Ha pasado bastante desapercibido un acontecimiento relevante para la conservación de la biodiversidad uruguaya.
Se inició en aguas oceánicas nacionales la primera expedición de National Geographic con el fin de investigar los hábitats marinos -su fauna, flora, etc.- utilizando equipos profesionales como nunca antes se había hecho.
La iniciativa forma parte del Proyecto Océanos Sanos que, desde 2008 a la fecha, ha logrado generar 4.5 millones de kilómetros cuadrados de áreas protegidas marinas en todo el planeta.
Su importancia de múltiple. Nadie desconoce que los mares y océanos atraviesan una crisis creciente, que afecta sus equilibrios y deteriora su salud, poniendo en riesgo a la humanidad. La contaminación creciente, la sobrepesca imparable, el cambio climático son elementos que coadyuvan de manera significativa a su degradación.
Es así que la Organización Conservación de Cetáceos (OCC) de nuestro país presentó una propuesta el año pasado para crear la primera áreas marina protegida, como una de las medidas para proteger la biodiversidad nacional. Nuestro océano constituye un caso singular en materia de conservación porque tenemos un desconocimiento casi total de sus características; de sus debilidades y potencialidades.
Es un terreno casi inexplorado que dejará de serlo tomando en cuenta las enormes posibilidades técnicas disponibles, que incluyen entre otras, la utilización de cámaras submarinas capaces de realizar registros a profundidades de hasta 7 mil metros.
Pero, no nos confundamos cuando nos enteramos de estas iniciativas. La creación de áreas marinas protegidas no es algo decorativo sino que aporta enormes beneficios. Además de ayudar a reducir la pérdida de biodiversidad, su conservación también contribuye de manera significativa a mitigar los efectos negativos del cambio climático, posibilita que la producción de alimentos se torne sostenible, así como de un sinnúmero de actividades asociadas que generan puestos de trabajo y actividades impulsoras del desarrollo local y nacional.
Para nuestro país esta investigación generará un volumen de conocimientos crítico que permitirá saber dónde estamos parados.
No se trata de establecer solamente el estado de situación de la riquísima fauna que allí habita (ballenas, delfines, tiburones, tortugas, peces, aves, lobos e invertebrados), sino también de los arrecifes de corales y cañones submarinos presentes, así como del estado de salud de los ecosistemas que integran al océano uruguayo.
Este viaje de investigación -que desde luego cuenta con la participación de investigadores uruguayos- pretende evaluar qué zonas merecen ser protegidas.
Elaborará un informe científico que será presentado al gobierno nacional, a las intendencias de Rocha y Maldonado, y compartido con la comunidad científica y el público en general.
A partir de allí estarán dadas las condiciones para que Uruguay considere con seriedad y fundamentos científicos la conveniencia de crear la primera área marina protegida, con la plena conciencia de que se está pensando en el presente y futuro de todos.
La ciencia tiene mucho que aportar en esta dirección, y seguramente a partir de ese sólido pilar la responsabilidad y el sentido común señalarán el camino correcto a seguir.
Columna publicada en el diario El País de Montevideo el 14.4.2021