Durante las últimas décadas del siglo XX, muchos niños vivieron su infancia acompañados de la televisión, quién fungía como padres, amigos e incluso maestros, ya que algunos pequeños pasaban tal cantidad de horas frente a ella, que ahí aprendían desde cómo desenvolverse en la sociedad en la que estaban inmersos, hasta conocimientos propios de su edad.

Debido a esta tendencia de la “nana televisión”, surgieron diversos tipos de programas enfocados en brindar contenido útil para que los niños aprendieran mientras se divertían.

Sin embargo, esos años del protagonismo de la pantalla chica llegaron a su fin con los albores del siglo XXI, ya que el internet causó una revolución global que cambió nuestra vida de manera rotunda.

Ahora es muy común ver a adultos, jóvenes e incluso niños pequeños pegados a una pantallita que sostienen en la palma de su mano o a un rectángulo más grande que colocan cómodamente cerca de ellos. Estos dispositivos móviles les han abierto las puertas a un sinfín de información disponible con un sólo un “click”, aunque muy poco se ha hecho para orientar a la población sobre su uso, por lo que es bastante común ver a los pequeños pegados durante horas a las pantallas aprendiendo sobre ideas erróneas u opiniones vagamente fundamentadas.

Además, esta nueva década trajo consigo una  forma distinta de comunicarnos con los demás, donde cualquier persona puede crear diferentes tipos de contenido (visual, auditivo, audiovisual, entre otros) para expresar sus opiniones sobre diversos temas, sin que eso signifique que posean información verídica o fundamentada al respecto.

Debido a la creciente variedad de programas, escritos, plataformas digitales y demás nuevos medios de comunicación, los niños, adolescentes e incluso los adultos, estamos aprendiendo de una manera diferente.

Este tipo de aprendizaje “informal”, denominado así por la falta de estructura propia de los procesos regulados para la construcción de aprendizajes específicos, está provocando que las personas construyamos nuevos conocimientos con bases poco confiables, ya que nuestras fuentes de información son las opiniones generadas a través de los ojos de otra persona, cuyas formas de ver la vida son producto de sus propias relaciones interpersonales, el contexto sociocultural y económico en que se desenvuelve, entre muchos otros factores.

Al igual que el radio y la televisión contribuyeron, favorable o equivocadamente, a la educación de las generaciones pasadas; es importante reflexionar sobre los medios de comunicación actuales, no con el propósito de censurarlos a través de una crítica feroz, sino para ayudar a las nuevas generaciones a discernir entre las innumerables opciones disponibles, de manera que puedan elegir aquellos que son útiles y así aprovecharlos en la construcción de aprendizajes significativos, cuya relevancia sea notoria en su vida diaria.