Nadie educa a nadie –nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo

Paulo Freire

Algunos sectores de la sociedad  han menospreciado la capacidad intelectual de  los maestros o nos juzgan como seudoprofesionales. Ha sido una batalla difícil zafarnos de esas etiquetas, más cuando el embate viene desde el gobierno y parte de la prensa vinculada los sectores más reaccionarios del país.

El maestro debe ser el gestor de los cambios en el pensamiento de la sociedad. Si lo hace con niños y jóvenes, debe incubar las virtudes ciudadanas, promover la democracia en la convivencia con sus estudiantes. Si lo hace con gente adulta debe abrir los espacios a la crítica entender el currículo oculto, expandir los horizontes de la bibliografía señalada e ir más allá para situarse en el contexto específico que realmente represente algo interesante y valioso para sus estudiantes.

La educación debe dejar de ser un simple proceso de certificación que alimente a la cadena productiva e instalarse como la semilla de la que surja una nueva sociedad. El saldo de los gobiernos de Calderón y Peña Nieto, de manera destacada, fue de incompetencia, contrario a los intereses de las mayorías y, en el caso particular de la educación, fueron doce años de golpeo y demolición de la educación pública y del normalismo en particular. 

Fueron muchas las afrentas y grande la rabia contenida de amplios sectores de la sociedad lo que nos hizo volcarnos en las urnas en el 2018. En lo particular, apoyé a López Obrador desde 2006, 2012 y 2018. Parte de su discurso fue el de la reivindicación del magisterio. Estaba si no seguro, al menos, con la esperanza de que así fuera. Por eso mi voto por él, y creo, el de miles de maestros y maestras. En términos específicos de la educación, creo que ha quedado a deber, porque los efectos y las bases de la reforma laboral, mal llamada educativa, de Peña Nieto no se han desmontado, si bien es cierto que el golpeo desapareció y se tradujo en un discurso de reconocimiento a los maestros y maestras mexicanas; mayor tranquilidad de los docentes al no estar bajo la espada de Damocles que significaba perder su plaza a través de exámenes tramposos y fuera de la realidad,  aparte de la consideración en la asignación de las plazas a los normalistas en las escuelas de educación básica.  Estos cambios, hay que decirlo, son importantes en sí mismos. 

En contraparte, la drástica y criminal reducción al presupuesto de las escuelas normales para los ejercicios fiscales de 2019 y 2020, fueron terribles y contrarias al discurso  oficial - y algunos hechos- que nos daban cierta esperanza. 

El desprestigio y la subvaloración de nuestra tarea, viene de muchos años atrás, aunque se agudizo en la docena trágica comprendida entre 2006 y 2018. Hemos dado la batalla en diversas arenas académicas, políticas y sociales para intentar lavar la afrenta, aunque no es fácil luchar contra un gigantesco pulpo que extiende sus tentáculos con voracidad y desearía borrarnos del mapa para apoderarse de un enorme botín llamado educación pública. Peleamos contra la Concamin,  Coparmex, Mexicanos Primero, Televisa, TV Azteca y la mayoría de la prensa nacional. No salimos indemnes de la batalla pero mostramos los dientes y las garras y no se fueron limpios tampoco.

La llegada de Esteban Moctezuma a la SEP, significó otra de las muestras de desconfianza y desaliento de parte del magisterio informado y que no confunde el apoyo a López Obrador con plegarse a todas sus iniciativas; en 21006, 12 y 18 había  una coyuntura y una necesidad cívica especial de hacerlo así. Había una convicción y necesidad de sacar a los nefastos gobiernos precedentes, pero eso no significa cegarse y aceptar todo del nuevo gobierno como si fueran mandatos divinos.  La Nueva Escuela Mexicana de Moctezuma es algo que sólo él sabía qué era. Nada sustancial. La pandemia hizo que se diseñara “Aprende en Casa” que han servido, si acaso, para mitigar las cosas, pero carecen de una verdadera visión de lo que es educar y – como lo he señalado múltiples veces- son ajenos a la realidad, las condiciones socioeconómicas y los múltiples realidades del México profundo.  Tan miope es su visión y limitada a su experiencia como ejecutivo de TV Azteca que los programaron como si fueran series de televisión convencionales: Aprende en Casa Uno, Dos, Tres…

Salió Moctezuma de la SEP y se fue de embajador a Estados Unidos a defender los intereses de su patrón, el de los abonos chiquitos y el que a través de su Banco Azteca recibe fuertes cantidades de dinero de los mexicanos de aquel lado de la frontera. Eso es lo que sabe hacer, aunque es una pena que ocupe un cargo diplomático pata hacerlo. Pero eso, por ahora, no viene al cuento. Adiós Moctezuma. ¿Bienvenida  Delfina?

