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Martes, Julio 02, 2024

De la amistad, la fotografía, las bebidas espirituosas y la patafísica

Conocí al ahora famoso fotógrafo Rogelio Cuéllar en 1975. En ese entonces yo trabajaba en la Comisión Nacional del Cacao. Fue mi primera experiencia como profesional de la comunicación; yo era el enlace entre la institución y los reporteros de la fuente de agricultura. El proyecto por el que conocí a Rogelio consistió en elaborar un folleto informativo sobre las zonas productoras de cacao en el sureste del país. Cuéllar fue el responsable de las fotografías. Después no volví a verlo.

En 1987 estaba en una reunión con mi amigo de toda la vida (más de cincuenta años) en su departamento. Platicábamos de cine y de literatura acompañados de algunos tragos. En un momento determinado tocaron a su puerta, fue a abrir y entró nada menos que con Rogelio Cuéllar, que era su vecino. Lo saludé. Obviamente no me reconoció. Venía a invitar a mi amigo a una reunión en su departamento. Yo también asistí como agregado.

Entre otras cosas, Rogelio nos habló apasionadamente de su profesión, de la magia del cuarto oscuro, del tiempo y de la apertura del diafragma de la cámara, de la sensibilidad de la película que debía usarse en determinados momentos del día. Aspectos que ya se han perdido con la fotografía digital. También nos platicó del carácter de algunos personajes retratados por él, por ejemplo, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Sergio Ramírez, Carlos Fuentes y José Revueltas, entre otros. En su departamento tenía colgadas varias pinturas; entre ellas una de Pedro Coronel.

El tiempo pasó rápidamente y al mismo tiempo el grado de alcohol en la sangre. Con esto no quiero hacer una apología del alcoholismo. Para hacerlo habría que tener el ingenio de Kingsley Amis, poeta, crítico, profesor y bebedor empedernido, padre del escritor Martin. Amis padre escribió el libro Sobreber, en el que hace un recorrido de los diversos tipos de bebidas alcohólicas. De hecho, el alcohol fue el causante de su muerte. Al salir de un restaurante cayó a causa de una borrachera, el golpe provocó un daño neuronal del cual nunca se recuperó.

El caso es que no recuerdo cómo y porqué, mi amigo y yo continuamos platicando de nuestros recuerdos sobre la tumba de un panteón que está ubicado frente al que fue su departamento. El camposanto no tiene barda alguna. Allí nos sorprendieron los primeros rayos del sol. No cabe duda, el alcohol termina con todo tipo de inhibiciones y también con el miedo.

 

Ubu rey

Algunas tardes de mi infancia las pasaba en una escuela llamada Rosaura Zapata. Actualmente ya no existe. Estaba en lo que hoy es el eje 10 sur, esquina con avenida Revolución. En frente está el panteón en donde sepultaron a mis abuelos paternos, a quienes tanto amé y con quienes pasé temporadas inolvidables. No recuerdo la razón de asistir a la citada escuela, ya que cursaba la educación primaria por la mañana en la escuela primaria doctor Porfirio Parra, en el elegante barrio de san Ángel. Iba con mi tío Carlos, quien muchos años fue mi compañero de travesuras y de aventuras. Lo que sí recuerdo es que un día del niño, al repartir los juguetes, no me dieron ninguno. No sé si no alcancé o porque en ese entonces era muy tímido y no me atreví a decir que yo faltaba de regalo. El caso es que llegué a casa de mis abuelos muy abatido. Al verme, mi abuelo le pidió a mi tío que me diera unos de sus juguetes. Me extrañó que con gusto me extendiera unos de sus juguetes. Me dio un muñeco de madera de color azul. Todavía lo recuerdo muy bien. Medía como 30 centímetros, tenía unos ojos saltones, una gran barriga y una enorme nariz, que fue lo primero que desapareció de su rostro. La verdad era un muñeco muy feo. Al pasar los años y después de leer la obra del simbolista y dramaturgo Alfred Jarry, Ubu rey, no sé por qué me recordó al muñeco que tuve de pequeño, le encontraba parecido con la marioneta simbólica que es Ubu, una representación de lo grotesco del poder y de la corrupción. Como complemento de su obra, Alfred Jarry acuñó la palabra patafísica, que es la “ciencia de las soluciones imaginarias”. Ciencia que seguí durante mi época adolescente y que ahora, en el ocaso de mi existencia, la aplico en algunas ocasiones.

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“pálido.deluz”, año 11, número 163, "Número 163. Gentrificación, cultura y educación. (Abril, 2024).", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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