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Jueves, Noviembre 21, 2024

Traducción Gabriel Humberto García Ayala

 

En el amanecer de la navidad de 1451, cuando estaba inmerso en un profundo sueño, Françoise Villon, poeta y malhechor, tuvo un sueño. Soñó que era una noche de luna llena y que atravesaba un campo desolado. Se detuvo a comer un pedazo de pan que sacó de su bolsa y se sentó sobre una piedra. Miró el cielo, y sintió un gran desconsuelo. Después prosiguió su camino y llegó a una posada. La casa estaba oscura y en silencio, quizá todos dormían. Françoise Villon tocó con insistencia la puerta y le abrió la mujer del posadero.

¿Qué buscas a esta hora viajero?, dijo la mujer del posadero iluminando con la antorcha el rostro de Villon.

Busco a mi hermano, respondió Françoise Villon, lo vieron por última vez en estos sitios y quiero encontrarlo.

Entró en la posada oscura, iluminada solamente por una débil hoguera, y se sentó a una mesa.

Quiero carne de cordero y vino, ordenó, y esperó. La mujer del posadero le llevó un plato con frijoles hervidos y una jarra de sidra. Es todo lo que tenemos esta noche, dijo, consuélate viajero porque los guardias deambulan en estos distritos y han terminado con toda nuestra comida.

Mientras Villon comía entró un anciano con el rostro cubierto de harapos. Era un leproso, y se apoyaba en un bastón. Villon lo miró y no dijo nada. El leproso se sentó en otro lugar de la habitación, cerca de la hoguera, y dijo: me han dicho que buscas a tu hermano.

La mano de Villon tomó rápidamente el puñal, pero el leproso lo detuvo con un gesto. Yo no estoy con los guardias, dijo, estoy con los malhechores y puedo llevarte con tu hermano. Se acercó a la puerta apoyándose en su bastón y Villon lo siguió. Salieron al frío de invierno. Era una noche clara y había nieve en los campos. A su alrededor había una tierra árida bordeada por un contorno negro de colinas cubiertas de bosques. El leproso tomó un sendero y con trabajos se dirigió a las colinas. Villon lo seguía, y mientras tanto, por seguridad, tenía la mano en el puñal. Cuando el camino se puso cuesta arriba el leproso se detuvo y se sentó sobre una piedra. De su bolsa sacó una ocarina y comenzó a tocar una música nostálgica. De vez en cuando se interrumpía y cantaba algunas estrofas de una balada pícara que hablaba de violaciones y malhechores, de robos y de policía. Villon lo escuchaba y lo estremecía, porque sabía que aquella balada le concernía. Y entonces sintió una especie de miedo que se apoderó de sus entrañas. Pero, ¿de qué tenía miedo? No lo sabía, porque no tenía miedo de los policías, no tenía miedo de la oscuridad ni del leproso. Y sintió que aquel miedo era una especie de arrepentimiento y de un dolor sutil.

Después el leproso se levanto y Villon lo siguió hacia el bosque. Cuando llegaron al primer árbol Villon vio que de una de las ramas colgaba un hombre. Tenía la lengua de fuera, y la luna iluminaba lívidamente el cadáver. Era un desconocido, y Villon siguió adelante. También del árbol vecino pendía un colgado, también era un desconocido. Villon miró alrededor y vio que el bosque estaba pleno de cadáveres que colgaban de los árboles. Los miró uno a uno, con serenidad, moviéndose entre los pies que oscilaban con la brisa, hasta que encontró a su hermano. Lo descolgó cortando la cuerda con el puñal y lo puso sobre la hierba. El cadáver estaba rígido por la muerte y por el hielo. Villon lo besó en la frente. Y en aquel momento el cadáver de su hermano habló. La vida está llena de mariposas blancas que te esperan, hermano mío, dijo el cadáver, y son tus larvas.

Villon levantó la cabeza confundido. Su compañero había desaparecido y del bosque, como un gran coro fúnebre cantado en sordina, se alzaba la balada que cantaba el leproso.

Françoise Villon. Nació en 1431 y es incierta la fecha de su muerte. Se llamaba Françoise de Montcorbier, y asumió el nombre del tutor que había desempeñado el papel de su padre. Fue un hombre de vida desordenada y turbulenta, asesinó a un sacerdote en una riña. Participó en hurtos y rapiñas. Tuvo una condena a muerte que después se conmutó en exilio. En sus baladas celebró la jerga de los criminales con los que convivía, y con El testamento cantó al amor y a la muerte, al odio, a la pobreza, al hambre, a la mala vida y al arrepentimiento.

 

 

 

 

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“pálido.deluz”, año 11, número 160, "Número 160. Cambio Climático: inercias, avances y retrocesos. (Enero, 2024)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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