Le Parisien
Traducción y nota Gabriel Humberto García Ayala
Nota. Mediados de los años sesenta. La escuché por primera vez en la estación radiofónica 620, cuyo lema es “La música que llegó para quedarse”. En ese entonces no entendía lo que cantaba, pero me gustaba mucho su voz. Sobre todo, una de sus primeras canciones Tous les garçons et les filles. Una canción sencilla, sin arreglos estrambóticos, que por otro lado eran innecesarios, ya que lo importante era su voz. Como todo adolescente, caí inmediatamente en las redes de su voz encantadora. Así que cuando tuve la oportunidad y los medios económicos, a mediados de los setenta, los primeros discos que adquirí fueron de ella. En ese entonces los precios de los discos importados me parecían exorbitantes. No obstante, hacía sacrificios para adquirir no solo sus discos, sino de otros cantantes franceses, entre ellos de Jacques Brel. El sitio en donde los adquiría era la Sala Margolín, desparecida hace algunos años, ubicada en la colonia Roma.
Fue la cantante de los días buenos, pero también de los días malos, que es la gracia de los más grandes, son nuestro consuelo. “Sí, pero voy sola, por las calles, con el alma destrozada”. ¿Qué adolescente, ya sea que haya escuchado los éxitos de Françoise Hardy cuando se estrenó en 1962 o años después, no encontró inmediatamente un amigo, una voz en el teléfono?
Teníamos sus 45, sus 33, sus casetes, sus CD, luego encontró su lugar en todas nuestras listas de reproducción en nuestras plataformas de música. No en la categoría de “canción francesa” o “chill”, palabra que sustituyó a este “cool” algo “lento”, sino en una lista imprescindible, como un kit de supervivencia.
Toda una vida con Mon amie la rose. Quizás sea una canción de Françoise Hardy que nos llevaríamos a una isla desierta si pudiéramos llevarnos una sola, como una caja de música. No podemos vivir sin esta voz que permanecerá, la que tuvo muy temprano, y sin duda siempre, la nostalgia del paso del tiempo al cantar Ma jeunesse fout le camp en 1967, con 23 años. Un alma vieja en un cuerpo tan joven - 18 años cuando se estrenó Tous les garçons et les filles - luego un espíritu tan infantil en un cuerpo de una septuagenaria magullada por enfermedades, a las que afrontó con una valentía y una determinación asombrosas. Gracia en la forma en que las describió en sus últimos libros, como si nos estuviera escribiendo nuevamente, y para siempre, un mensaje personal. Hasta perder el aliento.