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Jueves, Mayo 02, 2024

Hace tiempo que la imagen del apóstol magisterial dejó de ser la referencia para buena parte de la sociedad y, por supuesto, para los maestros mismos. Los maestros actuales son más preparados que los de antes. Los tiempos así lo exigen. Esa preparación, no obstante, no basta para que el gobierno les reconozca su encomiable labor, no sólo para enseñar las primeras letras, sino para proyectar a muchas generaciones de niños y jóvenes hacia pensamientos y acciones que, realmente, trasciendan el horizonte curricular, y los dote de un pensamiento crítico, tan necesario para promover los cambios sociales que demanda el mundo y nuestro país. Una educación que sólo traduce los currículos genera seres alienados que, en el mejor de los casos, han de insertarse en la sociedad, cumpliendo con sus obligaciones ciudadanas y ser una parte más del engranaje económico. Nada se cuestiona, simplemente se asume la importancia de que la sociedad funcione a partir de la suma responsable de sus integrantes. Bien, eso es importante, por supuesto,  pero nunca suficiente.

El mundo de hoy requiere seres con autonomía de pensamiento que sean capaces de encabezar los cambios necesarios en materia social, económica, cultural, científica, tecnológica. Nuestro país, durante años, ha sido generador de mano de obra –calificada o no- para maquilar artículos cuyas patentes proceden de otros países. Se podrá argumentar que eso es parte de la dinámica del mundo globalizado y que prácticamente todos los países del orbe lo hacen. En efecto, incluso podría acudirse al ejemplo de China que atrayendo a las grandes corporaciones y ensamblando sus productos logró que su economía creciera a un ritmo impresionante. De acuerdo, sólo que China sí trabajó en crear su propio desarrollo tecnológico y científico, mientras aquí hay poco espacio, aprecio y apoyo a la investigación científica.

El no reconocimiento del gobierno a la importancia de la educación se observa en el destino presupuestal que se le destina a tan importante rubro. Hay decrementos o aumentos poco significativos con Infraestructura arcaica, desarticulación entre los diferentes niveles, burocracia y precarización laboral, la educación es un buque que parece hundirse en lugar de llevar a buen puerto a sus pasajeros.

De manera paralela, se requiere un mayor presupuesto a la investigación. Dos de las palancas fundamentales para el crecimiento de un país están olvidados por las autoridades. Sin presupuesto suficiente,  cualquier discurso que hable de apoyo a la educación y la ciencia es demagógico.

En educación se requiere certeza laboral y criterios profesionales para el ingreso y promoción de los profesores. No es posible que maestros de educación básica egresados de escuelas formadoras de docentes, sean sometidos a una serie de obstáculos y requerimientos arbitrarios que cuestionan su formación académica, avalada por la propia autoridad con una cédula profesional. Eso sólo ocurre en México. Eso se prometió cambiar con el nuevo gobierno, y aunque se ha avanzado un poco, falta mucho por hacer. Lo mismo con la promoción vertical y horizontal. Muchos maestros son reconocidos en la comunidad educativa, por su trabajo, compromiso y  la calidad de su labor. Adicionalmente, cuentan con una preparación profesional que incluye, en varios casos, los grados de maestría o doctorado. Y aun así, no basta y sus salarios y condiciones laborales son tristemente precarios.

En la educación superior es lo mismo. No existen las plazas suficientes que permitan a una planta docente joven y bien preparada, acceder a las plazas de Titular o de investigador, lo que apoyaría el necesario crecimiento institucional, y personal, además de desahogar el terrible cuello de botella que se da por los viejos maestros que siguen ocupando las mejores plazas y que no se jubilan, por no perder los privilegios que les otorgan las plazas superiores. .No se trata de desplazar a la planta docente de más años en las instituciones, sino de ofrecer las posibilidades de crecimiento a partir de un piso más equitativo.  Eso se resuelve con la creación de plazas suficientes y transparentemente ofertadas. Requiere, además, la revisión de los procesos de selección- evaluación de los perfiles, porque en muchas instituciones existen grupos de notables a mafias arraigadas por años que inhiben la entrada de una planta docente joven y con los grados académicos, sus trabajos de investigación, la experiencia profesional en las propias instituciones y el conocimiento necesarios.  

Es mucho lo que estamos perdiendo.  La pandemia ha venido a agudizar las diferencias, porque no todas las instituciones, de cualquier nivel, cuentan con los insumos, las plataformas o los requerimientos técnicos mínimos para ofrecer la educación híbrida o virtual con solvencia.

Como se ve, el tránsito a la democracia y a una sociedad más equitativa requiere apuntalar esos dos pilares del crecimiento y la justa distribución del capital. Con un capital humano con acceso a las instituciones de educación en todos los niveles y no excluidos por su condición social, nuestro país empezará a caminar mejor así el camino sea largo. Las penosas condiciones en que dejaron a la educación y la investigación, no se resuelven de la noche a la mañana, pero hay que ir a la raíz del problema: la transparencia en la asignación de plazas docentes, la certeza laboral, el vínculo necesario entre los diferentes niveles educativos, la desaparición de becas al desempeño en el nivel superior  y de los diferentes niveles en educación básica que sólo fomentan la corrupción, la simulación y el deterioro educativo; en lugar de esto último que se destinen recursos, plazas suficientes y mejores salarios.  Hasta ahora, permanece incólume una gran parte de los diseñadores y operadores del sistema educativo y no veo la razón para que sus esquemas de pensamiento, sus filiaciones políticas y sus compromisos cambien de la noche a la mañana. Algo se tiene que hacer al respecto si realmente se quiere operar una auténtica transformación que supere o, al menos, inicie un cambio radical de las condiciones existentes. 

Ya otros países han apuntado hacia la valoración de la educación y la investigación y, gradualmente, han ido mejorando las condiciones de vida de su población y subiendo peldaños en la esfera internacional de este mundo globalizado.

Los maestros no son apóstoles, son profesionales de la educación que requieren que su labor sea reconocida y estimulada por el estado. Los investigadores son la cima de la producción intelectual y deben de ser correspondidos en la misma forma.

Es tiempo de hacer algo antes de que el barco en el que navegamos todos acabe penosamente de hundirse sin remedio.

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 137, "Número 137. ¿Cómo están educando los nuevos medios e hipermedios de comunicación? (Febrero, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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