Thomas Piketty, el influyente economista francés, acaba de publicar Una Breve Historia de la Desigualdad, en editorial Deusto. En realidad, se trata de una versión resumida de su texto anterior, Capital e Ideología, pero con mayor énfasis en recomendaciones de política pública. El argumento de Piketty es que si bien, en el largo plazo, se presentan reducciones en la desigualdad, principalmente porque la clase media se vuelve propietaria, las desigualdades son todavía enormes, por lo que se requiere de mecanismos más radicales para reducirlas. Los cambios hacia la mayor igualdad se dan después de fenómenos como las guerras, movimientos políticos y el desarrollo de ideas políticas progresistas, eso sucedió durante el siglo XX, hasta que prevalecieron las ideas neoliberales.
Piketty pide retomar las ideas socialistas democráticas, a las que le debemos los estados con mayor capacidad fiscal, capaces de financiar el estado de bienestar, que en los hechos lograron revertir las concentraciones de ingreso y capital. Estas ideas vinieron en decadencia por el cambio de paradigma en favor de la economía de mercado y porque se confundían con lo que fue socialismo soviético. Además, Piketty abunda en el hecho de que las desigualdades entre los países tienen fundamento en fenómenos como el colonialismo, el esclavismo, la operación de los mercados financieros desde las metrópolis y la forma en la que se ha desarrollado la globalización en las últimas décadas. Eso abre el debate a temas como las compensaciones a países colonizados, o que el costo por las políticas contra el cambio climático caiga fundamentalmente en países que se aprovecharon de otros territorios cuando se terminaron los recursos de sus países. Piketty pide nuevas formas de cooperación internacional, como el reparto de los ingresos de las multinacionales, para reconocer esta realidad y evitar que lo que prevalezca sea el modelo chino de capitalismo de estado.
Piketty propone una alternativa que en la definición suma todas sus propuestas: el socialismo democrático, participativo y federal, ecológico y con mestizaje social, basado en la fiscalidad progresiva, el reparto del poder de las empresas, las reparaciones poscoloniales y la lucha contra la discriminación, la igualdad educativa y el sistema de herencia universal, la reducción drástica desigualdades monetarias y un sistema electoral al margen de las influencias del dinero. La idea sería retomar los debates sobre alternativas igualitarias, o socialistas, que surgieron a finales del siglo XVIII y que perdieron fuerza en los 90’s, pero han sido retomados a raíz de la crisis financiera de 2008. En especifico propone, por ejemplo, un sistema, la herencia universal, para que a los 25 años cada persona reciba el equivalente al 25% del patrimonio promedio del país, con la finalidad de que adquieran vivienda o inicien un negocio. Estas políticas serían financiadas por un sistema fiscal fuertemente progresivo, con tasas muy altas, para la propiedad y la renta, de millonarios y multimillonarios.
A Piketty no le preocupan las políticas monetarias actuales, de carácter expansivo, pero advierte que la inflación será en algún momento el límite. Es decir, la solución para incrementar la capacidad de acción del Estado en el largo plazo está en la fiscalidad progresiva. Considera que, en cuanto a la deuda pública, el equilibrio actual es precario, ya que en algún momento las tasas subirán, con costos importantes para los Estados endeudados. Además de que las menores tasas no han servido para reducir la deuda de los países del sur global. Dice que las tasas cero o negativas han afectado la capacidad de ahorro de los ciudadanos comunes y beneficiado a los que tienen acceso a los valores financieros. Advierte que el nuevo papel que se quiere dar a los bancos centrales, como mejorar el perfil de la deuda de los países, invertir en bonos de empresas verdes, o en infraestructura de alto impacto social, o incluso transferir dinero a los ciudadanos, puede ser útil y viable, pero requiere de mecanismos de control democrático. Si ahora van a decidir sobre el uso de cantidades significativas de recursos públicos, se requiere de evaluaciones, opiniones de expertas, deliberaciones públicas y parlamentarias antes de diseñar e implementar esas nuevas políticas monetarias.
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