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Sábado, Mayo 18, 2024

7-febrero-2022. Hoy murió Carlos Martínez Rentería. Es casi increíble que se nos vaya el mismo día, cinco años después, que Eusebio Ruvalcaba.

Una vez más, la impredecible muerte, una vez más las preguntas tremendas: ¿y todo para qué?, ¿tiene algún caso todo esto? Incluso el aterrador ¿cuándo me toca? La vida es demasiado frágil. Carlos Martínez Rentería, con un valor inverosímil, apenas hace unos días todavía bromeaba y nos mandaba saludos desde su inmortalidad. Incluso nos tranquilizaba: “No se preocupen, yo soy inmortal”. Se necesita, sin duda, aparte de muchas cosas más, un enorme valor para hablar así y ya tan cerca de la muerte. Además del inefable humor que no deja de ser negro, con el agregado que agranda inmensamente a CMR al aplicarlo a sí mismo. La “putilla del rubor helado” nos viene persiguiendo y… nos va a alcanzar. Indudablemente. Es más, eso es lo único seguro en esta vida.

Era el año quizá 2002. Yo vivía en Guanajuato. Por el momento no tenía computadora, así que escribía a mano y luego iba a un café-internet a capturar lo manuscrito.

—¿Tú eres escritor?, ¿verdad?, —me dijo un hombre más joven que yo, sin más atributos notables que su desparpajado buen humor y su extroversión casi desmesurada. Lo miré con atención. No es común que, de una sola mirada, es decir, sin leer (aunque sí hay detalles delatores) alguien se dé cuenta de que quien teclea ante una pantalla de computadora sea un escritor y no sólo alguien que está enviando correos electrónicos o se encuentre “haciendo una tarea escolar”.

—Sí —le contesté con alguna extrañeza. En ese momento le dijo al encargado:

—Oye, ¿sí vendes alcohol?

—No, señor, aquí no tenemos más que refrescos y café —le contestó el empleado.

—Ah, bueno, entonces dame un tequila doble. —El chico que atendía el internet no supo que hacer ni que decir.

Luego nos identificamos, así, sin más, uno con el otro y platicamos un poco y me dijo que le hiciera una crónica sobre el Festival Internacional Cervantino y le dije que sí.

Hice la croniquilla, él se aplicó a editar la revista y estuvo a tiempo para salir a la luz antes del cervantino.

Entre sus andanzas en Guanajuato, me enteré que le pidió otro texto a alguien más. Hablaba de un viejo que se dedicaba a tomar fotografías y que su gran predilección eran los desnudos femeninos. Y que éste tenía una gran colección de tales fotos y que, además, había logrado incluir en sus tomas a todo tipo de mujeres, algunas de las cuales temían incluso, sin razón, hasta los chantajes, así de atrevidas habían sido las poses para aquellas fotos. Ese viejo no era sino un alter ego de CMR. Le hicieron el texto y fue un bodrio. Pero Carlitos se lo publicó en Generación al perpetrador del desaguisado.

Pasaron los días. Estaba el FIC en su apogeo. Mucha gente en Guanajuato. Un sábado en pleno Festival, a eso de las 9 de la mañana no me había despertado. Guanajuato casi no duerme cuando está el Festival en sus calles. Las nueve eran horas como de madrugada. Sonó el teléfono de mi casa y me paré muy de malas a contestar. Era una amiga —su nombre no lo pongo por dos razones: una, qué bueno que lo he olvidado y, dos, no conviene que lo anote, como se hará evidente.

—Hola, Pterocles, buenos días.

—Buenos días, Fulanita, ¿cómo estás, a qué debo el honor?, —jamás había tenido aproximaciones con ella como para que me llamara a las nueve de la madrugada.

—Mira, te llamo para que en este momento vayas a todas las librerías de Guanajuato y a todas las tiendas y recojas todas las revistas Generación que están vendiendo.

—¿Qué? ¿Yo…? Oye, no entiendo…

—Tú vas a ir en este momento a todas las librerías, no son muchas, son cinco. Y a todas las tiendas que yo te indique y vas a retirar todas las revistas Generación que estén vendiendo ahí.

—Peeeeero… yo… ¿por qué? En primer lugar, yo no puedo hacer eso.

