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Jueves, Noviembre 21, 2024

El pasado 12 de junio del 2024 tuve la oportunidad de participar con varios colegas de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, en el Tercer Conversatorio sobre Cultura e Interculturalidad organizado como actividad de cierre semestral del Seminario de Lingüística Teórica y Aplicada (SELITA) del Centro de Enseñanza de Idiomas (CEI). Los expertos invitados expusieron interesantes ideas en torno a cuatro preguntas:

  • ¿Qué es la comunicación intercultural y cuál es su trascendencia en el aprendizaje de una lengua cultura?
  • ¿Cómo influyen los principios generales de la comunicación en la interacción intercultural?
  • ¿Cómo se forma un “comunicador transcultural” (un representante de una comunidad sociolingüística) en el aula de lengua-cultura?
  • ¿Qué habilidades o competencias debemos integrar a fin de alcanzar una comunicación intercultural pertinente?

Cada experto abordó esos cuestionamientos desde diferentes perspectivas: la historia, la literatura, los estudios culturales, así como de la enseñanza-aprendizaje de lenguas extranjeras y segundas lenguas.  A continuación, deseo compartir las respuestas que yo puse a consideración de los expertos y de los asistentes al conversatorio, a partir de la experiencia como profesora de una lengua extranjera y formadora de docentes de idiomas.

 

Definición del concepto y sus implicaciones educativas.

El encuentro intercultural es una realidad ineludible en el mundo globalizado y atraviesa la experiencia educativa.

La comunicación intercultural implica la capacidad de interactuar y relacionarse con personas de orígenes culturales diferentes, en condiciones de respeto, igualdad y enriquecimiento recíproco. Esto supone el interés por comprender el sistema de creencias y valores de la otra comunidad, pero también una conciencia crítica sobre la cultura propia. Es un espacio relacional de negociación y construcción de significados consensados. 

Sostengo la idea que ya había expresado en otro artículo de que el estudio de otra lengua-cultura es la oportunidad para expandir el horizonte cognitivo de cualquier persona, quien así puede aprender a mirar el mundo desde varias perspectivas. Las clases de idiomas son el espacio idóneo para promover valores de apertura, tolerancia, respeto y empatía hacia la diversidad cultural, por ello, cobra especial relevancia que los educadores reflexionen sobre la manera en que se pueden introducir los contenidos de cultura e interculturalidad en los programas, la planeación de las lecciones y en el diseño de los materiales educativos. En realidad, los temas y el desarrollo de habilidades para la comunicación intercultural deberían ser transversales curriculares de los planes de estudio en todos los niveles del sistema educativo, no sólo en la enseñanza de lenguas extranjeras.

Comunicación e interculturalidad

La interacción intercultural es una forma particular de la comunicación humana, así que en ella se realizan todos sus principios generales:

  1. Se expresa en un sistema de símbolos que requieren una interpretación.
  2. Supone la construcción de significados compartidos entre los sujetos en contacto.
  3. Tiene una intencionalidad relacional y de contenido, o sea que el sentido de los mensajes y de la interacción misma varía de acuerdo con las condiciones de jerarquía y cercanía entre los hablantes.
  4. Está culturalmente determinada, o sea que se realiza según un código de valores y costumbres de la comunidad.
  5. Obedece a un propósito específico en un contexto concreto, pues todos buscamos obtener algo de la otra persona en la interacción.
  6. Es un proceso, o sea que va modificándose por los intercambios entre los hablantes a lo largo del tiempo.

Los aprendientes deben tomar conciencia de que estos principios se manifiestan de maneras diversas en cada lengua-cultura y determinan las interpretaciones de los interlocutores sobre el discurso y el comportamiento de las personas de la otra comunidad o nación. Especialmente en la formación universitaria, se debe desarrollar apertura mental y disposición a entender diferentes perspectivas, sin apresurar juicios o valoraciones.

Pensemos en la famosa expresión “ahorita” que tanto desconcierta a los extranjeros cuando interactúan con mexicanos. Si la pronuncia el jefe a un empleado o la madre a un hijo en una frase como “hazlo ahorita”, la palabra equivale a “inmediatamente”; si la dice un amigo a otro en mitad de una reunión, por ejemplo: “ahorita lo hago”, el vocablo podría referirse a un tiempo indeterminado: unos minutos, una hora, nunca.  El significado de la expresión no es unívoco, depende del tipo de relación que hay entre los hablantes, así como de la situación en que se utiliza.

En el español de México se emplea con frecuencia la expresión “qué chistoso”, que puede adquirir distintos equivalentes con base en la situación de enunciación. Puede significar que algo es gracioso, simpático, curioso, raro; pero si alguien la utiliza con un tono de enfado o disgusto, puede estar comunicando justamente la idea contraria: “no me parece gracioso (lo que dices o lo que haces)”.

En entornos rurales de nuestro país, niños y adultos se dirigen a sus padres utilizando el pronombre “usted” como demostración de respeto, pero en las comunidades urbanas parece anticuado hablar de esa manera e incluso se percibe como una expresión de autoritarismo o de distancia afectiva; en algunas naciones de Sudamérica, en cambio, el usted es usado como apelativo cariñoso entre familiares y amigos.

Estos son ejemplos de sutiles diferencias en variantes de una sola lengua, el español; pero en todas las culturas se producen fenómenos semejantes.  Los docentes de idiomas no pueden proporcionar una lista exhaustiva de los matices de sentido que pueden adquirir todas las expresiones que los estudiantes deben aprender para comunicarse siempre de manera clara, efectiva y pertinente. Mas bien, se les debe proporcionar herramientas para que detecten por sí mismos, en el intercambio con los hablantes de la otra lengua-cultura, cuáles son los contenidos que pueden resultar delicados, susceptibles de provocar confusión o desencuentro.