Delfina es una maestra de primaria que viene de abajo y eso hay que reconocerlo y valorarlo, ciertamente. Es una de las luchas que hemos dado por muchos años. Quizá, si hace bien su tarea, coadyuve a recupera la imagen profesional que nos corresponde, de la que hablé al principio. Que al frente de la SEP esté un maestro y, en los nuevos tiempos, una maestra, mejor. Hasta ahí, muy bien. Pero Delfina no es una maestra como cualquiera. Ciertamente, pertenece a un grupo político y eso es bastante lógico y no cabría espantarse por ello. Sus credenciales académicas son de las que no podemos estar seguros (porque solo sabemos de sus títulos, mas no de su obra si es que la hay, ni de su proyecto educativo); tampoco de su solvencia en otros terrenos. Eso habremos de comprobarlo y rápido veremos si es un simple relevo o vienen los cambios profundos que requiere el sistema educativo nacional. No es poca cosa y no sabemos qué tanto pueda cumplir con los compromisos políticos y las deudas que deba pagar en ese sentido. 

Quienes me conocen saben que siempre he luchado por los normalistas y por la educación. Ser crítico al proyecto actual no me descalifica, ni me preocupa si algunos me juzgan por ello. No todo lo que brilla es oro. Seamos cautos y no anticipemos los grandes cambios por el simple hecho de que una maestra esté al frente de la SEP. Enhorabuena por el simbolismo y porque es algo por lo que siempre hemos pugnado, mas eso no resuelve todo. Delfina es política. Fue presidenta municipal, diputada, senadora. En ello se ha preparado, no en la investigación educativa  o el trabajo docente. Recuerden el apoyo del yerno de Elba Esther y de Guzmán Ochoa (charros de cepa) a su candidatura al gobierno del  Estado de México. Ahí hay un tufo muy fuerte de esos nefastos personajes y un peligro mayor, en principio. ¿Cuántas facturas deberá pagar? Al tiempo. Espero equivocarme, pero no quiero pecar de ingenuo.

Sé que lo que digo puede ser impopular o  incorrecto políticamente ante mis compañeros maestros y, sobre todo maestras, porque es importante que una maestra mexicana esté al frente de la SEP, pero siempre diré lo que pienso. No toda crítica viene de los llamados despectivamente  derechairos; no comulgo para nada con quienes nos golpearon sobre todo, en los dos últimos sexenios. Son contra natura al magisterio, mi tradición, mi familia y mis principios. Sería lo último que haría en mi vida.

La crítica fundamentada y la propuesta que debe acompañarla es fundamental si realmente queremos avanzar. Eso es todo. Ojalá la maestra Delfina Gómez entienda y represente dignamente a su gremio, comenzando por una auténtica revalorización del magisterio que no quede en discurso y empiece  con el apoyo económico   a las normales;  mejoramiento de las condiciones laborales de las y los profesores (de los diversos sistemas y subsistemas), certeza laboral y promoción horizontal y vertical en las mejores y más transparentes reglas, entre muchas otras cosas que ya he referido hasta el cansancio.  

Sus hechos -espero por el bien de todos-, habrán de hacer que, hasta entonces, celebremos. Si no, es nuestra obligación cívica seguir señalando lo que corresponda. Así pues, dejamos la bienvenida hasta que sus acciones sean dignas de una maestra mexicana comprometida con la educación, con los estudiantes y con su gremio. Hay muchos intereses, fuerzas externas e internas, no dejo de reconocer eso. No es sólo su tarea, pero es enorme su responsabilidad y crucial su desempeño. Sinceramente, como maestro mexicano, espero que haga transitar mi crítica sistemática a la SEP de los últimos años (Moctezuma incluido), hacia un reconocimiento a su tarea, por el bien de todos 

Ella tiene la palabra y los mecanismos institucionales para hacerlo y pasar a la historia o para ser sepultada en esas mismas páginas  como una funcionaria y burócrata más que no cubrió las expectativas de un pueblo ávido de nuevos horizontes, que necesariamente pasan por el tamiz de la educación. Al tiempo..