Los niñ@s, nuestr@s hij@s, y su futuro, serán hechura de nosotros, así sea para nuestra desdicha y/o felicidad, la diferencia la hará algo tan sencillo que es el cómo les ayudemos a que sus potentes inteligencias sean vaciadas o nutridas, ese es el dilema enorme de la paternidad responsable G.A.L.D.
LA REFLEXION
Redacto este epígrafe después de compartir hace un par de días una entrevista con la extraordinaria periodista chihuahuense Salud Ochoa, quien al abordarme con una pregunta sobre las armas y los niños que en estas fechas por venir recibirán sus regalos de temporada los cuales en algunos casos serán armas, de juguete cierto, pero que les harán repetir estereotipos de violencia referidos por su realidad cercana en algunos casos lamentablemente o la hipotética del juego entre los “buenos y malos” a través de estereotipos que los medios de comunicación les transmiten .
Referiré inicialmente el interesante trabajo titulado; De la quijada de burro al AK-47 (Diario de Chihuahua 12/12/20) de la autoría de nuestra Poniatowska Chihuahuense, como suelo llamar a la excelente cronista y periodista que es Salud Ochoa, ella señala en torno a la entrevista lo siguiente;
“Niños “supertiradores” en los juegos se convierten en francotiradores de países en guerra o sicarios en sitios como Chihuahua; no hay regulación alguna para los juguetes bélicos en la entidad.
El belicismo y la violencia han existido desde los tiempos antiguos cuando una quijada de burro podía ser el arma ideal para atacar al contrincante y quitarle la vida. Hoy día existe una incontable variedad de armas que van desde una pistola de pequeño calibre hasta aquellas utilizadas por las fuerzas del orden o por los grupos criminales.
La industria del juguete ha imitado dichas armas convirtiéndolas en juguetes bélicos que se regalan a los niños desde temprana edad, sin tomar en cuenta las consecuencias que esto puede generar a largo plazo hasta el extremo de convertirse en psicopatías.
“El belicismo nos ha hecho mucho daño. La venta de juguetes bélicos data desde tiempos antiguos y hasta bíblicos, recordemos que una quijada de burro fue el objeto con el que Caín mató a su hermano Abel. Es una evolución que se va dando en torno al uso de la fuerza y la violencia para imponer la ley”, dice el psicólogo social Arturo Limón, quien explica cómo esas incursiones hipotéticas en campos de guerra, a través de los videojuegos, dan pie para que los niños crean que se puede privar de la vida a alguien sin ningún motivo.
“Si en este momento uno le pregunta a los niños cuál juguete quiere, ellos son capaces de decirte qué tipo de arma y hasta el cártel que las utiliza”, indica Limón.
Lo anterior ocurre porque la exposición a estos objetos bélicos así como a los juegos de video y la violencia generalizada que se vive, va formando patrones de conducta y eso da pie a un problema mayor.
“Primero eran los “Nintendos” y ahora los juegos en video en donde se asesina a personas a través de incursiones hipotéticas en Irak, por ejemplo. Eso crea un síndrome que genera la psicopatía y lleva a pensar que la vida puede ser quitada de manera inmisericorde”, explica.
Por lo anterior, dice el entrevistado, la recomendación para los padres es estar atentos del tipo de regalos que darán a los niños, algo que sea edificante y no comprometa su conducta social a corto, mediano y largo plazo.
“Debemos entender que cualquier cosa que propicia, favorezca o incentive el uso de la violencia generará un boomerang que se devolverá en la sociedad. Muchos de los niños que eran los súper tiradores en los juegos acaban siendo francotiradores en los países en guerra, o en el caso de México y/o Chihuahua, terminan siendo sicarios. No es una estandarización pero es una lotería que mandamos para que los niños, uno que otro, sean premiados con ese gusto por el dolor y la agresión a los demás”.
La facilidad para la compraventa de juguetes bélicos y el gusto que tanto los adultos como los niños tienen por ellos, es, según el especialista, algo preocupante porque se está formando una sociedad hipersensibilizada a la violencia, misma que al final de cuentas será una sociedad violenta.
En los comercios locales –grandes y pequeños- es posible encontrar pistolas, ametralladoras y diversos juguetes de este tipo, de colores brillantes que resultan altamente atractivos para los consumidores. Los niños pueden escoger lo que mejor les parezca porque están a su disposición y alcance. Los padres acceden. Todo como un juego que inicia en un regalo navideño pero que puede convertirse en una realidad oscura a largo plazo.
“Hemos elevado el umbral de respuesta a la violencia, somos más resistentes. Aguantamos ver encobijados, decapitados, cuerpos destrozados. Nos hemos adecuado a una aceptación de la violencia que es inadecuada. El antídoto para la violencia siempre será la educación, porque –como dijo Gandhi- si seguimos ojo por ojo y diente por diente, acabaremos ciegos todos”, puntualiza.
