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Sábado, Noviembre 23, 2024

Hace tiempo leí en un libro dos cuestiones desarrolladas en torno a dos preguntas: ¿Qué es un niño?, ¿Qué es una niña? Su lectura me fascinó. Cuando busqué la pregunta ¿Qué es un(a) maestr@? No la encontré. El presente trabajo intenta responderla. Espero le interese a usted tanto como a mí me gustó redactarlo.

 

¿Qué es un(a) maestr@?

 

Un(a) maestr@ es algo grande en un cuerpo pequeño. Los hay de diferentes tamaños, anchos y colores. La gran mayoría ama a sus alumnos, otros no tanto, pero todos tienen un ideal, que todos aprendan: para enseñar aprendieron. Estudiaron muchos años cosas difíciles para así hacerlas fáciles.

 

Un maestro puede presentarse con cara de hombre o de mujer; pero dice mi hermana que no es cierto; que unos tienen cara de ángel y otros porque no, de diablos.

 

Un(a) maestr@ tiene muchas, muchas, cosas; amistades, alumnos, vivencias, recuerdos, todo, menos dinero.

 

 

 

 

En la Unidad 095,de la Universidad Pedagógica Nacional, en la primera clase y después de la presentación de todas y cada uno de nosotros, les dije:- las felicito, todas, en este día, inician con 10 de evaluación; si no llegan tarde, no faltan a sus clases, presentan sus fichas bien realizadas, sus participaciones son adecuadas; sus ponencias bien apoyadas, etc., lo conservarán -; al final del semestre todas excepto una, obtuvo 9.5,  conservaron la máxima evaluación; me dijeron: fue usted cruel y despiadado (no es cierto) nos obligó a conservarla al sentir que la teníamos a nuestro alcance. Lo hemos imitado muchas veces en nuestros grupos y obtenemos buenos resultados.    

 

Se les encuentra en todos lados, en las calles, en las tiendas, en los automotores, en el metro y también en las escuelas.

 

Hay maestr@s así de grandotes que enseñan a niños así de chiquitos y también hay maestr@s que enseñan a grandotes.

 

La profesora Pao de 65 años recién cumplidos y 45 al servicio de la educación pública, se acercó a mi persona y me comunicó: -la semana que entra, inicia mi prejubilatorio, quiero jubilarme dando clase, no lástima -. Se fue “entera” con la dignidad íntegra y con su caminar poderoso de maestra. La admiré.  

 

Ayer me encontré a una ex alumna de la UPN de Cerro Gordo donde era cuatrero, (cuatro horas de clase) orgullosa con su atuendo típico: usted nos dijo en la primera clase: somos treinta profesores; tenemos treinta experiencias diferentes para compartir y aprender; no vengo a enseñar, también como ustedes, vengo para aprender. Juntos leímos mucho, no solo las antologías, no podíamos defraudarlo; aprendimos lo fácil y lo difícil con su guía en el aula y en nuestras escuelas. Gracias por decirnos que éramos maravillosas (era cierto)  y apoyarnos por ser la mayoría de comunidades nativas y poseer lenguas y tradiciones ancestrales; lo creímos. Lo creemos. 

 

Ayer Katherine, la niña más pequeña y traviesa de la escuela, muy preocupada, le dijo al profesor de Ciencias, - oiga maestro, siempre tiene la cara roja, ¿no le duele?, el maestro al reírse se puso más rojo y finalmente le dijo: - no, solo cuando mis alumnos no logran ser los mejores. 

 

Ayer en el Auditorio de la Secundaria Anexa a La Normal Superior (San Cosme) de hace muchos años, festejamos al maestro Arturo, un hombre que supo combinar la acción educativa  con el ejemplo positivo; me dio clases de Biología en la secundaria 50; ahora se encontraba en ese lugar en donde propios y extraños festejamos su labor. Después de las grandes palabras dedicadas en su honor por el trabajo tesonero al frente de grupo e instituciones educativas, entonamos nuestro Himno Nacional; el hombre casi acostado en la camilla que lo trasladó a la escuela, el cáncer  lo estaba matando, con gran esfuerzo levantó su cabeza y con la voz apenas audible pero clara, entonó nuestro canto patrio. Llegó con el Apellido Zertuche y ahí nos mostró su dignidad de maestro Caballero. La Central en donde trabajé un tiempo, lleva su nombre. Los puntos se encuentran.

