Uno de los mayores éxitos del sistema capitalista en su etapa neoliberal es, tal vez, hacer creer a los explotados que ellos son culpables de los males que los aquejan y que la solucionan a los problemas, lejos de pasar por lo socioeconómico debe pasar por la voluntad de cambio sancionada como buena o positiva por los propios mecanismos de control social y cultural de los explotadores. O, como decía mi mamá, resulta que “el que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame”.
Vale, no es del todo justa esa expresión, pero es muy triste ver cómo los alumnos de licenciatura de mi universidad creen, muchas veces, que el camino al combate al cambio climático que vemos que está acabando ya con nuestra cultura y forma de vida, o si no, pregúntenle a los pobladores de Tecolutla, Veracruz, cómo se sienten después de que los alcanzó el ciclón, es más por las acciones individuales que por el cambio de políticas de gobierno y formas de producción.
Las escuelas, lejos de cuestionar los actuales sistemas de producción pretenden cerrarse a la realidad y no aceptan que se requieren un sistema económico en el que los protagonistas de Shark Tank no sean héroes dignos de envidias y ejemplos de la sociedad, sino verdaderos depredadores, y hacer que nuestro sistema económico no se base en las ganancias desmedidas de unos cuantos, sino en la conquista de una mejoría colectiva.
LOS OJOS DE LAS TORTUGAS Y EL NEONAZISMO
Los profesores de preescolar, y tampoco algunos de posgrado, no entienden que más que no usar popotes para que las tortugas no se los claven en los ojos, fabricar composta o reciclar botellas, de lo que se trata es de un cambio de paradigma a nivel profundo que nos haga ver que hay que reducir nuestro gasto energético, para lo cual habría que disminuir el consumo, bajar la individualización de las respuestas lleva de manera irrevocable al autoritarismo y a las formas de fascismo que se van enraizando en la sociedad y van pasando por la eugenesia.
“Yo haría que cualquier mujer que tenga un parto en algún hospital y no pueda pagarlo salga con una salpingoclasia gratuita”, aseguro un nazi de cuarta en internet, mientras que algún otro discípulo de Hitler propone abortos para todas las feministas. Ambas propuestas, y muchas mucho más abominables se reproducen en las falsamente pudorosas respuestas de Facebook y otras redes sociales de libre acceso sin que casi nadie se sienta molesto ante semejante nivel de salvajismo.
De ahí, el paso a creer que el ser humano es una plaga y debe desaparece solo requiere de un pasito lateral conceptual en el que se pedirá el holocausto de unos siete mil millones de personas en un mundo en el que sobrevivirían solo los humanos más cultos, más elevados, más guapos… como seguramente se visualiza el autor de semejante propuesta.
Repito, aunque en programas serios de educación ambiental, como la maestría respectiva de la Unidad 095 Azcapotzalco de la UPN, se haga énfasis en el cambio civilizatorio para acabar con la crisis ambiental, la mayoría de las escuelas se dedican cuando mucho a enseñar a sus alumnos a tirar la basura en su lugar, sin llega a discutir cuál sería ese lugar y, mucho menos, qué entendemos por basura y por qué se genera.