Descubrí a este escritor austriaco una ocasión en la que me perdí en el interior de una enorme biblioteca de la Universidad de Austin. Alli encontré uno de sus libros titulado El cuento de hadas de la noche 672. Empezaba a hojearlo cuando fui interrrumpido por uno de los empleados del lugar, para advertirme que ese sitio no estaba abierto al público. Me disculpé. Salí pensando en dónde conseguir ese libro que me interesaba. Días más tarde fui a una librería del centro de la ciudad. Al ingresar, por pura intuición, fui directamente a un estante en el que esperaban diversos libros de Hoffmannsthal.
Hugo von Hofmannsthal (1874-1929) fue un escritor precoz. Nació en Viena y tenía cierta ascendencia italiana. Compuso la totalidad de su obra lírica entre los diecisiete y los veinticinco años. En esta época se relaciona con el poeta Stefan George y su revista Hojas para el arte, aunque nunca llegaría a suscribir enteramente el ideario estético de este círculo poético. La amistad con Stefan George no implicará la adscripción a un ideario poético que opone la perfección formal al positivismo burgués, pero sí impregnará su obra de los mitos del decadentismo vienés.
El cuento de hadas de la noche 672 es una historia que se publicó por primera vez en noviembre de 1895, en el semanario vienés Die Zeit. La trama del libro se refiere al hijo de un rico comerciante que perdió a sus padres. Por esta razón ya no encuentra gusto alguno en socializar. Tiene muy buena salud pero la idea de su muerte lo obsesiona. Solo puede pensar en su desaparición como una ceremonia suntuosa. Se da cuenta de que la vida solitaria que tanto desea no existe porque los sirvientes lo rodean "como perros". La anciana ama de llaves, con su permiso, lleva a la casa a una pariente que apenas tiene quince años. El hijo del comerciante tiene la sensación de que la joven retraída se resiste a estar en su casa y que inclus lo odia. Eso lo niega el ama de llaves. El protagonista se siennte incómodo: la casa y el jardín son demasiado estrechos para que él escape a la mirada constantemente de quienes habitan en su casa. Entonces se percata que un miedo terrible se levanta frente a él; el miedo a la "ineludibilidad de la vida".
Su sirviente más leal ha sido acusado de un crimen atroz. El hijo del comerciante quiere enfrentarse al calumniador, pero no lo encuentra. En una zona de mala reputación entra en una joyería "muy pobre". Compra un espejo plateado. En él cree ver a esa joven pariente de la anciana ama de llaves. Se adentra profundamente en el interior de la tienda, encuentra un invernadero. Entre el follaje, el hijo del comerciante ve el rostro de una niña que parece una quinceañera. La niña lo mira con enojo, siente horror en la nuca cuando se retira. Angustiado busca escapar. Llega a un cuartel. Allí muere miserablemente: "un caballo lo golpea fuertemente, cae de espaldas". Su muerte no es en absoluto ostentosa. El miedo lo abruma. Maldice a sus sirvientes que lo han llevado a la muerte y muere con una "mirada malvada" en su rostro.
En la primera parte, el entorno del personaje principal es representado como armonioso, a pesar de lo cual existe la amenaza de disolución, de la muerte que se cierne sobre él bajo la forma de dos refranes de origen árabe: “Cuando la casa está lista, llega la muerte” y “Tus pies te llevan adonde has de morir”. Estas son las frases que el joven se repite a sí mismo de manera constante, por un lado, para probarse que está a salvo de su propio destino, protegido dentro del ámbito de su encierro. Por el otro, para tratar de comprender por qué lo acecha la idea de la muerte. Ambos refranes acaban por cumplirse. La armonía de la primera parte, no exenta de un cierto sentimiento ominoso de opresión y angustia, se rompe con la carta anónima en que se acusa al criado del joven de un crimen indeterminado.
Sin embargo, los expertos sostienen que la obra maestra de Hoffmansthal es Jedermann, el apellido del protagonista. En español se conoce como Cada cual (si se descompone el apellido en dos: Jeder (cada) y Mann (hombre). Se trata de una obra versificada en un “alemán antiguo de gran espontaneidad y frescura rítmica”. Hofmanssthal relata cómo Dios decide que la muerte visite al rico Jedermann y le anuncie, en medio de un banquete con su amante y amigos, que ha de morir en una hora; infructuosamente, Jedermann busca la compañía de alguien que recorra a su lado el fatal itinerario. Todos lo rechazan, su amante, su amigo íntimo, sus bufones, sus criados y hasta su propio dinero, que se le aparece bajo la apariencia de un hombre-moneda: sólo una escuálida mujer -sus escasas buenas obras-, acompañada de su hermana la Fe, guiará a un Jedermann pobre y solitario en su último viaje.