           

Mi maestr@ lo sabe todo; bueno no todo; por ejemplo ¿Qué hace el viento cuando no sopla?, ¿Adónde se va la luz cuando llega la oscuridad?, ¿En donde duermen los juegos del parque? ¿En dónde guardamos tantas palabras? Mi maestr@ me ve y me dice: anda vamos a investigarlo y ¿saben qué? Así los quiero.

 

Un(a) maestr@ es la verdad con el traje deslavado por el tiempo y el uso; los padres los estiman, las madres los necesitan y los alumnos los toleran.

 

Un(a) maestr@ es como tú y como yo; imagina cosas y también sueña con ideales.

 

Los maestr@s también saben cómo hablar con las madres de los hijos “revoltosos”. Dice una mamá: Maestr@ ya llegaron las vacaciones y ahora qué hago con mis “chamacos” son “re latosos”. Señora, los voy a extrañar.

 

Anteayer me encontré, en una conferencia, a un eminente científico en la UNAM, mi otra Alma Mater; se me acercó y me dijo a quemarropa: ¿es usted el maestro “cara de piedra” de la escuela primaria? Por mi carácter afable y sonriente, muchos alumnos y compañeros maestros me llamaban así; al confirmarle me dijo con la cortesía de un buen hombre: usted nos enseñó a sumar, más que a restar;

 

a multiplicar más que a dividir a potenciar más que a “radicar”; nos enseñó a disfrutar la buena lectura en aquella humilde  biblioteca circulante del salón con sus libros de ciencia y de cuentos muy usados; nos enseñaba a volar por la tierra, sus estados y costumbres; por los Universos conocidos y desconocidos cuando nos leía de manera reposada y nos explicaba de manera paciente lo que no entendíamos; un buen profesionista que sale en los periódicos internacionales le debe mucho a usted, profesor de esa humilde escuela vespertina; cuando crea que no cumplió su misión de manera digna y generosa, le pido recuerde que varios de nosotros vemos con sus ojos lo que  nos enseñó a observar más que a mirar; gracias a su perseverancia y a convencer a mi madre, este alumno “latoso” logró estudiar y llegar más adelante,  a trabajar en la NASA y en proyectos científicos de gran nivel  en  varios lugares de Europa  y representar a mi país de manera digna, en todo lugar. Y sí, soy el niño cuya mamá trabajaba en el mercado con su reboso de bolita, en el puesto de frutas y legumbres; no hablaba bien el español y usted le dijo: - su niño es muy inteligente, ayúdelo a estudiar, no la defraudará; lo creyó y aquí estoy. Me abrazó con mucho cariño antes de despedirnos. Le correspondí. Todos los maestr@s tenemos buenas experiencias que nos animan a seguir adelante con tesón. Gracias por incentivarnos.

 

Hay una maestra que siempre sonríe con los ojos, como la quiero. Hay un profesor que siempre se enoja, como lo quiero.

 

Me acuerdo de que un día estábamos en recreo y un chiquito le dice a mi profesor que era un grandote; oiga y ¿usted en que trabaja? Mi maestro se rio hasta que se cansó y le dijo:- contigo -.

 

 Un día mi maestra se sentó muy cansada en su silla -nunca lo hacía- y se quedó muy quietecita viéndonos, luego empezó a llorar con mucha tristeza; todos nos levantamos para consolarla. Ese día supe que los maestros también tenían padres.

 

Yo en la escuela era muy “burro”, mis papás se enojaban mucho y decían que sería un Don nadie. Una maestra tuvo la paciencia de santa para enseñarme. Tiempo después un paciente me dijo:- ¿por qué no vas a verla?-; Cuando llegué a su casa un mes después, había muerto, ¿Por qué no le dije en persona que la quería tanto? No lo sé, pero si comprendo que a la gente hay que estimarla en vivo y eso es lo que hago. Aquí y ahora.

