Muchos abusos se podrían corregir si el crecimiento de los jóvenes investigadores e investigadoras, así como técnicos, no dependiera de sus jefes, sino de un comité evaluador, dice Osiris Gaona
En México, muchas vidas de estudiantes e investigadoras jóvenes fueron destrozadas por jefes y jefas acosadores, misóginos y hasta plagiarios. Estos casos son numerosos porque la normativa dentro de las universidades e institutos es muy vertical y facilita que los líderes de laboratorio o proyecto tengan el poder de decidir quién de su equipo recibe apoyo económico, quién puede seguir estudiando y quién se quedará estancado o sin empleo.
Estas reflexiones en voz alta son compartidas con los lectores de Crónica, en el marco del Día Internacional de la Mujer, por la bióloga y doctora en Ciencias, Osiris Gaona Pineda, quien estudia desde hace décadas la diversidad de murciélagos que hay en México, sus interacciones, su microbiota y la función que cumplen en la restauración de ecosistemas al dispersar semillas.
Aunque en el organigrama laboral la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la clasifica como Técnica Académica, los hechos documentados muestran que durante casi tres décadas ella ha realizado investigaciones en bosques de manglares costeros, reservas naturales en zonas áridas, plantaciones de agave mezcalero, cuevas y diferentes espacios naturales donde hay murciélagos. Actualmente, labora en el Instituto de Ecología de la UNAM, Campus Mérida, además de ser madre de familia y haber fundado la Organización No Gubernamental ITZENI para el conocimiento y cuidado de ecosistemas.
“Hoy sé que no hay que callar porque esa es la forma de cuidar a las futuras generaciones. Yo tengo una hija que ya está iniciando su doctorado en neurociencias y otra más joven que estudia segundo año de preparatoria. Debo hacer lo que esté en mis manos para que ellas vivan un mejor futuro en la ciencia porque muchas cosas negativas han ocurrido y se han repetido por guardar silencio”, indica en videollamada telefónica con este diario.
CÍRCULO VICIOSO.
La bióloga Osiris Gaona nació en la Ciudad de México, pero siempre se define como Calentana, porque su familia es de Tierra Caliente, Guerrero, y esa es la raíz cultural que abraza y abandera. De ahí surge su necesidad de encarar adversidades con acción.
“Hay que proteger a las investigadoras jóvenes y también a los investigadores jóvenes porque he visto casos donde son sometidos a tal nivel de acoso, humillación e insulto que terminan por abandonar la ciencia y nunca más quieren saber del mundo de la investigación. Esto es el efecto de una estructura vertical donde el jefe o la jefa tienen demasiado poder. Cuando era joven no me daba cuenta y ahora pienso en conductas que son inadmisibles: nadie debe gritarte en tu trabajo que eres pendeja o pendejo; nadie tiene por qué señalar tu indumentaria como una provocación o decir que ‘enseñas tus atributos’; nadie tiene por qué citarte a reuniones de trabajo en restaurantes o tocarte el cuerpo mientras hablan de trabajo. Esto no debe ocurrir y no debe guardarse en silencio”, indica.
Para esta científica que estudia microbiomas y restauración ecológica, muchos de los abusos se podrían corregir si el crecimiento de un joven investigador o de un técnico académico no dependiera directamente de su jefe, sino de un comité evaluador, en el que también pudieras poner quejas sin miedo.
“Me parece que es ridículo que todavía hoy, en la UNAM, requieras permiso de tu jefe para estudiar un doctorado; si se supone que es una Institución de Educación Superior que requiere tener a las personas mejor preparadas”, expone. “Yo amo a la UNAM, me ha dado muchísimo, pero tengo que hablar y decir que hay círculos viciosos en los que una persona puede caer y ya no salir; perder años sin poder avanzar por estar sujeta a la aprobación y buena voluntad de un jefe. Han cambiado cosas, por ejemplo, ahora hay una Comisión de Equidad de Género, pero tiene un año y la historia de la UNAM tiene más de cien años. Esto mismo ocurre en muchas otras instituciones”.
En anteriores entrevistas con Crónica, Gaona Pineda ha enlistado muchas de las inequidades que enfrentan las científicas mexicanas para avanzar, por ejemplo, el ser evaluadas igual que los hombres para recibir estímulos sin considerar que: 1) Una mujer madre lleva y trae a sus hijos a la escuela; 2) Durante el embarazo y lactancia nunca se marca un ‘tiempo fuera’ y las evalúan a la par que un hombre y 3) No se considera que, tanto para hombres como para mujeres, es considerable la maternidad o paternidad en soltería. Cuando una mujer tiene hijos, es un factor de presión muy alto tener que resolver lo económico y a la par seguir produciendo
“Ahora tengo 51 años de edad y pienso en cosas que me pasaron que nunca debí permitir cuando era muy joven: a mí me llegaron a pedir que me vistiera de cierta manera para ir a reuniones de trabajo; muchas veces rechazaron mis ideas en el trabajo con burlas; me negaron el ingreso a un doctorado con el argumento de que no tendría tiempo para cuidar a mis hijas y un día me despidieron de un empleo gritándome en un restaurante, sin ser ese mi lugar de trabajo”, comparte.
“Muchas agresiones comienzan de manera sutil, cuando te piden que te vistas de algún modo y terminan con agresiones muy fuertes. Entre mujeres lo hablamos mucho, pero también se evita comentarlo afuera porque hay mucho miedo de que si hablas ya no podrás seguir investigando”, concluyó Osiris Gaona.
Crónica 2021-03-08 - 07:43:47