César Labastida Esqueda pasó una etapa de su vida, en la adolescencia, escuchando una radio portátil de pilas, verde, que tenía la forma de walkie-talkie de guerra. Se lo había traído su padre del puerto La Paz, en Baja California Sur, lugar que funcionaba como una frontera libre, como un Duty free con muchas tiendas. El papá de César fue a un Congreso y regresó cargado de quesos holandeses, ropa nueva y perlas alimenticias enlatadas de distintas partes del mundo y ese pequeño aparato eléctrico.

En ese radio César escuchaba, las veces que podía y tenía pila el aparato, “las horas de los Beatles” en Radio éxitos 790 de Ampliación Modulada. A veces cantaba las canciones siguiendo la letra, con una revista que se llamaba Guitarra fácil. Tenía su credencial del club y alguna vez ganó unos boletos para ir a ver una obra de teatro sobre su grupo musical favorito, al Teatro Jorge Negrete en la Colonia San Rafael. Esa experiencia lo marcó porque vio a sus ídolos, próximos y como seres de carne y hueso. Además, había un grupo que tocaba en vivo.

Cotidianamente, le gustaba meterse debajo de las sábanas de la cama y colocar la bocina en su oído y así quedarse dormido. Disfrutó mucho con ese maravilloso regalo fayuquero.

II

César, antes de prender la televisión  y con el aparto de control remoto en la mano, recuerda otra parte de su vida:

La televisión para niños y adolescentes en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, no solo tenían canales y horarios definidos, además se localizaban los contenidos dirigidos a ese público, más o menos fácilmente. En esos tiempos, era común que los niños memorizaran los días y horarios en que se transmitían sus programas preferidos. El horario era después de las 4:30pm y el canal 5 era el de Tele sistema mexicano. Las llamadas caricaturas (producidas por Hanna Barbera, Disney, Warner, etc.) eran el consumo habitual de los niños, y para los adolescentes −con el permiso de los padres− podían ver series como Combate, Viaje al fondo del mar, El túnel del tiempo, Pérdidos en el espacio, Los intocables o Starsky y Hutch.

César Labastida, después de salir de su lontananza mental, por fin enciende la televisión y ve una barra de canales que trasmite las 24 horas del día, los siete días de la semana, contenidos para niños, canales de videojuegos, canales en los que encuentra series de televisión dirigidas a niños, preadolescentes, adolescentes, jóvenes, mujeres, adultos mayores...  Y no solo eso, al bajar a la barra inferior encuentra plataformas que paga y hasta internet, para disponer más ampliamente de unos contenidos a la carta.

El profesor Labastida se pregunta: ¿qué televisión disfruta más: la de antes o la de ahora? ¿la ingenua del gato Silvestre y Piolín o la que lo perfila con un algoritmo que lo persigue permanentemente?

 III

Fanático del cine como siempre ha sido, César se ha enterado que el que considera el festival de cine norteamericano más independiente y preocupado por el ser humano, el festival de Sundance será este año virtual, en febrero del 2022, porque la pandemia no cede. Lee en el periódico Milenio y se queda pensando en lo que la presidente Tabitha Jackson declara, en conferencia de prensa:

            “No me gusta llamarlo virtual, porque no tiene nada de irreal. Se trata                  de convergencia, se trata de unión y de nuestra presencia; ya sea en                      persona o en línea, sino que estamos juntos en un momento                                  específico. Y este es el momento. Este es el momento en que se revela                       la obra, este es el momento en el que podemos discutir los trabajos en                   el festival”

Distraído, como aseguraba la maestra Conchita, César se queda divagando en la palabra convergencia y si esta realmente alude a estar juntos y unidos (¿felices?) más allá de lo tecnológico y lo digital. O si lo tecnológico –contradiciendo a Tabitha- será algún día, en verdad, estar juntos y unidos.

El profesor Labastida piensa en dos años de clases virtuales; en los cambios cognitivos, afectivos, sociales, económicos y tecnológicos que sufrieron en las escuelas, los docentes, los estudiantes y familias completas… Se queda reflexionando y mejor cambia la hoja del periódico.