 

A mi maestr@ no le gustan los niños con piojos, que no se bañan, que están sucios y los que no estudian. Un niño que es todo esto y más se enfermó y adivinen que hizo mi maestra; lo visitó en su casa y le dijo que se curara, porque ella lo necesitaba.

 

Ayer acudí a su entierro, le agradecí en silencio su apoyo y confianza. Fue el momento en donde sus compañeros maestros y amigos, con respeto y energía exclamamos  “ Lux Pax Vix, Lux Pax Vix,  Luz Pax Vix, Normal, Normal, Gloria. Nuestra porra de jóvenes y viejos Normalistas; era su despedida, físicamente ya no acompañaría a los amigos. A la fecha me preguntan  jóvenes y viejos camaradas, como se porta el “millones” (no recuerdo su otro sobrenombre)  les contesto de inmediato: - está y está bien -. Me recomiendan: - dale nuestros   saludos fraternos -. Son decenas de ellos; ahora que lo vea le comentaré, aun cuando sé que lo está viendo con esa cara de pícaro maestro,  que sigue vigente su espíritu de maestro.

Decía que los oficios se heredan. Su padre fue profesor y mostraba con orgullo de hijo el grado académico de su progenitor. Sus hijos, docentes por supuesto, también muestran con orgullo los reconocimientos académicos de sus padres; Generaciones de maestros al servicio de la educación y de México. 

 

Un reconocimiento al maestro Abel Ramírez Ortega que vivió y dejó vivir  de la mejor manera. Hace falta, mucha falta. Tenía derecho a descansar en el cielo que eligió. Lo hizo.

Allá nos vemos. Espero me reciba como un buen amigo, como lo hizo en la secundaria174, cuando éramos directivos.

 

Es increíble este hombre, me trata a veces como un hijo, a veces como un hombre, muchas veces como alumno y varias veces como maestr@.

 

 

 

 

 

Dice Juanita que su maestro es un mago y un súper hombre. Obtiene oxígeno del agua; se lava las manos con fuego; maneja bien las computadoras y adivina las mentiras; yo sé que no es tan maravilloso, su perro no le hace caso.

 

Un día llegó una exalumna a la escuela, se había trasladado a Canadá a seguir con sus estudios. Regresó contenta a buscarnos, le dijo al maestro  “cara de piedra”, en Química y Física usted me evaluaba con seises y sietes; yo lo odiaba porque nos obligaba a razonar. Allá soy de las mejores en Ciencias; Maestro, gracias a usted represento a México con dignidad en otro país que las valora mucho.

 

Pero cuando llega cansado a su escuela, agobiado por mil cuestiones, al final de un duro año escolar, todo ello se borra cuando le dicen: -gracias maestr@, nunca la(o) olvidaremos -.

 

Porque en verdad, un(a) maestr@ es mucho, mucho más que esto.

 

LA TAREA

A las 11 de la noche,  como acostumbramos los maestros frente a grupo, me encontraba revisando los trabajos de las maestras de preescolar que habían enviado por la plataforma. Actualmente, a la clase presencial se suman  las actividades extra clase en dónde los participantes envían el producto de sus investigaciones y trabajos por Internet. Después de revisar el primero,  anotar y enviar las observaciones pertinentes por mi vieja computador al remitente, me encontraba feliz y contento en esta actividad. No solo trabajo en la escuela, ahora lo hago también en el hogar. La dicha completa. Cuando abro el siguiente correo, en seguida me extrañó el inicio. La tarea tenía que ver con sucesos educativos extraordinarios que las docentes enfrentan en su día a día al laborar frente a grupo. Este relato tenía que ver con una niña misteriosa y su relación con la profesora. Ella explicaba en su escrito de manera resumida lo siguiente:

 

