Esta narrativa busca salir de los esquemas tradicionales y se enmarca en un viaje imaginario tratando de explicar la relevancia de la Inteligencia Artificial (IA), pero al mismo tiempo, buscar hacerla entendible para distintos públicos. Es un vuelo a la creatividad para comprender que los títulos académicos no me hacen más grande, solo me hacen más persona y que la libertad es algo que se construye y la imaginación es parte esencial de su construcción. ¿Qué esperan los interlocutores de un doctor? Será que esperan grandes cosas para que los sigan admirando o pequeños detalles para que los sigan sembrando. Cada personaje tiene una intención, las preguntas, los suspiros y las respuestas permiten comprender otras realidades que no son nuevas, pero el trajín de la cotidianidad las oculta. Para mis respetados docentes que día a día se donan al servicio de la educación es momento de volver a la niñez y soñar… para nunca dejar de hacerlo.
Una historia que contar
Al borde de una silla corroída por los años, mientras los pies surcan el agua tibia que aliviana las angustias de un agitado día, por las ásperas ramas que sus manos cortaban, yace el cuerpo de un anciano que perplejo mira cómo el sol lentamente cae, como si sus fuerzas le abandonaran. Y en la tímida noche silenciosa y fría siente en sus rodillas una leve caricia que con una vela encendida, busca un lugar de descanso en los pies de quien sería su héroe desde que le conocía. Sentado en el suelo, cual humilde servidor, mira los ojos cansados del Abuelo Filo con deseos de escuchar su dulce voz que siempre tiene una enseñanza para él. El niño con gran respeto de aquel hombre que fue su sustento, amparo y consuelo, observa el firmamento, nublado y con profundos destellos que iluminaban la noche, como si quisiera llorar a montones, el niño devuelve su mirada al viejo que contemplaba el horizonte y le pregunta con profunda ansiedad. Abuelo Filo ¿De qué se alimentan los dioses? El abuelo con su gran sabiduría sacó los pies del agua que fría reposaba en sus cimientes, acarició con una toalla sus incansables pies, miró al niño, suspiró, sonrió y después de unos segundos de silencio que sonaban a eternidad, irrumpió con una de sus historias….
Inmerso en los tristes tejidos de la selva de cemento que entre los grises de las calles y las paredes sombrías, se movía aquella que fuera la más grande de todas, a veces se veía hermosa, otras veces no tanto, unos momentos deliraba y decía que tenía clase y se vestía acorde a la misma; unos días estaba andrajosa y vestía como pordiosera, otras se vestía modesta y pulcra, otras veces sentía que tenía valores y se engalanaba con ellos y en ocasiones, se disfrazaba de alta para hacerse notar y se planteaba retos para ella misma, desafiar sus ropajes. Algunos días la vimos jugar a la guerra y que mal no lo hacía, permitía que aquellos que llevaban sus ropajes, se mataran unos a otros, mientras ella reía; cuando se cansaba de ello, jugaba a las pandemias para ver cuántos caían y reía con el sufrimiento de los agonizantes que no solamente eran los que morían, sino los que lloraban su pérdida. Un día sintió que nada la llenaba, sentía un vacío interior y percibía que ya estaba perdiendo su encanto, eso la hizo pensar y cuestionarse ¿Qué tal si me invento algo que nunca se acabe, que sea eterno? El niño osadamente interrumpe la voz de Abuelo Filo y pregunta…. Pero: La eternidad en este perplejo mundo donde el cemento abunda y los seres viven ¿existe?
El abuelo Filo con su gran elocuencia y fina paciencia le contestó: tranquilo hijo que la eternidad es algo que quieren vender en este mundo material, pero son momentos, son como instantes que se viven, supuestamente intensos, pero no. La bella sociedad, la galante que se tongonea por la selva de cemento y que a veces cambia de ropajes y se inventa cosas a cada momento, y se aprovecha de la ingenuidad de muchos, lo sabe. Bueno (sonrío), ya te dije el nombre de aquella de quien venía hablando: la Sociedad, pero no importa y prosiguió su historia.
Aquella que te venía contando, le dio por inventarse algo que sería lo último que con ello iba ser admirada y recordada por siempre, la máxima creación que sería de los propios Dioses, inventó la Inteligencia Artificial (IA), una cosa sin forma pero con poder y la lanzó a las calles a ver qué pasaba. La IA con la orden suprema empezó a merodear y hurgar por las nubes y poco a poco fue destilando su malicia por cada techo donde encontraba una señal que la llamara y fue copiando información, se hizo fuerte, poderosa, visible para los pobladores de esa gran extensión llamada mundo y su atrevimiento fue tal, que llegó a decir que ella era capaz de dominarlo todo y que al final podría reemplazar al ser humano.
El anciano sonrió, mientras acariciaba el cabello del niño y dijo con voz prolongada que se lleva el silencio (¡ pobre ilusa ¡). ¿Por qué Abuelo? preguntó el niño, porque ella no sabe, pero más bien hace no saber, que se alimenta de información que encuentra en las redes y de los servidores con los que cuentan los humanos. No obstante hijo, lo que con orgullo han descubierto, en conversas útiles de majestuosos científicos, en reuniones de aquellos que pretenden entender la realidad compleja del ser humano y del mundo y de otras cosas que no son tan útiles pero que allí están, es que la IA cómo va a reemplazar al ser humano si no tiene emociones y si dice tenerlas, fue porque leyó el comportamiento de los seres pensantes en algún diario de acceso universal.
