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Miércoles, Mayo 08, 2024

Si Prometeo fue la personificación de la evolución del hombre, al cedernos el fuego como símbolo de libertad, el abuso del celular y de las redes sociales es la muestra de la involución en la forma de comunicarnos, o de esclavitud en un mundo más irreal que el de dioses, titanes y semidioses en la leyenda griega de Esquilo. Y encadenados (¿para siempre?) en las montañas de un “Cáucaso Digital, junto a nuestro mítico héroe.

A continuación, abordaré un tema que es motivo de conversación, debate y de alta controversia dentro y fuera de nuestras aulas y prácticamente en toda la vida cotidiana.

Uno de mis mejores amigos, investigador nacional y docente universitario se resiste al uso del celular como herramienta indispensable en su trabajo y vida diaria. Se ha rebelado a las exigencias laborales y sociales cada vez más complejas, demandantes y bizarras.

Quién estará mejor, el paciente o el psiquiatra del cuento de Ray Bradbury, titulado El Asesino, escrito hace ya casi setenta años y donde se relata el caso de un paciente encerrado en un hospital psiquiátrico porque destruye todos los dispositivos- llamados radio-pulsera- que lo mantenían “comunicado” de manera permanente con todos.

Este cuento breve, nos muestra de manera premonitoria lo que sería el futuro que ya nos alcanzó y hasta rebasó.

Las redes sociales, los dispositivos, computadoras y teléfonos “inteligentes” que nos hacen la vida más fácil o complicada, según el cristal con que se mire, están a la orden del día y según las posibilidades de cada quien. Sería una conducta necesaria si es dosificada y mesurada en su uso, o podría convertirse en una adicción a partir de su utilización exagerada y sin control.

 

Emilio Flores Villarreal, de la Universidad de Guayaquil, en su artículo titulado “La influencia del celular y las redes sociales en la vida actual”, nos dice que “…la adicción es una enfermedad primaria, crónica y con múltiples facetas que influencian su desarrollo y manifestaciones. La enfermedad es frecuentemente progresiva y fatal, caracterizada por episodios continuos o periódicos de descontrol sobre el uso a pesar de las consecuencias adversas, distorsiones de pensamiento y hasta negación”.

 

El uso de los celulares en todas las áreas y manifestaciones de la vida cotidiana está presente aun cuando en realidad no sea tan necesario y vital para nuestro desarrollo y convivencia.

Si bien esta herramienta o dispositivo nos permite el acceso casi inmediato a una gran cantidad de información, no necesariamente implica comprensión, análisis y comprobación de los datos que aparecen de primera mano y de dudosa procedencia.

Ahora cualquier persona reenvía y escribe sobre temas que antes se generaban y gestionaban de manera formal en un artículo académico o de investigación y en espacios reconocidos por alguna autoridad, como documentos y revistas académicas.

La necesidad de la inmediatez y la prisa no distingue entre el conocimiento popular y el científico, bajo la máscara y el argumento de un silogismo falso acerca de la libertad de expresión y de pensamiento tan de moda en nuestros días. Todos tenemos el derecho de debatir a nivel de expertos sobre casi cualquier tema, ya sea político, social y hasta psicológico y espiritual.

Si tan sólo fuera un arma cargada de futuro como en la canción de Paco Ibáñez, el célebre cantautor español, pero es más bien un arma que no aprendimos a disparar y  que elimina la razón y la mesura en el debate sano y maduro.

En el caso de la escuela, los estudiantes lo utilizan como un distractor de lo que consideran una clase aburrida, impartida por un profesor cada vez más esforzado por manejar los dispositivos multimedia, pero que nos es divertido por ser demasiado teórico y del que afirman no aprender nada ya que no utiliza el kahoot y los videos.

 Y si este profesor es exigente en lecturas, tareas y exámenes, no es acorde y comprensivo de sus “prioridades”, como son sus compromisos personales y que por lo tanto no les permiten cumplir con las demandas escolares y académicas.