Trinidad era una niña normal en su relación con la docente y  el grupo, excepto en una cosa, le gustaba platicar a solas con una amiguita a la que nadie veía y mucho menos escuchaban. Al hablar la maestra con la mamá acerca del fenómeno que en forma recurrente se daba en el salón de clases, confirmó que en su casa también se establecía el diálogo entre su hija y  una desconocida que la mamá nunca observaba. Pese a que le gustaba dialogar con su hija e interactuar de manera normal con ella,  muchas veces, la encontraba hablando sola con alguien inexistente. Procedían del estado de Puebla y se encontraban aquí en la ciudad de México como una familia monparenteral (sin esposo) como se dice ahora; vivían solas en un departamento, aquí en la ciudad. Abandonaron el lugar de origen porque, según la mamá, el padre era un irresponsable y bueno para nada;  le gustaba tomar alcohol más que trabajar y como llegaba a altas horas de la noche "oliendo a leña de otro hogar"  salieron apresuradas. A poco tiempo de llegar a la ciudad capital,  la niña que extrañaba mucho a su papá con quien platicaba mucho,  se encontró a una niña imaginaria y con ella convivía los tiempos libres en donde se encontraba sola ya que la mamá tenía que trabajar para mantener el hogar, tiempo completo como dependiente de una tienda. Antes el papá, allá en el pueblo, por tener mucho tiempo libre llevaba y traía a la niña a la escuela y convivía mucho con ella pero esto cesó de inmediato al dejar el antiguo hogar. El hombre era un tanto cuanto misterioso; cuando salían para la CDMX le dijo a su hija: - cuando yo no esté, mi otra niña te acompañará y te cuidará si tú también lo haces -. El hombre sabía cómo cuidar a su hija, pero tenía pesadillas nocturnas que no lo dejaban vivir en paz y toda su vida social, laboral y familiar estaba hecha un "verdadero desastre"; el también veía cosas y hablaba con los muertos. Varias personas del pueblo acudían a él para que les dijera en donde había dejado el difunto  tal o cual cosa o dinero para buscarlo. Ella pensaba en un principio: - estaba mal de la cabeza -, pero poco a poco se dio cuenta: eran más los aciertos que los errores cometidos y empezó  a tenerle miedo;  por trabajar su pareja con cosas sobrenaturales, a ellas les podría pasar algo. Consultó con el cura del pueblo. Este le recomendó  hiciera lo que su conciencia le dictará. Así lo hizo y por ello se encontraban aquí, en la muy noble y leal ciudad de México. En un principio, la menor extrañaba mucho a su padre y platicaba con él entre sueños, pero al paso del tiempo apareció la niña del relato.

 

Las situaciones extrañas en el salón de clases empezaron casi de inmediato; a los pocos días de ser inscrita en la escuela, de manera misteriosa salía del salón de clases sin que nadie se diera cuenta, muy silenciosa. Al percatarse de la ausencia y encontrarla en los pasillos, baños, patio etc.,  daba explicaciones en donde su amiguita se la había llevado para jugar y platicar juntas sin interrupciones. Cierto día, para variar, la alumna no estaba trabajando en la labor encomendada por la maestra: al buscarla, la vio columpiándose en el pequeño columpio del patio de la escuela; al llamarla desde el salón de clases, observó como la pequeña se despedía de alguien en el otro columpio y  a continuación se presentó en el aula escolar. Ya  para regañarla por salir sin permiso,  observó de reojo,  algo curioso, el columpio que la niña había dejado, apenas se balanceaba, en cambio el otro se movía como sí alguien estuviera columpiándose, pese a que no había nadie en el. Le pidió a la niña, le dijera cuando se bajara su compañerita ya que ella no podía verla. Así lo hizo, y en el momento del aviso, vio como la silla se movía como sí alguien saltara de ella y observó cómo  al poco a poco tiempo, el columpio se detenía. A preguntarle en donde se encontraba, respondió: - junto a usted -. El temor inundó su bien controlado cuerpo y acto seguido, sintió como un leve jalón de su falda en el lado izquierdo y volvió a preguntar, - ¿qué hace ahora? -, de inmediato respondió:- le está jalando su falda derecha para que vea que existe -; no es ningún fantasma. La maestra quiso minimizar el hecho y pidió pasara a clases, estaba atrasada en su trabajo escolar. A partir de ese momento observó como la menor se aceraba más a ella al igual que la otra, aun cuando no la viera. Así como la madre  aceptó a una desconocida, ella como maestra, también lo hizo.  No cuestionó,  simplemente preguntaba por las actividades realizadas por su amiga del alma. La contestación variaba acorde al momento. Por ejemplo: - se aburrió y se fue con sus otras amigas, o la acompañó a su casa para cuidarla.

