“Sin bata no entras al laboratorio”, “¡Qué padre experimento!” “Subraya la página para que parezca que la leíste”, “lo copié de Wikipedia”, “¿Eso vendrá en el examen?” Frases como estas se escuchan continuamente al hablar de la clase de ciencias, pero ¿en qué momento la reducimos sólo a esto?
La ciencia, esa materia oscura y desconocida por muchos, que hace referencia a conocimientos inmensos construidos por seres superiores cuyas investigaciones están lejos de los simples mortales. Esta idea clasista se ve respaldada por la falta de impulso económico, social y educativo que recibe la ciencia en nuestra sociedad, ya que desde hace décadas los investigadores mexicanos saben que deben esforzarse en solitario para realizar su trabajo, porque a ninguna autoridad le interesa apoyar sus proyectos y la sociedad está inmersa en otros asuntos, que los distraen de las oportunidades que ofrece el trabajo científico.
Sin embargo, la ciencia es tan inmensa que puede vencer todos los estereotipos en que la encasillen, representando un camino distinto para comprender y mejorar lo que sucede a nuestro alrededor. La pregunta central es ¿cómo lograr este cambio si la sociedad no parece estar dispuesta a realizarlo?
Modificar el pensamiento de las personas es una tarea titánica, sobre todo cuando no están dispuestas a reflexionar al respecto, pero podemos iniciar esta transformación con los niños, ya que su visión del mundo aún está construyéndose.
Para lograrlo es necesario comenzar ampliando el panorama de los mismos profesores, impulsándolos a romper con la idea de que la ciencia sólo se da en el laboratorio y mediante actividades experimentales, permitiendo que sean primero ellos quienes descubran la majestuosidad de la ciencia, así como la relevancia de motivar la curiosidad en los estudiantes, perdiendo el miedo a realizar investigaciones sobre cualquier tema, incluso aquellos que no vengan establecidos en el programa escolar.
Realizando también experimentos, pero viéndolos como la forma de representar las ideas que otros han descubierto, disfrutándolos sin perder de vista el propósito de realizarlos, de manera que los estudiantes le encuentren sentido más allá de pasar una hora entretenida, lejos de las clases monótonas, para reconocer su utilidad al construir conceptos o explicar fenómenos, siendo conscientes de que estos conocimientos son invaluables pero no perpetuos, ya que cada época tiene nuevos avances y acceso a información que antes pudo ser desconocida, por lo que el conocimiento científico siempre puede transformarse.
De esta manera, los maestros podremos compartir con los estudiantes una visión renovada, donde la ciencia represente el medio para comprender nuestro entorno y con base en esos conocimientos, poder transformar nuestra realidad para beneficio de todos los seres que habitamos este planeta.
Con estas nuevas concepciones se podrían buscar más cambios, si logramos que los estudiantes aprecien a la ciencia desde una perspectiva distinta, tal vez podamos hacer que otros miembros de la sociedad también lo hagan, propiciando que las investigaciones científicas en nuestro país, pasen de ser una utopía para las clases menos privilegiadas y se conviertan en una opción de futuro para cualquier persona.
Es momento de ver a la ciencia de manera distinta, para acercarnos a ella sin miedo y adentrarnos en el nuevo mundo de experiencias que nos ofrece.