Hofstede (2011) identifica seis dimensiones de la cultura que deben analizarse como base para construir el diálogo y la colaboración intercultural:

  • El énfasis en el Individualismo o el colectivismo, que determina la extensión de los lazos grupales.
  • La indulgencia o la contención de determinados comportamientos o actitudes en la comunidad, especialmente las que se asocian al deber y al placer.
  • La tolerancia o la aversión a la incertidumbre, que influye en la gestión de la seguridad o la relajación de las normas sociales.
  • La expresión de las relaciones de poder y la distancia entre los interlocutores
  • Las percepciones sobre masculinidad/ feminidad
  • La orientación a largo plazo, que determinan prácticas de ahorro y de consumo.

 

El docente como comunicador transcultural y promotor de la cultura de la paz

El docente debe desempeñar en el aula la función de comunicador transcultural, lo que implica una labor de mediación entre la recepción/interpretación de significados y la producción discursiva de los sujetos que interactúan.  Lo ideal es que el comunicador transcultural se forme por interacción directa con hablantes nativos de la lengua-cultura que es objeto de estudio, aplicando lo que Ulrich Bauer (2002) denomina perspectiva xenológica, es decir, reflexión e investigación teórica sobre lo que se percibe como extraño en otros (individuos, grupos, comunidades, naciones, etc.) para abordar los problemas de entendimiento entre las culturas. La perspectiva transcultural supone interrogarse continuamente sobre el significado y el sentido que atribuimos a las experiencias vividas en relación a personas o comunidades ajenas.

Los educadores, en el papel de comunicadores transculturales, pueden convertirse, en cierto sentido, en promotores de convivencia armónica y pacífica entre diversos pueblos y comunidades. Esa labor se vuelve aún más relevante y necesaria en entornos multiculturales, por ejemplo, en lugares donde hay convergencia de poblaciones migrantes de distintos orígenes que deben trabajar o estudiar juntos, quienes requieren aprender la lengua-cultura para integrarse de la mejor manera posible a la comunidad que los recibe.

Cuando los docentes trabajan en la enseñanza de lenguas extranjeras, deben procurar llevar la cultura ajena al aula, presentándola en documentos auténticos (noticias, literatura, segmentos de programas de televisión y de películas, canciones, recetas de platillos tradicionales, artesanías, reproducciones de obras de arte, etc.) y  diseñando actividades de interacción comunicativa lo más realistas posibles, en las cuales se incluyan, de vez en cuando,  los llamados “incidentes críticos”, o sea, situaciones que por un contenido cultural intrínseco no compartido por los hablantes, pudieran dar lugar a confusiones, incomprensión, desconcierto.   Se trata de ayudarlos a desarrollar conciencia y sensibilidad sobre la diferencia con el otro, pero manteniendo una actitud de apertura y disposición a conocerlo sin juzgarlo, para construir una comprensión recíproca.

 

Construir la competencia intercultural

Obviamente en la enseñanza de idiomas se aspira también a orientar a los estudiantes a convertirse en comunicadores transculturales, es decir, que puedan acercarse a la otra cultura de manera pertinente y efectiva.  Un proverbio popular dice “al país que fueres, haz lo que vieres”. Esto se traduce en el desarrollo de varias habilidades y actitudes:

Observación y escucha atenta, para identificar las prácticas y esquemas de comportamiento típicos de una comunidad en situaciones cotidianas y los entornos en que se llevan a cabo: ¿qué hacen?

Sensibilidad y disposición para dejar que el otro exprese su esencia sin juzgarlo, a fin de saber quién es y aceptarlo.

Reflexión sobre las creencias, los valores y las convenciones de la comunidad ajena y de la propia, con la intención de comprender por qué una persona de la otra cultura se comporta de cierta manera, pero sin basarse en los criterios o parámetros de la propia cultura, porque suponen un filtro valorativo que no necesariamente se comparte con el otro y puede dar lugar a malos entendidos.

Estrategias para resolver malentendidos y negociar significados con respeto, gentileza y ecuanimidad, especialmente sobre ciertos aspectos de la cultura que pueden ser controversiales y delicados. Rinvolucri (2011) menciona, por ejemplo: relaciones de jerarquía, trato a los ancianos y a los niños, brecha generacional, matrimonios por amor o por acuerdos familiares, ritos y celebraciones de familia y comunitarios, cortesía, proxémica y gestualidad, entre otros. ¿Cómo comportarse en situaciones de desencuentro o incomprensión para restablecer la posibilidad del diálogo?

En conclusión, formar competencia para la comunicación intercultural en los niños y los jóvenes es la clave de la educación de los ciudadanos globales y la base para promover una sociedad democrática en que sea posible la convivencia pacífica entre las personas, las comunidades y las naciones.

 

Referencias

ASCCC Open Educational Resources Initiative (OERI)

https://espanol.libretexts.org/Ciencias_Sociales/Comunicacion_interpersonal%3A_contexto_y_conexion_(OERI) Consultado el 10 de junio 2024.

Bauer, U. (2002) Xenología: introducción a un concepto clave de la actual discusión. Curso de actualización docente. México: UNAM

Hostfede, G. (2001) Culture’s consequences: comparing values, behaviors, institutions and organizations across nations. EUA: Sage Publications.

Rinvolucri. M. (2011) “La cultura como contenido en la clase de lenguas” en Derosas M y Torresan P Didáctica de las lenguas culturas. Nuevas perspectivas. Argentina: SB y Alma Edizioni.

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