Gentrificación, cuando escucho esta palabra pienso en Santa María la Ribera, una de las colonias emblemáticas de la alcaldía Cuauhtémoc, caracterizada por el progreso que representó y los cientos de vecindades que albergó, las cuales han ido dando paso a nuevas construcciones mucho más modernas, encaminadas a atraer a sectores sociales más privilegiados cuyo poder adquisitivo es mayor.
Sin embargo, pensar que la gentrificación sólo implica el cambio de residencia de las personas, es limitar las consecuencias que tiene, ya que, al movilizar a la población, también se transforma la cultura predominante en el contexto.
Muchas veces se asocia la educación con los procesos de aprendizaje y enseñanza que se dan dentro de las escuelas, sin reconocer la existencia e incluso el valor de la educación informal, que contempla todos los saberes que construyen las personas fuera de la escuela, los cuales están impregnados de los elementos culturales del entorno.
De esta forma, el bagaje que trae consigo una persona, también representa las creencias de su entorno, los saberes de su comunidad, así como las explicaciones que han dado a los fenómenos que experimentan. Pero ahora, la gentrificación propicia un nuevo proceso de mestizaje en el que las personas combinan sus creencias y costumbres con las de los nuevos agregados, quienes, en el mejor de los casos, permitirán esa combinación de saberes o puede que, lamentablemente, decidan que esa cultura no es adecuada, por lo que preferirán relegarla hasta desaparecerla de la zona.
Ante esta convivencia forzada, los habitantes originales también buscan adaptarse para poder permanecer en la región, provocando que aprendan nuevas costumbres o adopten creencias diferentes sólo para encajar en la nueva forma de vida, sin que eso signifique que realmente compartan esa cultura, sino que demuestran lo necesario de acuerdo con el contexto existente.
La gentrificación está transformando las ciudades, convirtiéndolas en sitios distintos donde no todos logran adaptarse, por lo que muchos prefieren aislarse o alejarse, sin embargo, presenta una nueva oportunidad de mestizaje donde se compartan elementos culturales que enriquezcan la visión de la realidad de todos los participantes, por lo que la educación formal tiene que considerar estas transformaciones para integrarlas en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.