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Jueves, Noviembre 21, 2024

I

El profesor César Labastida ha vivido circunstancias un poco complicadas este último año. Acostumbrado a ser un profesor “taxi” en dos o tres instituciones educativas de nivel medio y superior, impartiendo algunas clases para complementar la chuleta mensual, ahora se ha quedado prácticamente en una sola universidad pública, con escasas ocho horas. Y es que en la preparatoria privada donde tenía medio tiempo le fue mal en lo que sus colegas llaman el “draft docente”; en ese proceso se quedó sin contratación. También perdió unas horas en la otra universidad privada donde había laborado cerca de un lustro.

 

Así que, en términos económicos, el profesor Labastida estaba sufriendo un adelgazamiento involuntario. La incertidumbre y la ansiedad comenzaban a asediarlo. Pese a esas dificultades, el maestro César estaba apreciando dos espacios de la institución que aún lo mantenían en activo como docente.

 

El primer oasis que confortaba la sed académica de Labastida lo encontró en el grupo de octavo semestre de la licenciatura de pedagogía, en el curso de “Temas selectos de Comunicación educativa”. La clase, conformada por siete estudiantes, se había constituido de forma casi autogestiva al responsabilizarse de los contenidos y al charlar, entre todos, las temáticas y conceptos sugeridos en el programa.

Durante las sesiones del curso de comunicación educativa, el profesor César fue descubriendo características y datos que provocaban una profunda reflexión sobre el valor de la educación pública en México: el 85% de los estudiantes representaba el primer integrante en sus familias con posibilidades de concluir una carrera universitaria; 6 de los 7 estudiantes no habían visitado un país extranjero; el 70% de ese grupo tenía una trayectoria de estudios previos (preescolar, primaria, secundaria y preparatoria), signada por la educación pública; el 42% del grupo habían sido seleccionados en su primera opción de ingreso a la universidad pública; 3 alumnos conocían cuatro o más estados de la República Mexicana; el 85% del grupo no conocía la Cineteca Nacional ni había asistido a cine debates, ni presentaciones de libros; 6 estudiantes habían estado, por lo menos una vez, en el Museo de Antropología; el 14% no conocían el mar ni el Zócalo de la CDMX.

El segundo espacio de frescura intelectual y académica se encontraba en lo que César Labastida denominó “Las discusiones del hoyo negro”. En el cubículo de uno de los decanos de la universidad, repleto de libros que abarrotaban estantes, cajas y escritorio, se reunían, en las horas “muertas”, un grupo de profesores de diversas carreras profesionales y perspectivas ideológicas, para analizar, conversar y debatir noticias y situaciones que estaban ocurriendo en el mundo y en el país. Desde temas tan triviales como los deportes y el fútbol hasta cuestiones más hondas como política, filosofía o epistemología. Allí llegaban la antropóloga marxista, el “sup director” de una secundaria formado en enseñanza de inglés, el periodista de la Septién, el cristero Lasallista y algunos otros convidados que, por azares de los horarios escolares, coincidían con el más antiguo y emblemático Educador ambiental de México.

En particular, el profesor Labastida recuerda una de las discusiones que le permitió reflexionar alrededor de la educación pública. Al calor de los comentarios sobre la situación laboral en que se encontraban los maestros de contrato, no sólo en la institución donde estaban laborando, sino en muchas de las universidades públicas del país, donde la condición de interino alcanza hasta el 70 u 80% de la plantilla docente, el decano y anfitrión del cubículo argumentó:

—…Por eso es que AMLO acusa a la UNAM de haberse vuelto neoliberal.

—Pero el problema no sólo está en la condición de los contratos. —esgrimía la antropóloga. —En el fondo de la cuestión educativa está un proceso sistemático de privatización. Y de ese proceso ni siquiera el Peje y su gobierno se libran.

—Es cierto. —aportó el periodista de la Septién. —En muchas universidades de América Latina se están experimentando estas condiciones de trabajo. En Colombia, Brasil, Perú, y ni qué decir de Chile y Argentina.

—Bueno, —señaló el cristero Lasallista. —Un amigo argentino, que es profesor de la UBA, me platicó que, con el gobierno de Milei, la universidad está operando sin presupuesto este año.

—Eso me recuerda una peli que acabo de ver en la cineteca. —intervino el sup-director de secundaria. —Se llama PUAN, y es sobre un profe de Filosofía en Argentina que ha estado por contrato durante años, pero que, al morir su viejo maestro, puede concursar por su plaza. Sin embargo, llega otro colega de la generación, proveniente de Alemania, con posgrados y reconocimientos porque había sido discípulo de filósofos europeos, y acaba por competir por esa plaza… Hacia el final de la peli se menciona que a esa universidad le quitan el presupuesto.

—¡Qué poca madre!  ¡Por eso y por mucho más es que debemos defender la educación pública! —expresó, categórico, el legendario Educador Ambiental.

 

II

César Labastida es poco afecto a los memes, pero el que se muestra debajo del texto, le gustó:

Un padre le dice a su hija:

—Haría lo que sea por vos.

La hija contesta:

—Bueno, lucha por la educación pública. De grande quiero estudiar.

César se pone a pensar que era nula la posibilidad de que no existiera la educación pública cuando el creció. En el nivel superior, casi la única educación pública que se reconocía era la que brindaba la Universidad Nacional Autónoma de México o la que impartía el Instituto Politécnico Nacional. Pero el mundo ha cambiado, concluye en su pensamiento, y considera que la amenaza sobre la educación superior pública es cotidiana: por los recortes presupuestales, por decisiones burocráticas, por el dominio de lo administrativo sobre lo académico, por una mayoría de maestros que están por contrato y/o son interinos; y por supuesto, por el nuevo despertar de la ultraderecha. De ahí el valor que el profe Labastida encuentra en el Meme.

III

El profesor Labastida Esqueda sabe que el gran factor de movilidad social que fue la educación pública en América Latina, a mediados del siglo XX, ya ha dejado de ocurrir. A pesar de ello, César sabe que la única oportunidad que tienen muchos de los estudiantes de salir adelante y tener elementos para buscar un trabajo digno es a través de la formación que da la educación pública.

Y aunque percibe que los estudiantes no lo creen (ponen poca atención en clase, faltan, se vuelven exigentes, soberbios, a veces groseros y retadores), supone que los caminos para el progreso y la transformación se reduce al ámbito de la educación pública. Y así, muchos alumnos y docentes usan su celular como salvoconducto para todo, por más que el profesor Labastida les insista en que en esos dispositivos hay información, no conocimiento.

Por fortuna no son todos los jóvenes y colegas maestros. A veces hay sinergias en los grupos escolares y académicos que, con organización, afecto, sentido común y resiliencia, valoran lo que les brinda la educación pública, devolviéndole sangre y energía al cuerpo del maestro César, y proyectándole así, una luz de esperanza.

Sacapuntas

Carlos Montemayor
Julieta Fierro

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Educación Ambiental

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mirador del Norte

G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D

Sala de maestros

Alfredo Gabriel Páramo

Tarea

Fidel Silva Flores
Jordi Soler
Jorge Orendain
“pálido.deluz”, año 11, número 166, "Número 166. El valor de la educación pública. (Julio, 2024)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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