Las armas que se ofertan en tianguis, importadoras e incluso centros comerciales son de plástico pero con forma y sonidos de un arma real. Funcionan a base de pilas lo que permite que las “balas” se muevan de atrás hacia adelante como si en realidad fueran al exterior generando un sonido similar a las que no son ficción…”
LA RECOMENDACIÓN QUE PRECEDE A LA ADQUISICION
Debemos tener muy claro que; hay por fuerza un impacto emocional de los juguetes bélicos en los niños ya que debeos tener claro que los juguetes que imitan armas fomentan la competencia, el concepto de superioridad y en enfrentamiento entre personas buenas y malas. Así, la violencia asumida por los niños y las niñas será en el futuro la base de las relaciones sociales: el más fuerte triunfa, tiene la razón y, además, es el bueno.
El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niños.
Si le regalamos a un niño o a una niña un juguete bélico es probable que juegue con él y se involucre en auténticas batallas con sus amigos o amigas. De hecho, este tipo de juego suele divertirles mucho, pero también encierran un enorme riesgo, ya que cuando aún son pequeños tienen dificultades para diferenciar entre la fantasía y la realidad, de manera que les costará comprender que los juguetes bélicos son una imitación de lo que sucede en el mundo real.
De hecho, los niños y niñas no consideran que los ladrones, los villanos o los asesinos que participan en su imaginario hagan cosas realmente condenables. Todos entran en la categoría de héroes en sus juegos sin separar realmente los buenos de los malos, en tanto que héroes y villanos usan la violencia por igual. Además, el juego les da el poder de deshacerse de todo lo que les molesta o les distraiga de sus planes. Es disfrutar de un poder muy grande: hacer desaparecer a su contrincante. En este sentido es muy probable, fuera del contexto del juego, que se pueda dar el caso que disparen a alguien de su entorno cuando están enfadados o resuelvan las diferencias de forma igualmente violenta.
El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niños.
Esto también se debe al hecho de que los niños y niñas cuando son pequeños no cuentan con suficientes estrategias de resolución de conflictos, de manera que cuando se entretienen con los juguetes bélicos aprenden a resolver sus problemas en el juego de la forma más fácil: recurriendo a la violencia. Obviamente, los juguetes bélicos por sí solos no incitan a la violencia, pero cuando los niños se percatan que al ser agresivos y usar las armas de juguete pueden salir airosos de determinadas situaciones conflictivas, es probable que quieran transpolar esa misma estrategia al mundo real (esto es clave recordemos el caso del pequeño Cristopher masacrado en Punta Oriente en 2015).
Si a esto se le suma el hecho de que el niño puede haber crecido en un entorno que incita a la violencia, en el que no se le ha enseñado a solucionar los conflictos de forma asertiva, ni a desarrollar sus habilidades sociales, entonces los juguetes bélicos pueden convertirse en un reforzador de conductas agresivas, rebeldes y violentas.
No debemos olvidar que el juego, junto con las necesidades básicas de nutrición, salud, protección o educación, es esencial para desarrollar el potencial de los niños y las niñas. El juego es instintivo, voluntario, espontáneo, natural y exploratorio. Es comunicación y expresión, combinación del pensamiento y acción; brinda satisfacción y sentimiento de logro. Está relacionado con todos los aspectos de la vida y contribuye al desarrollo físico, mental y social de los niños. Es, en definitiva, un medio de aprender a vivir, no un mero pasajero. Por lo tanto, los juguetes deben estar al servicio de los niños y las niñas y no al revés.
El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niños.
De esta manera, comprar un juguete u otro es inculcar un modo de vida. En este contexto, los juguetes que imitan armas fomentan la competencia, el concepto de superioridad y el enfrentamiento entre personas buenas y malas. Así, la violencia asumida por los niños y las niñas será en el futuro la base de las relaciones sociales: el más fuerte triunfa, tiene la razón y, además, es el bueno.
Es por ello que existen juguetes mucho más adecuados que los bélicos para orientar hacia una creatividad constructiva nuestra agresividad natural (que no debemos confundir con violencia).
De hecho, los juguetes han de ayudar al desarrollo integral de las niñas y los niños, y por ello deben poder manejarlos, moverlos y cambiarlos de forma, si se tercia, para conseguir que en el juego los protagonistas sean ellos y no sus juguetes. En esta línea, además, han de potenciar la capacidad creativa e intelectual y desarrollar la cooperación y relación con otros niños y niñas. Y, por último, han de permitir que utilicen su imaginación y fantasía.
COROLARIO
Aquí vale la frase de lo importante es el juego y ese es mejor, si se da entre padres e hijos por lo tanto me permito sugerirles; por favor padres dense tiempo para jugar con ellos en la infancia, se van tan pronto, que uno desea después tener más de ese tiempo, si el tiempo de construcción del carácter y la crianza a plenitud de nustr@s hij@s, disfrutenl@s