Desde el Acuerdo de París (COP 2015) en que se planteara como objetivo fundamental el que la temperatura del planeta no sobrepase los 1.5 grados Celsius, en materia climática no ha habido un avance sólido a pesar de la agudización de eventos catastróficos en intensidad y frecuencia del tipo que devastó al principal puerto mexicano de Acapulco, Guerrero, o la profunda sequía e inundaciones que amenazan con destruir la Amazonia en Brasil, entre otras situaciones límite en casi todo el planeta.
Esta COP28 se realizó en el año más caliente del que se tengan registro, paradójicamente en Dubái, una de las ciudades de los siete Emiratos Árabes, que prosperan del gas y del petróleo, por lo que tiene grandes intereses en seguir expandiendo estos negocios por encima de todo riesgo existencial para la vida en el planeta.
En Dubái se conjuntan el poder de las élites y su derroche energético junto con un entramado de intereses corporativos vinculados a los combustibles fósiles –automotor, navegación, aviación, civil y militar etcétera– que se hicieron presentes en la reunión con un ejército de cabilderos a los que se responsabiliza de frenar los acuerdos y compromisos que se requieren para no sobrepasar ese 1.5 °C de temperatura planetaria.
Los países más ricos del planeta y las grandes corporaciones de los combustibles fósiles de ese entramado industrial capitalista no cumplen con sus compromisos hacia una justicia climática.
Como han señalado Oxfam, el diario The Guardian y el Instituto Ambiental de Estocolmo en su informe The Great Carbon Divide, sobre la conexión entre desigualdad económica y cambio climático, las emisiones del uno por ciento de los más ricos del planeta equivale a 66 por ciento de los más pobres a nivel global, sin olvidar las desigualdades dentro de los propios países, donde en promedio el 10 por ciento de los más ricos emiten hasta 40 veces más que el 10 por ciento más pobre (Fresneda, www.elmundo.es, 22 de nov. de 2023).
Dubái, como ciudad, expresa ese despilfarro de los recursos de la tierra ya que cuenta con islas artificiales, hoteles de lujo, entre ellos el más alto del mundo y como dice Sara Serrano existen pistas de esquí artificiales en una ciudad que alcanza 50 grados de temperatura en verano, y extensos campos de golf construidos en pleno desierto, (La Base, 12/12/23).
Un hecho que ha dificultado llegar a acuerdos firmes, según la organización Ecologistas en Acción, es el conflicto de intereses que existe en reuniones como la de Dubái. No es nueva la elección de un país con intereses fósiles y con gobiernos fuertemente vinculados con grandes empresas trasnacionales. Recuerdan al respecto que el país que más cumbres ha alojado es Polonia, que protege a la industria carbonera y bloquea importantes decisiones climáticas a nivel europeo (COP28 Intereses fósiles, desconfianza entre países y lucha por la hegemonía mundial. Ecologistas en Acción, nov. 2023).
Otro punto muy disruptivo es la presencia masiva de cabilderos ( lobbistas) representantes de las grandes corporaciones de gas y de petróleo en las COPS, quienes bloquean toda propuesta para regular los gases de efecto invernadero (GEI).
Según señala Manuel Novik del medio independiente ecuatoriano Plan V (planv.com.ec, 5/12/2023) algunos grupos ambientalistas como Kick out Great polluters.org examinaron una lista de las casi 100 mil personas presentes en la COP28, encontrando cientos de representantes de la industria de los combustibles fósiles. De esta lista estaban inscritos al menos 600 cabilderos representando a Chevron, Exxon Mobil, Shell, la gigante rusa Gazprom, BP (British Petroleum) y el American Petroleum Institute, que ha gastado más de 127 millones en cabildear.
Además de que muchos de estos negociadores de empresas petroleras estatales llegan como parte de las delegaciones oficiales, hay un número de cabilderos no inscritos cuya presencia fue cerca de cuatro veces mayor que en la COP27, superando en número a las delegaciones de los países asistentes llegando a los 2 mil 456 en lo que significa una creciente injerencia corporativa en estos encuentros.
Los más grandes contaminadores no deben tener permitido ecoblanquearse a sí mismos y, de forma literal, comprar su redención en una crisis que ellos han ocasionado. (Ecologistas en Acción).
Según un texto de la agencia IPS dado a conocer por piedepagina.mx, América Latina ha puesto el acento en las deudas de los países ricos con el planeta, a los que acusa de seguir fomentando y acumulando riquezas por la producción a base del petróleo, gas y carbón.
Como lo dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no es posible enfrentar el cambio climático sin combatir las desigualdades: “El planeta está harto de acuerdos climáticos no cumplidos, de metas de reducción de emisiones de carbono descuidadas… La cuenta climática no es la misma para todos”.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, señaló que “el capitalismo se resiste a desvalorizar la riqueza propia de sus sociedades basadas en la producción y consumo de carbono; los Estados de los países ricos no pueden ni desean desvalorizar su capital fósil… llevando a la humanidad a esta crisis: Hoy se emite 12 por ciento más CO₂ (dióxido de carbono) en el mundo que en 2010”.
Sin olvidar el contexto en que se da esta cumbre y que es la continuación de los bombardeos en Gaza contra la población civil, Petro enfatiza que el genocidio y la barbarie desatada sobre el pueblo palestino es lo que le espera al éxodo de los pueblos del sur desatado por la crisis climática, lo que rompería de manera irreversible” los pilares que sostienen la existencia de la vida humana”. A lo que yo agregaría hay que salvar la vida en todo el planeta.
Este escenario de éxodo masivo desde el sur tiene implicaciones más profundas. Como lo señaló Petro: Esa ruptura será desigual, pues la mayor parte de las víctimas climáticas, que serán miles de millones, estarán en los países que no emiten GEI.
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