Pero en realidad lo que matiza la vida  de nuestros alumnos, es la prisa y la falta de tolerancia a la frustración cuando sólo desean estudiar una carrera durante dos o tres años y como un medio para una vida con altas expectativas para poder viajar mucho (entre más lejos, mejor) y ser totalmente independientes. Alguien les vendió la idea de que las clases ahora tienen que ser divertidas y placenteras y que el profesor tiene que ser tan simpático como un comediante de carpa.

 Entonces algunos alumnos resultan ser como La Gatita de Doña Aurora; “si la meten a la casa chilla y si la sacan llora…”.

 

Ahora hablemos de las redes sociales y de las nuevas plataformas de televisión de paga y que han convertido a muchas personas en adictas a las series de temas tan variados e interesantes como la vida de los narcotraficantes, de personajes de la realeza y de tendencias de conductas  bizarras y cargadas de alta violencia, que nos atrapan con episodios y temporadas interminables.

Y si no estas en las dichosas plataformas y te encierras horas enteras- con desvelo de por medio- eres un ente raro y aburrido que no aprovecha los beneficios de la tecnología.

Ya no se disfruta de una buena charla o de una buena película y con buena compañía, para comentarla al final de esta. La tarea es consumir por consumir.

Asimismo, los libros impresos son cosa del pasado y solo se leen resúmenes y artículos relacionados con el original. Es casi un delito recomendar lecturas en libros impresos, con castigo de por medio como en la novela de Umberto Eco, El Nombre de la Rosa.

 

Las personas citan en sus redes sociales a autores que jamás han leído, con sentencias de cantina autocomplacientes, frases aisladas y fuera de contexto de los escritos originales y así se convierten en falsos gurús y reproductores de una sabiduría de fast food.

Hace algunos años Enrique Rojas, psiquiatra español, nos advertía en su texto El Hombre Light, de los excesos de banalizar el conocimiento, para hacerlo más accesible y digerible.

Por otra parte, Gilles Lipovetsky, sociólogo francés, afirma en su texto La Era del Vacio, “…que vivimos en un universo de los objetos, de las imágenes, de la información y de los valores hedonistas y permisivos…  que han generado una nueva forma de control de comportamientos, se ha revitalizado la era del consumo: …estamos destinados a consumir, aunque sea de manera distinta, cada vez más objetos e información, deportes, viajes, formación, música y cuidados médicos… Esto es la sociedad posmoderna, no el más allá del consumo, sino su apoteosis…”

 

Finalmente, Diana Espejel, investigadora de la UNAM, en el texto que coordina, titulado Redes Sociales Digitales: Nuevas Prácticas para la Construcción Cultural, editado por el Conaculta, nos dice que “… las nuevas generaciones están obsesionadas con el control de la incertidumbre y …que tratamos de vivir en un mundo paralelo. Las redes sociales permiten a los jóvenes (y a los no tan jóvenes), crear vínculos en un mundo online que descansa sólo cuando el internauta lo decide”.

 

Hemos llegado a un universo virtual que nos han inventado y vendido muy caro, donde la prisa y la compulsión sin meditar, acompañan al mensaje instantáneo, y que demanda respuestas inmediatas y likesobligatorios, con selfies con un fondo y sonrisas envidiables de fotoshop.

Ya no hay ocio, sino un vacío existencial en la pantalla de Netflix y sus recientes competidoras que no han querido quedarse atrás en la vorágine de las plataformas audiovisuales.  No hay peor soledad que estar con alguien sin hablar, sin sentir, -como dice el poema, de José Luis Bernárdez- “el calor de la perfecta compañía…”

 

Les dejo la liga de una charla titulada Como nos Manipulan las Redes Sociales, con Santiago Bilinkis, para que la comenten en compañía de las personas que realmente interesan.

https://www.youtube.com/watch?v=8nKCA9h-7BA&ab_channel=TEDxTalks

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 137, "Número 137. ¿Cómo están educando los nuevos medios e hipermedios de comunicación? (Febrero, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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