 

Un día soleado la niña no salió al recreo, se quedó con la maestra de grupo en el salón y  empezó a aconsejarla acerca de su matrimonio, le dijo;- no está bien maltratar a su esposo, él la quiere mucho, pero usted es muy celosa y en forma constante lo está lastimando. Tenga cuidado, su esposo es un hombre muy apreciado por otras mujeres por su carácter agradable y por su habilidad para cocinar y ayudar en las labores de  casa;  mantiene el solo el hogar; usted se gasta su dinero en sus cosas. Usted maestra ve lo malo que es, pero como mi mamá con mi papá,  no ven lo bueno que son; no se divorcie de él porque usted y su hijo se arrepentirán. Temerosa, en la tarde fue a comprar  un artilugio femenino  en la farmacia  para ver si estaba embarazada;  en efecto lo estaba y lo comprobó al visitar al médico familiar al siguiente día. Al paso del tiempo, la maestra superó las tensiones familiares y es fecha en la cual está casada.

 

A preguntarle otro día por qué sintió como si la niña la acompañara, Trinidad le comentó: -mi amiguita me dijo como la iban a asaltar porque tiene una camioneta muy bonita y a otro hombre malo le gustó. La estaba esperando en la noche para quitársela. Como ella atemorizó al sujeto, salió corriendo -.

 

Así sería posible contar muchas anécdotas ocurridas en clase. La niña, un día simplemente dejó de ir a la escuela. Es fecha que la maestra no sabe en dónde están; abandonaron el departamento, dejando vencer el mes de gracia.

 

A partir de ese momento, la maestra se siente muy sola, no tiene con quien platicar y no tiene quien la cuide en el día  o noches misteriosas.

 

Por supuesto, el trabajo obtuvo una buena calificación por la buena redacción y por la habilidad de transmitir una historia que luce como verdadera. Tal vez, como dijo la maestra que envió el trabajo, no sea un cuento.

 

MI PADRE.

 

Aclaración: cuando escribí una pequeña historia del día de las madres, me dijeron: - está muy bien la foto de tu abuela ¿y la de tu madre? -; con ese gran pretexto anexo la foto en donde están mis padres  juntos como siempre lo estuvieron en vida. A mi madre no le gustaba porque se veía como ella decía, con cara de luna llena, (no le digan que la publiqué) al igual que la foto en blanco y negro de bolsillo  en donde está abrazando a un niño con aspecto de extraterrestre. La segunda foto de mi padre va más con este relato por su sombrero.  

 

 Ayer estaba en el sillón observando los trabajos de mi esposa en el hogar. Fui testigo de la lucha que se establecía entre ella y el benjamín de la familia. Después de “limpiar” la pared, el piso y su cabello con el mango de manila y su yogurt de fresa, la esposa se acercó con el característico porte de quien está acostumbrado a estos lances; cuando la fiera, perdón, mi hijo intentaba seguir degustando su mango acompañado, la autora de sus días se lo quitó de manera certera; al verme, lanzó su acostumbrado “berrido”; al pasar a  mi lado imploró el auxilio correspondiente para que evitara el baño total. Posiblemente  fui cruel con el pequeño vástago y no tomé sus bracitos (embadurnados) cuando intentaba apoyarse en los míos. Después de los remordimientos acostumbrados en estos casos y observar sus “retozos y  chapoteos” risueños en el agua, empecé a reflexionar en los pensamientos que mi hijo forjará de mi persona, y como soy lo suficientemente egocéntrico para hacerlo, los inicié en torno a quien apoyó a mi madre para que la resultante fuera este yo.

