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Lunes, Mayo 06, 2024

El mundo está experimentando un regreso al oscurantismo. La ciencia no ofrece la certeza que hace algunos siglos daba a la gente y lo mismo renace con intensidad el culto por la naturaleza, que los integrismos religiosos capaces de llevarnos a una guerra santa con el menor pretexto.

Este rechazo a la ciencia, curiosamente, no es por una visión inteligente de la naturaleza, sino por la torpeza y la flojera de pensar. Por ello, la gente está dejando de vacunar a sus hijos, a pesar de que las vacunas son útiles y han traído bienestar y mejores posibilidades de vida a millones de personas. Asimismo, la gente cree que lo “natural” es bueno por sí mismo; si a esas vamos, el curare no debería matar.

La gente duda de la ciencia, cree que es solo una opinión y no el mejor sistema de pensamiento que la humanidad ha desarrollado hasta el momento. Escucho la torpeza de promotores del origen esóterico de enfermedades como el asma o el cáncer insistir a quienes padecen esos males que se trata de “malos pensamientos” o “energías negativas.

Muchos pensaban que si los mexicanos cambiaban su religión católica por las “más desarrolladas” cristianas o evangélicas, la gente dejaría los fanatismos, trabajaría más y la sociedad se desarrollaría mejor.

Ya sé que cada uno tiene derecho a elegir sus creencias, pero escuchar que una persona con bronquitis crónica no tiene tiempo de ir al doctor porque luego de trabajar nueve horas diarias y viajar más de dos hasta su casa, debe ir al templo tres días a la semana, me produce comezón en la corteza cerebral, esa que se supone que los primates tenemos más desarrollada.

Los alumnos universitarios, al menos un gran número de ellos, abominan de la teoría. Esto ocurre entre los estudiantes de Periodismo, Comunicación, Derecho y otras áreas de conocimientos considerados como humanistas. No sé si lo mismo pase entre los estudiantes de ingenierías u otras disciplinas, aunque algunas pláticas y datos indirectos me permiten sospechar que así es.

La mayoría de los estudiantes busca la experiencia, el aprender a hacer cosas, más que la posibilidad de analizar o de explicar la realidad. Por supuesto, no creo que hayan llegado solos a esta situación sino que, simplemente, responden a lo que se les ha enseñado, a la vida fast-food que busca la satisfacción inmediata sin importar la calidad.

La televisión y otros educadores informales, pero persuasivos, machacan hora tras hora, día tras día, con la noción de que la inteligencia es desdeñable o ridícula. Los programas ya sea para niños, jóvenes o adultos, desde iCarly hasta Monk; desde los remakes de Sherlock Holmes hasta Criminal Minds o The Big Bang Theory, pasando por la falsa profundidad de House, nos enseñan que la gente inteligente es ridícula, cuando no perversa; que el análisis y el razonamiento te convierten en paria desadaptado o en criminal, que las palabras de más de tres sílabas son innecesarias y que solo pueden analizar o manejar teorías los muy inteligentes,,, que son inadaptados y peligrosos.

Los estudiantes, como toda la sociedad, se ha acostumbrado a manejar parámetros de eficiencia que se relacionan con lo inmediato, con lo palpable. Por eso, entre los criterios de evaluación para docentes universitarios hay determinantes como ¿qué tan importante es esta materia para tu formación? o ¿maneja el docente medios interactivos? Se califica como si una clase fuera entretenimiento, por lo que la teoría queda fuera, porque no resulta precisamente “divertida” para la mayoría de las personas.

Entonces, los alumnos que no se forman en disciplinas de pensamiento, en el manejo de teorías y la razón, no se diferencian de la gente sin acceso a la educación universitaria en el sentido de que ellos mismos siguen formando parte de la masa de gente para la que el pensamiento mágico es lo único, seguidores de horóscopos, vibras y energías, creyentes de magias y ángeles.

Y cuando la universidad se vuelve incapaz de combatir la oscuridad, entonces, ¿para qué nos sirve?

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Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

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“pálido.deluz”, año 10, número 136, "Numero 136. Educación: Entre el pensamiento mágico y el conocimiento científico. (Enero, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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