A finales de agosto una plataforma de streaming estrenó un documental titulado “Los más buscados del mundo”. Se refiere a aquellos delincuentes investigados para que paguen por sus fechorías, o quienes han cometido crímenes de lesa humanidad. Entre estos últimos está el ruandés Félicien Kabuga, acusado de financiar el genocidio en Ruanda. Este hombre, multimillonario, atizó el fuego en contra de la minoría tutsi a través de emisiones radiofónicas y compró miles de armas para que los hutus descargaran todo su odio.
Esa misma semana, como coincidencia, en Francia estrenaron la película Pequeño país, basada en un libro muy conmovedor del mismo nombre, del escritor Gaël Faye. Intrigado caminé de Portales a Coyoacán para buscarlo. Tuve la fortuna de encontrarlo. Había valido la pena la caminata.
El libro citado ganó el Prix du roman FNAC 2016 y el Goncourt des Lycéens 2016. Narra la infancia de Gaby, habitante de Burundi.
Gabriel, el protagonista tiene diez años. Él y sus amigos viven felizmente en un callejón del poblado de Buyumbura. Esta calle se convierte en su pequeño universo. Allí se reúnen para platicar sobre sus aventuras, sus escapadas al río y el robo de los mangos de los jardines aledaños. Fuman a escondidas en un viejo caparazón de una combi. De pronto esa vida idílica empieza a resquebrajarse. Primero con la separación de sus padres. Después por los rumores de la guerra, conflicto que no tarda en convertirse en una terrible realidad. Surge la pesadilla. Irrumpe la guerra, el genocidio, la locura, el odio y la violencia hacia la minoría tutsi. Se instalan el miedo y la angustia.
En los peores momentos del conflicto se hace amigo de una griega extravagante. Lo invita a su casa. Allí encuentra un mundo antes desconocido, poblado de libros, “los grandes amores de mi vida, dice su anfitriona. Me hacen reír, llorar, reflexionar. Me permiten evadirme, me han cambiado, han hecho de mí otra persona”. Y entonces, a través de la lectura, Gabriel derriba los límites de su callejón, vuelve a respirar, su universo de transforma a través de la lectura. En medio de este caos están los libros como un bálsamo que cura el terror.
Dos décadas después Gabriel regresa a su pequeño país a recoger la herencia que le dejó la señora griega: su biblioteca. Recuerda los tiempos felices: las reuniones secretas en la combi abandonada, los árboles frutales, los paseos vespertinos con sus amigos, las tardes en que los habitantes de su casa debían tomar la siesta, pero que para él eran momentos de reflexión.
Visita el callejón en donde pasó su infancia. Todos es distinto. Se talaron los grandes árboles. En lugar de los setos de buganvillas, los muros de piedra están coronados con cascos de botellas y alambre de púas. El callejón ahora es gris, un pasillo polvoriento habitado por personas desconocidas. Solo encuentra a un amigo. El resto de la pandilla se ha dispersado por el mundo.
Pequeño país es un libro colmado de ternura y de pensamientos filosóficos, a pesar de la historia y de la costumbre de los hombres de aniquilarse mutuamente.
Gaél Faye tiene una maestría en economía. Pero la cambió para dedicarse a la escritura y a la música, al rap en particular. En 2013 apareció su primer disco en solitario titulado Pili Pili sur un croissent au beurre.