 

Mi padre es un hombre viejo y cansado. Cuando se levanta en la mañana lo hace con esfuerzo y dedicación extremos. A veces se sorprende en las mañanas cuando ve su rostro reflejado en el espejo y  se pregunta no ¿cómo amaneciste? sino, ¿cómo?,  ¿Amaneciste? A veces lo veo peleando con las agujetas de sus zapatos que cada vez le quedan más lejos de las manos. También cuando se viste lo hace lentamente y peleando con la tela y muy de pasada con la vida. Cuando camina lo hace con cuidado y encorvado. El viento frontal detiene su marcha, lo hace zigzaguear, pero sigue adelante, agachado y con esa determinación que bulle en su cabeza y que seguido protege con su viejo sombrero tejano.

 

Allá en su provincia tan querida le decían Don Manuel, tenía propiedades. La gente lo estimaba y respetaba. Aquí en la ciudad simplemente es  Manuel. No solo perdió sus posesiones, también el Don.  En cambio le pusieron al paso de los años, motes tales como "Gachupín",  “Alemán”," Ruso" y “Gringo” aun cuando es 100 por ciento producción nacional. El desierto y la falta de agua se conjugaron varios años para que mucha gente emigrara a otras latitudes más benignas. Después de perder todos los bienes materiales hubo de iniciar su nueva actividad lejos y al sur de su terruño solamente con la que  traía puesto incluyendo sus tres hijos y a su esposa.  Y como lo dijo hace tiempo, no fue fácil, ni lo es.  Tiene un carácter hosco y rudo. A menudo platica solo y regaña a medio mundo. A veces pienso que el mismo no se entiende. Cuando hablamos de cualquier tema siempre lo iniciamos con precaución evitando herir nuestras susceptibilidades, pero al paso de la charla no comprendemos los puntos iniciales y terminamos nuestra plática discutiendo. Iniciamos bien y acabamos como siempre, sin entendernos. Tal vez por ello  mi madre se sienta con y entre nosotros e intenta apaciguarnos. A veces considero que esa es su forma de demostrarme cariño. Siempre habla del campo, de sus tierras, sus animales, de lo feliz que sería al descansar en la tierra que lo vio nacer. Aunque sé que es feliz por estar en la ciudad y que nunca la dejará; sueña despierto y dice que ella no es para él. Que nació para vivir en el monte. Un día me platicó como murió su añorado caballo colorado. Él se encontraba en otro rancho cuando llegó cabalgando al corral en donde se hallaba el animal; el caballo del color citado, empezó a querer entrar dando “trompetazos” en el portón de entrada y como la noche estaba muy oscura  y con tormenta, mi madre con diecinueve años cumplidos  presa del miedo a lo desconocido, no reconoció los relinchos del animal que agonizaba. Cuando mi padre llegó en la madrugada montado en el alazán, se dio cuenta  que el consentido había muerto a la entrada del establo por haber ingerido " campamochas", animales pequeños que se encuentran en la pastura y  provocan la muerte de los animales. Cuando lo comentó, observé que sus ojos se humedecían y al relatar como lo enterró, se levantó y sin despedirse se fue a su cuarto

 

Quiere mucho a su esposa, a sus hijos y a sus nietos pero  no puede manifestarlo, le faltan palabras y gestos para hacerlo. Tampoco sabe ni le gusta bailar, pero cuando lo hace achispado, ejecuta movimientos de poste de telégrafos. Él ha construido con sus manos cunas para niños y cajas para muertos; ha trabajado solo y ha comandado a docenas de trabajadores. Ha laborado por su cuenta y para compañías. Pero cuando llega a la casa, solo y cansado, solo pide alimento y se retira a descansar. No compadece, no desea compadecer. Ahora veo sus manos grandes y fuertes que construían muebles grandes y pequeños y las observo cansadas, muy cansadas, encorvadas, una más que la otra. Es un norteño solitario que le gusta estar solo con Dios y sus pensamientos. A veces platica de como su padre lo educaba, a “cintarazos” y con la cuarta que se usaba para corregir animales; a nosotros nunca nos castigó de esa manera. De su madre no comenta mucho, murió cuando era bebé

