interés de la región en la geoingeniería.
La geoingeniería siempre ha sido –y sigue siendo– una propuesta de una vastísima mayoría de empresas, militares y científicos de los países del norte más contaminantes, los mayores causantes históricos del cambio climático. La gran mayoría de propuestas e investigación vienen de Estados Unidos. En ese, su contexto, la SRMGI cambió varias veces de nombre hasta el actual, más nebuloso, Iniciativa Degrees.
Sigue con financiamiento de millonarios y sus fundaciones, pero ahora ofrece pequeños subsidios a investigadores en universidades del sur, para hacer estudios relacionados con la geoingeniería solar. Son estudios en marcos decididos por quien los paga, estrechos en su alcance y en muchos casos, con marcada participación de investigadores en geoingeniería de países del norte y usando sus modelos de evaluación. No se trata de que las universidades del sur puedan realizar los estudios climáticos que consideren más relevantes y necesarios, sino sólo aquellos vinculados a la aplicación de la geoingeniería solar.
Esto le sirve a ID, además, para crear un grupo de académicos cercano, a quienes luego ofrecen otras actividades de la comunidad de geoingeniería y si se hacen merecedores, les facilitan becas en universidades del norte. De ese grupo seleccionan algunas personas ambiciosas y políticamente cercanas, a las que financian para hablar como supuestos representantes del sur global, aunque en muchos casos ya tienen algun puesto en universidades del norte que promueven la geoingeniería, como la universidad de Harvard.
Una de las propuestas más estudiadas de geoingeniería solar es la inyección de sulfuros u otros aerosoles en la estratósfera, seleccionada también para los estudios en la UNAM. Es una propuesta altamente controvertida por la contaminación e impactos nocivos que conlleva. También rechazada a nivel global por los pueblos indígenas, donde sus promotores han tratado de hacer experimentos de campo. En México, una empresa estadunidense comenzó experimentos ilegales que afirmaron se basaban en esa tecnología. El gobierno los detuvo y anunció en 2023 que no serán permitidos experimentos de geoingeniería solar en el país (https://tinyurl.com/bde9dpup).
Esa medida de México ha tenido repercusión mundial y fue probablemente una de la causas por las que la Iniciativa Degree vino expresamente aquí a reclutar a la UNAM. En la Asamblea Mundial del Medio Ambiente de ONU, febrero 2024, la medida precautoria de México fue un ejemplo, para que se cancelara una propuesta de estudios aparentemente neutrales, que Estados Unidos, Reino Unido y pocos países más pretendían usar para avanzar la geoingeniería solar. Un grupo de investigadores africanos financiados por ID salieron a defender esa propuesta. Los países de África, por el contrario, propusieron avanzar en un acuerdo de no uso de la geoingeniería solar (https://tinyurl.com/3884sav5).
Silvia Ribeiro es Investigadora del Grupo ETC