Durante un mes muchas personas alrededor del mundo hicieron una pausa en sus ajetreadas vidas para centrar su atención en un evento más importante, un acontecimiento que sucede cada 4 años y que reúne a personas de diferentes países, religiones, razas y creencias: el fútbol. Su relevancia es tal que, a pesar de no ser una materia, en muchas escuelas se crea un espacio dentro del tiempo de aprendizaje para seguir con fervor los juegos del equipo nacional. ¿Es realmente importante este deporte o qué tiene, que ocasiona este nivel de fanatismo?

El fútbol, a diferencia de otras disciplinas, puede realizarse en cualquier lugar sin necesidad de grandes aditamentos, porque basta con encontrar dos objetos que limiten el espacio de una portería y contar con alguna pelota o balón para poder jugar, dependiendo de la cantidad de personas que logren congregarse será el tipo de juego a realizarse, pero sin importar los detalles, siempre brindará un buen rato de entretenimiento a los participantes.

Centrándonos en el acontecimiento que colapsó la vida de cientos de personas durante el mes pasado, el mundial de futbol es una ventana de oportunidades para el aprendizaje, mucho más allá del contexto deportivo. Simplemente, al tener una sede itinerante, permite que conozcamos la cultura de distintos lugares, aprendiendo sobre sus costumbres, formas de vestir, alimentación e incluso acerca de sus creencias religiosas. Seguir las transmisiones de los partidos, así como los programas que se hacen al respecto, permite conocer de forma distinta a la población de ese país, conociendo nuevas perspectivas de esas regiones o posicionándolas en el mapa, porque a veces propician que esos nombres que hasta antes sólo ocupaban un lugar en la lista de países de un continente, tomen un nuevo significado al mostrar sus similitudes o diferencias con las costumbres y tradiciones de nuestra propia patria.

Este encuentro deportivo también favorece el sentido de pertenencia de las naciones, porque durante 90 minutos la población se une en un mismo deseo, compartiendo espacios para observar con detenimiento la actuación de los futbolistas, creando espacios para debatir lo sucedido. Aunque en ocasiones el fanatismo lleva a comentarios desafortunados o expresiones peyorativas, estos partidos pueden servir de base para compartir ideas y plasmar metas comunes en otros ámbitos.

Debemos propiciar sociedades más colaborativas donde sus miembros se interesen en el progreso colectivo, así como se reúnen para apoyar a jugadores que están a kilómetros de distancia y que no escuchan sus opiniones, deberían crearse espacios para promover los avances científicos, tecnológicos, artísticos y deportivos en otras áreas. El fútbol es un deporte interesante, que nos demuestra cómo las personas pueden unirse con un objetivo colectivo, pero es necesario comenzar a brindar el apoyo en otros ámbitos, promoviendo con el mismo entusiasmo los congresos científicos, las representaciones artísticas nacionales e internacionales, entre muchos otros eventos que, en ocasiones, pasan desapercibidos por no resultar tan atractivos como un partido de fútbol.