—Pues lo vas a hacer en este momento. Y te voy a decir por qué… Un amigo tuyo me dijo que era el director de la revista Generación, que se edita en México, y me pidió permiso para tomarme unas fotos. Yo acepté y me tomó varias fotos. Pero jamás dijimos que iba a traer la revista a Guanajuato.

—Bueno, yo no entiendo nada… Si tú consentiste en que te tomara fotos, ¿por qué ahora no estás de acuerdo?

—Es que después…, bueno, después me dijo que si me podía levantar un poco la falda para unas tomas más bonitas. Luego me dijo que si me quitaba la blusa. Y así hasta que me tomó fotos toda desnuda. Y ahora todo el pueblo anda en las librerías comprando la revista para verme las nalgas. —Sólo hasta ese momento entendí todo. Di gracias al cielo de que hablábamos por teléfono, porque no pude contener la carcajada más que tapándome la boca—. A tu amigo lo voy a demandar. Y si no recoges las revistas que te estoy diciendo, también a ti te voy a demandar por daño moral. Mi novio ya se enteró que hay una revista en la que salieron fotos mías desnuda y voy a tener problemas muy graves. Mis compañeros de la universidad ya andan buscando la revista para verme sin calzones. Voy a demandar a tu amigo.

—Bueno, está bien. Pero no creo que te haya tomado las fotos desnudas contra tu voluntad, ¿verdad?

—No, claro que no. Pero me dijo que la revista sólo se publicaba en México.

—Bueno, Guanajuato es parte de México.

—Mira, no estoy jugando, estoy hablando en serio. Yo me refiero a la Ciudad de México. Él me engañó y con esas fotos me está perjudicando de muchas maneras y lo voy a demandar y a ti también.

—Oye, pero yo no puedo ir a quitarle las revistas a los negocios. Van a decir que estoy loco y me van a meter a la cárcel. Yo ni siquiera soy parte de la revista.

—Pero tú trabajas ahí.

—No. Yo no trabajo en Generación. Carlos Martínez Rentería me encargó un texto sobre la ciudad de Guanajuato y el Festival Cervantino, eso hice. Pero yo no trabajo con él ni he trabajado nunca. Es más, lo acabo de conocer.

—Bueno, ya sabes. Dile que lo voy a demandar. Y te aviso que a ti también.

—Pues no sé. Demándame, ya veré que hago, pero te advierto que yo no sé nada. Y buena suerte en tu demanda contra Carlos.

Pocos días después fue Carlitos Martínez Rentería a Guanajuato y le dije:

—Oye, cabrón, ¿sí te demandó Fulanita? Estaba encabronadísima porque dice que tú la engañaste y le dijiste que la revista sólo se publicaba en México y dice que ahora todo el pueblo de Guanajuato le conoce las nalgas.

—No, no hizo nada.

—Pero ¿por qué le dijiste que nada más se publicaba en México?

—Sí, le dije eso, pero si era un número dedicado al Cervantino, pues ni modo que no hubiera revistas acá…

“Además, ¿sabes qué?, que me dé las gracias porque nada más publiqué las fotos más fresonas de todas las que le tomé. Hay unas que tengo que sí están mucho más fuertes. Para que no se quejara, porque, no te creas, lo pensé, que no iba a aguantar vara esta vieja, publiqué las más leves”.

La siguiente vez que nos vimos fue como en el 2005, cuando Guillermo Gómez Peña estuvo en el Cervantino de ese año presentando su espectáculo de performance.

Yo era reportero de cultura del periódico estatal Correo. En cuanto me enteré que estaría Guillermo Gómez Peña, pedí que me mandaran a cubrirlo. Nadie sabía de él ni por nombre, así que me dieron el encargo. Y fui al patio del hermoso edificio que se llama de La Compañía, por haber sido la sede de los jesuitas hasta antes de que los expulsaran en el siglo XVII.

