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Jueves, Noviembre 21, 2024

La conciencia ambiental avanza a paso firme, especialmente en los ámbitos de la innovación, la producción y las políticas públicas.

El motor principal sigue estando en los requerimientos y exigencias internacionales, las cuales nos van marcando el rumbo a seguir, aunque casi siempre con un retardo considerable.

Uno de los casos más evidentes es la creciente exigencia de respetar lo relativo a la huella de carbono generada en las cadenas de producción, como un activo cada vez más valorado y requerido, a la hora de establecer los acuerdos comerciales.

Desde luego las asimetrías actuales presentes en las tan disímiles realidades de los países y las comunidades del orbe, establecen una complejidad extrema a la hora de tratar de generalizar su aplicación. Pero este gran obstáculo inicial no impide que el proceso en marcha resulte imparable.

Lo interesante del fenómeno es que la globalización del cambio climático es tan evidente que casi no admite cuestionamientos en lo que tiene que ver con el fondo de la amenaza.

Se abre un amplio abanico de oportunidades, cada vez más sofisticadas, para direccionar las actividades productivas y de los servicios, con el fin de garantizar la sustentabilidad de todo el proceso de desarrollo llevado adelante y, desde luego, la rentabilidad correspondiente.

El secreto del éxito en esta nueva transformación del mundo es echar mano a todo lo útil que está a nuestra disposición. La creatividad y la inteligencia nos enseñan que a priori no hay que desestimar nada de lo que nos ofrece la ciencia y la tecnología, y menos aún de los conocimientos empíricos y tradicionales, productos de la experiencia y la mejor adaptación posible a las realidades locales. En todos ellos hay “verdades” que suelen ser extremadamente útiles para mejorar la adaptación y el aprovechamiento de un mundo tan cambiante como desafiante.

Tenemos plena conciencia de ser una especie con capacidades únicas de transformación de nuestra realidad y entorno. De nuestros aciertos y errores dependerá la calidad de vida a la que accedamos.

No se trata de sonar melodramáticos, sino de trata de evaluar correctamente nuestro actual estado de situación y, sobre todo, de cuáles pueden ser nuestras mejores posibilidades de futuro.

Hay que algunos principios básicos. El primero es tomar conciencia de que somos ciudadanos planetarios. Es una pertenencia intrínseca de nuestra especie, obligatoria, no opcional, a diferencia de las otras ciudadanías. Su principal exigencia es la solidaridad; pues si la ignoramos nos irá muy mal a todos.

Esto no significa pretender que ocurran cambios geopolíticos dramáticos ni nada que se le parezca, sino aggiornar nuestra percepción de la realidad, la que incluye comprender que realmente somos parte indisoluble de la biosfera.

Dicho esto, creemos que queda un poco más claro la enorme importancia que tiene el desarrollo del conocimiento para construir un mejor futuro de todos. Una producción mucho más limpia y equilibrada es el camino correcto.

Sabemos que esta gran transformación exige de muchos sacrificios y esfuerzos, pero promete una gran recompensa.

 

Columna publicada en el diario EL PAIS de Montevideo, 1.12.2021

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 Sentido Común

Es tiempo de decisiones

                                                                                                          Hernán Sorhuet Gelós

 

Entre las amenazas que nos desvelan, nos referirnos a dos de ellas que están relacionadas.

La primera es de carácter global; y cada vez preocupa más a las naciones del planeta. Nos referimos al cambio climático.

El desarrollo de la humanidad, fundamentalmente desde la revolución industrial, se construyó sobre un modelo energético y de uso de los recursos naturales que sabemos a ciencia cierta incrementa de manera peligrosa el calentamiento permanente de la atmósfera. En los últimos dos siglos, el uso masivo de combustibles fósiles –por ser abundantes y baratos- contribuyó al progreso de los pueblos, pero al mismo tiempo instaló una situación creciente de crisis ambiental planetaria, que debe ser revertida.

Ya van realizadas veintiséis conferencias de Naciones Unidas referidas al tema, con buenos resultados en lo que se refiere a los diagnósticos de los estados de situación, pero desesperantemente magros en cuanto a los resultados efectivos conseguidos.

La segunda, es la incapacidad de lograr la erradicación de la pobreza, y así garantizarles a las personas vivir vidas dignas. Sabemos que para lograrlo necesitamos mejorar sustantivamente la educación, la capacitación laboral,  la creación de trabajo, las oportunidades para las iniciativas personales, todo eso en un marco garantizado de desarrollo, libertad y democracia plena.

Nos planteamos una pregunta sencilla pero clave: ¿cómo hacemos para avanzar con paso firme hacia una economía descarbonizada, sustentable y equitativa?

El primer asunto a solucionar es el de la energía, porque sobre ella gira el mundo. Sabemos que los hidrocarburos paulatinamente deberán deja su nicho para que lo ocupen las energías renovables. Pero esta transición es costosa, compleja y dolorosa. Porque se consigue realizando una enorme apuesta al desarrollo de esas tecnologías, demandando mucha materia gris, innovación e inversiones millonarias.

Uno de los problemas planteados es quiénes asumirán tales costes y si estará al alcance de todos en condiciones accesibles.

El sentido común parece indicar que estas disyuntivas deberán resolverse con mucho pragmatismo e inteligencia, porque las  realidades nacionales son muy dispares, pero tienen en común que si las consideramos en su conjunto, están concatenadas por sus consecuencias, pues la sumatoria de sus efectos impacta directamente en el aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera terrestre.

Sin duda hay una responsabilidad compartida pero claramente diferenciada entre las naciones del orbe. La aplicación de este principio requiere de mucha responsabilidad, honestidad y grandeza, porque, en definitiva, en el ámbito de Naciones Unidas no funcionan mecanismos que impongan, y menos aún hagan cumplir los acuerdos (con tareas policiales y sancionatorias activas).

El camino correcto para seguir es el trazado por la ciencia y la tecnología, porque es el único capaz de hallar las soluciones innovadoras que se necesitan para afrontar a ambas amenazas con buenas posibilidades.

Ante este panorama cada país deberá hacer sus propios esfuerzos, con mucha responsabilidad y compromiso.

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Columna publicada en el diario EL PAIS de Montevideo.

 

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 136, "Numero 136. Educación: Entre el pensamiento mágico y el conocimiento científico. (Enero, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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