 

Cuando le dio el  primer infarto, comentó " todavía no me toca ", ni  mi padre ni los lobos me llamaron; a continuación y arrastrando los pies descansó un tiempo; después siguió trabajando. No pidió afecto ni compresión ni al médico que le recetó unas pastillas y reposo absoluto ni a la familia. Se levantaba sudando y con mucho miedo y empezaba a caminar lentamente en la madrugada despertando a todo mundo; cuando ya lo había logrado se va a la cama a dormir tranquilamente dejando en el ambiente un fuerte aroma a café con una “pizca” de coñac prohibido; decía que ello no le afectaba al miocardio.

 

Ayer mi " gordo " de dos años se tropezó y se golpeó la nariz al caer y al lanzar el primer "berrido" mi padre estaba ya cargándolo y limpiándole la sangre y en sus brazos; el padre que nunca estrechó ni abrazó a sus hijos y mucho menos los limpió, estaba con el nieto haciéndolo. Tal vez no entendía el cariño que les tiene a sus nietos pero en ese momento comprendí muchas cosas, que  mi madre me decía. Cuando llegaba temprano a la casa , a las tres de la mañana después de trabajar, mi padre era el único que no se dormía y esperaba mi llegada para decirme: - no seas injusto y avísale a tu madre en dónde estás-.  Cuando llegaba a la casa con la nariz sangrante y los ojos morados, no me " sonaba" sin preguntar como lo hacía mi madre; primero me interrogaba ¿cómo sucedió? y al mencionarle que había defendido la integridad de uno de mis hermanos o la mía propia, me felicitaba pero me aconsejaba: - no importa que tan fuerte, que tan ágil, que tan inteligente seas, siempre habrá otro u otros que te superan; ten cuidado y siempre lucha por causas justas. Recuerda también que la venganza es sagrada y que ella es la que nos permite ser generosos y blandos. No olvides lo que no debes olvidar y recuerda lo que debes recordar -.

 

Cuando veía mi espantosa letra (como pretexto soy de Ciencias y Cirujano Dentista) solo me decía: algún día la mejorarás y no como el maestro cuando mencionaba que nunca lo haría. Aunque después de egresar de la UNAM y de la Normal me cuestionó la postal enviada, cuya letra en Script  no entendió. A veces, cuando me encontraba estudiando para un examen no decía nada, pero en silencio, ahora lo entiendo, me invitaba a luchar. Nunca aprendí a redactar cartas en un pueblo en donde hay y hubo poetas. No entiendo la poesía y nunca aprendí a tocar instrumento musical alguno, pese a que varios de mis mejores amigos lo hacen y bien; pero si entiendo que entiende el por qué  nunca llegué a hacerlo.

 

No comprendo la arquitectura, y nunca me interesó estudiarla como era el objetivo paterno. Lo asimiló. Quise ser maestro y a eso me dediqué y me dedico. Nunca pude danzar adecuadamente y la maestra Queta de la Normal estaba tentada a reprobar a un norteño que no sabía bailar el cerro de la silla. No obstante mis limitaciones me apoyaron. No es fácil hacerlo, espero que  con mis hijos, tenga esa capacidad de formar a  hombres y mujeres de bien.

Sacapuntas

Carlos Montemayor
Julieta Fierro

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Educación Ambiental

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mirador del Norte

G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D

Sala de maestros

Alfredo Gabriel Páramo

Tarea

Fidel Silva Flores
Jordi Soler
Jorge Orendain
“pálido.deluz”, año 11, número 166, "Número 166. El valor de la educación pública. (Julio, 2024)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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