Lo que hizo Gómez Peña en el edificio de La Compañía no tiene nombre. Aquello era un encueradero de bellas mujeres. Actos deliciosos, actos brutales. Cuatro pistas a cual más de atrevida, iconoclasta, desnudez, blasfemia, atrevimientos extremos, ¡era increíble! Aquella vez pensé que cualquier cosa que escribiera se quedaría muy chica en comparación con lo que había hecho aquel bárbaro. El performance múltiple de GGP tuvo su cúspide gloriosa cuando invitó a las chiquillas de la Universidad de Guanajuato a desnudarse, ¡a desnudarse!, y a participar en performances improvisados. Aquello fue mucho más allá del mero espectáculo, del performance; ya era demasiado. Y lo logró. Lo que hizo GGP fue como activar una bomba en el núcleo del conservadurismo mexicano. No menos de quince chicas y chicos se desnudaron para darle gusto al gran artista Guillermo Gómez Peña. ¡Aquello parecía poder terminar en orgía! Era demasiado. En la mera cuna del más rancio y secular conservadurismo nacional, en donde El Yunque lleva gobernando más de veinte años, en donde la iglesia católica está más fuerte que en ningún otro estado de la República. Ahí fue Gómez Peña a perpetrar un circo monstruoso de mujeres orinando en público; él mismo, desnudo, realizando rituales de brujería a la vista del mundo; mujeres sin ropa alguna caminando entre gente que no sabía bien a qué había ido al patio de La Compañía, ¡estudiantes universitarios autodespojados de todo pudor y vestimenta accediendo a participar en sus juegos diabólicos! Cualquier cosa que se escribiera no le daría el ancho a tanto atrevimiento, tanta travesura, tanta osadía, tanta libertad y desvergüenza. Así que hice una reseña del monstruoso evento simulándome un anciano habitante de Guanajuato, con el apropiado seudónimo (Pioquinto Chiquito y Cerrado) y, además, disfrazado con la ideología yunquista. Y hablé del ataque de las fuerzas demoniacas contra el bastión de la cristiandad, de la monstruosa violación a los mejores valores de nuestro México católico, de los nefandos actos de ese grupúsculo de pecadores, de impuros, de asesinos de la moral, ¡de monstruos de la lascivia y de todos los pecados capitales! Y funcionó. Maravillosamente.

Hubo quienes se tragaron el engaño y creían que el periódico había permitido que un ultracatólico usara las páginas del periódico para ultrajar a Guillermo Gómez Peña y su desmesurada troupé. En fin, Carlos Martínez Rentería me felicitó. Y me pidió que colaborara más seguido con Generación.

Pero nos perdimos la pista un rato. Luego, en 2010, hizo un número, uno más, sobre el Punk en México. Le ofrecí un artículo. Me dijo ya vas. Le mandé un texto —él CMR lo tituló Roña y furia en Guanajuato— que incluía tres entrevistas con sendos punketos de Guanajuato, algunos ya arrepentidos, otros activos y lo publicó.

Luego me vine a vivir otra vez a mi ciudad de México. Nos vimos varias veces. Participé en el homenaje a Eusebio Ruvalcaba a un año de su muerte. Presenté mi novela Cualquiera puede matar en la Pulquería Insurgentes. Presenté el poemario Lo blanco de la página, de Dorian Antuna. Entre las cosas que recuerdo.

Hoy se nos va el querido Carlos Martínez Rentería. El mismísimo día en que se nos fue Eusebio. Jung las llamaba coincidencias significativas.

Hoy no está ya con nosotros Carlos Martínez Rentería. Ahí queda su obra. Su poesía. La revista Generación, las columnas que, por años publicó en La Jornada. El trabajo de promoción de la cultura en La Pulquería. Y la amistad, una de las formas elevadas del amor, diría Eusebio; lo que generó Carlos Martínez Rentería entre muchos de quienes compartimos sus travesuras. Hoy están juntos, felices, bromeando, allá, en el Mictlán, echando trago.

 

Sacapuntas

Roberto Fontanarrosa

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Usos múltiples

Alfredo Gabriel Páramo
Gabriel Humberto García Ayala
Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán

Decisiones

José de Jesús González Almaguer y Norma Olivia Matus Hernández

Deserciones

Alfredo Gabriel Páramo

Mirador del Norte

G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D

Tarea

José Luis Mejía
Irene Vallejo
Federico Cendejas Corzo
Guillermo Fadanelli
Roberto Bolaño
Angélica Jiménez Robles
“pálido.deluz”, año 10, número 138, "Número 138. La historieta latinoamericana: ¿Educar a los pueblos o generar contrahegemonía? (Marzo, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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