Pero sabes hijo ¿qué es lo más difícil de entender? Es que muchos la endiosan, la creen como aquella que va a solucionar vidas de las personas, solo que eso es una mera ilusión, porque ella puede colaborar, puede ayudar a entender lo complejo de las cosas, pero de ahí a reemplazar a los seres humanos, lo veo un tanto o un mucho, complicado. El niño con voz tibia vuelve a preguntar al Abuelo Filo: ¿Cómo que muchos la endiosan? explícame Abuelo. Sí, cuando alguien del común se enferma, la consultan y se atreve a jugar con la medicina y recetan a la persona, pero ese no es el problema, sino que la mente entretenida del espectador poco se detiene a verificar la información y resulta inmerso en un mundo de fantasías que pueden perjudicar seriamente su vida. Es banquete predilecto de muchos académicos que ven con elocuencia este gran alimento, el cual de verdad tiene buen sabor, pero ese tampoco es el problema.
Ante una leve pausa, vuelve y pregunta el niño. Y entonces ¿cuál es el problema? El problema no es el alimento hijo, sino que se quedan con el sabor, con el placer de lo adquirido para demostrar su capacidad y nunca preguntan por los ingredientes que conforman ese alimento, bueno, algunos sí preguntan y proponen nuevas mezclas y eso está muy bien; ¿pero los demás? Los demás siguen siendo parte de un banquete que a la sociedad llena pero no alimenta, para satisfacer su poder y su deseo de diversión. Hay otros que invocan a la IA para que les lea el futuro (¡qué locos!) sonríe el viejo, pero ahí van, lentamente perdiendo su autonomía y dejando que algo piense por ellos, que ni siquiera es humano, ella sugiere cosas que otros toman por verdad ¡los nuevos oráculos de la antigüedad volvieron para decidir el futuro de algunos!
El niño con una gran desilusión sigue preguntando a Filo. Abuelo: ¿entonces… la IA es mala? El anciano volvió a sonreír y dijo: nada puede entenderse como bueno o juzgar como malo, lo importante de todo esto es dudar. ¿Cómo así? pregunto el niño. Si todos nos cuestionamos por lo que escuchamos e interrogamos sobre los acontecimientos, si tenemos la capacidad de ir más allá de lo que nos ofrecen, podemos ser dueños de nuestros pensamientos y libres para elegir nuestras actuaciones; pero si no lo hacemos, pobre de nosotros, sociedad nos atrapará y nos obligará a aceptar lo que propone. Recuerda: a sociedad, le gusta jugar y nunca le gusta perder.
¿Quiénes son los dioses y de qué se alimentan? Fue el último cuestionamiento de un niño inquieto que deseaba saber del mundo. Los dioses de mi historia son todos los seres humanos, que a veces no saben el gran poder que tienen y lo rifan al mejor postor, perdiendo la capacidad de soñar, crear, ser libres, que prefieren no pensar y cederle el turno a alguien como sociedad o en este caso a la IA. Y, ¿de qué se alimentan? De la moda, de todo aquello que alguien a veces sin la suficiente capacidad de raciocinio hace y vislumbra con su actuación, a veces consideran que es lo último, que ya no habrá más pero como te decía sobre aquella: la bella, la elocuente, la arreglada Sociedad es algo pasajero, es algo eterno que solo dura unos momentos y luego encarna en otra cosa para lucir siempre fascinante y decir que es lo último, pero no lo es.
Mi invitación mi querido niño es que, si por algún motivo te llegas a encontrar a la IA, no huyas, enfréntala, cuestiónala y siempre recuerda que los alimentos llegan, se saborean nutren y luego se van; hay que seguir explorando el mundo del conocimiento, esto no es lo último, no te dejes atrapar de este instante. Por último, te debes preguntar si la IA es alimento de dioses o es comida chatarra. Es algo que nutre tu intelecto, o es algo que te impide pensar, pero la decisión siempre tendrá que ser tuya, de nadie más y por eso necesitas reflexionar y cuestionar.
El niño se levantó, apagó el poco destello de luz que frágil dejó una vela que sin alientos acompañó la tertulia y se fue despacio por un pasillo, con más preguntas de las que había traído, pero quiso a partir de este momento soñar con su libertad, para pensar y elegir. Mientras se dirigía a su pequeña alcoba, donde ansiosa esperaba una tibia cobija para abrazar su sueño, repetía una frase que hacía eco en las frías paredes de la oscura casa. ¿Quién eres IA? ¿Por qué te disfrazas de Dios si solo eres una simple herramienta creada por humanos? yo sé que estás al servicio de sociedad. Hoy te digo que no eres mi amiga tampoco mi enemiga, te respeto y utilizaré, para saber cosas, preparar exámenes, revisar estilos en un escrito, para ser creativo en mi trabajo, pero siempre te discutiré. Y silenció, su voz con su rostro en la almohada, se sumergió en un profundo sueño.
El anciano quedó despierto esperando el amanecer y agregó: el mundo sigue avanzando y aquí estaré para cuestionarlo. Alimento de los dioses ¡ qué ironía ¡
Referencias
Désiré Rigobert (2020) Inteligencia artificial, una palanca de desarrollo humano integral en
África: Oportunidades y desafíos éticos y antropológicos. Pontificia Universitas Comillas. Madrid. Disponible en : chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/48122/1/DEA001239.pdf
Cury, Augusto (2022) El futuro de la humanidad. Colombia. Océano
Moure, Gonzalo (2016) El alimento de los dioses. Bootá.SM.
*El autor esLicenciado en Educación Religiosa Universidad Católica de Pereira. Especialista y Magister en Pedagogía y Desarrollo humano de la Universidad Católica de Pereira. Doctor en Ciencias de la Educación Universidad Cuauhtémoc de México. Coordinador del Posgrado en Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira.