I
A unos días de la elección presidencial, el profesor César se siente triste y desintegrado. Por más que lo intenta no se encuentra en estas elecciones. Las campañas han sido mediocres y llenas de significados negativos: violencia de diferentes tonos a lo largo y ancho del país; debates en que más que propuestas, se exhiben insultos, amenazas y descalificaciones.
En su calle ha existido una olimpiada de ruptura y tirado de gallardetes y carteles publicitarios: un día pone un partido, al otro día, otro partido rompe y pone sus candidatos, cosas que nunca había visto; los medios de comunicación cínicamente tratan de balancear lo que juzgan intervenciones presidenciales, lo cual podría estar bien pero lo hacen con mentiras y exageraciones; en las redes sociales las agresiones crecen todos los días; las encuestas solo sirven si apuntan al candidato de preferencia propia.
“No, no ha sido un buen proceso electoral.” Piensa el maestro decepcionado.
II
César Labastida Esqueda sabe que la democracia es una forma de gobierno imperfecta. La participación libre siempre encuentra contrapartes que tratan de imponer su preferencia. Eso hace que la democracia siempre sea un territorio de tensión y confrontación.
Al profesor César le gustaba comentar a sus estudiantes que el mejor concepto de democracia se encuentra en el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano: “…Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.”
César, entonces les preguntaba: “¿Hasta dónde hemos avanzado en ese sistema de vida que mejora condiciones? Y ahora les preguntaría: “¿Qué dicen de eso las candidatas y el candidato a la presidencia de la república?”
III
Luego de una interesante discusión sobre el segundo debate de los candidatos a la presidencia en el curso de Comunicación y educación que imparte el profesor César Labastida, una estudiante lanzó una pregunta directa:
─Oiga profe, ¿y usted por quién va a votar?
El maestro permaneció en silencio con una sonrisa mordaz.
─El voto es libre y secreto, Fernanda. ─señaló una de las estudiantes más serias del grupo.
─Ya profe, díganos por quien va a votar.
Labastida continuó mudo, pero agudizó el sarcasmo en su mirada.
─Sí profe, ya diga por quién va a votar. ─ordenó otra alumna sentada al frente del salón.
─¿Por quién creen que votaría? ─interrogó el maestro César a la clase.
─No sabemos, ya diga… ─espetó Fernanda.
─Si hubieran estado atentos a los contenidos que he expuesto en estas últimas sesiones, sabrían por quién voy a votar.
En desorden, algunos estudiantes expresaron: “¿Por Sheinbaum, profe?” “¿Por la Xochitl?” “No nos diga que va a votar por Maynez”
El profesor Labastida negó con la cabeza.
─¡¿Entonces no va a votar, profe?! ─condenó Fernanda.
─Sí voy a votar, pero lo haré por el proyecto que esté más cercano a la propuesta social y educativa que hemos estudiado y analizado en clase.
─Ya díganos por quién va a votar, profe.
─Ya les dije: voy a votar por la propuesta educativa que ya hemos discutido, porque esa perspectiva presupone un proyecto social, económico y político global. Si pusieron atención en lo que hemos conversado y discutido, lo sabrán.
─Uuuuy, profe. ─interpeló uno de los alumnos más relajientos, pero inteligente. ─¿entonces anulará su voto?
IV
La tristeza y desamparo del profesor César radica en que votará en las próximas elecciones, aunque no esté convencido por ninguno de los candidatos: no cree que la continuidad garantice nada, ni que la descalificación y el insulto sean alternativas a la falta de un programa social y de país distinto a los que conocemos. No ve creatividad, estrategia, estructura, planes de largo plazo, sustentabilidad, unidad, renovación, sensatez, pertinencia… César no ve mucho en términos propositivos. Ve oportunismo en la tercera fuerza que supuestamente rompe la polarización.
El profesor César no se abstendrá, ni votará en blanco. Asistirá a su casilla con credencial de elector en mano y sí ejercerá un voto ideológico, ─es decir voto duro; por quien siempre ha votado─ no de coyuntura, porque está convencido que la educación política siempre está por iniciar, pero necesita personas con verdaderas convicciones, sean estas del color que sean.