PDFMatamos lo que amamos
Lo demás no ha estado vivo nunca.
Rosario Castellanos
I
Al tocar tierra, la tormenta tropical Otis se transformó en un huracán categoría 5 y azotó las costas del pacífico mexicano, dejando caos y muchos desastres en el puerto de Acapulco, Guerrero. Al enterarse, el profesor César Labastida seleccionó diversas notas, fotografías y reportajes para incluirlos en su archivo de casos que evidencian el cambio climático en el planeta.
El interés que el profesor Labastida adquirió por los fenómenos naturales y culturales asociados al cambio climático, se lo debe a una conferencia que escuchó de su colega Rafael Tonatiuh en un Congreso de Investigación educativa en el que el entrañable Doctor describía casos emblemáticos donde las catástrofes demostraban que la influencia humana y la dinámica del planeta estaban generando una transformación que ponía en riesgo la vida en el planeta, particularmente a la humanidad y otras especies animales y vegetales.
Un mes después del huracán, en diciembre, César Labastida presenció otra catástrofe, pero de características distintas a los acontecimientos naturales acostumbrados, y asociado indirectamente al cambio climático. El desastre tuvo lugar en Villahermosa. Frente a los ojos de dos mil y pico de asistentes se desmoronó el mundo académico de la educación en México. Pasó un torbellino descomunal que puso en evidencia la preeminencia de intereses mercantiles en la Academia supuestamente centrada en educación: el nivel de precios y costos fue excesivo, ahogando a muchos asistentes; la carencia de internet provocó aislamiento e incomunicación; la escasez de transporte entre las sedes del Congreso se prestó a la especulación y abuso de los choferes, de tal manera que los retrasos y reprogramaciones en las actividades del evento fueron la constante; la asistencia a las mesas de ponencias fue disminuyendo conforme pasaron los días; el agua y el café se cotizaron a un valor equivalente a una piedra preciosa; se experimentó una extinción inusual de ponentes y asistentes a conferencias, simposios y mesas de discusión…
El profesor César Labastida piensa con terror que está atestiguando el apocalipsis de la especie humana.
II
César Labastida Esqueda continúa leyendo cinco periódicos al día. A veces persigue, en forma detectivesca, algún caso durante días o semanas: Desaparecidos, asesinatos, campañas políticas (que ya le aburren, aún las negras, por lo predecible), un equipo deportivo, etc. Recorta la noticia y va pegando lo que encuentra en un cuaderno. Escribe lo que piensa debajo de cada recorte.
En noviembre, siguió invariablemente dos notas que desde hace muchos años ya preveía: los por menores, novedades y chismes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y lo que estaba pasando en la Conferencia Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que es andariega por los continentes del planeta Tierra. Y en esta ocasión la Conferencia de las partes (COP) número 28, que se desarrolló en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.
Así, Cesar Labastida, de ocupación docente y lector de diarios, encuentra el artículo de Jose Blanco, titulado Gatopardismo en Dubái (La Jornada, 19 de diciembre, 2023, 15 p.) que cita el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el 20 de marzo 2023:
“La quema de combustibles fósiles y el uso desigual e insostenible de la energía y las tierras durante más de un siglo han provocado un calentamiento global de 1.1 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales… Cada aumento del calentamiento se traduce en peligros que se agravan rápidamente… En todas las regiones, el calor extremo está causando la muerte de personas. Se prevé que la inseguridad alimentaria y la inseguridad hídrica asociadas al clima se incrementarán debido al aumento del calentamiento. La justicia climática es crucial porque quienes menos han contribuido al cambio climático se ven afectados de forma desproporcionada… Casi la mitad de la población mundial vive en regiones que son muy vulnerables al cambio climático. En la última década, el número de víctimas mortales como consecuencia de inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces más alto en las regiones muy vulnerables”
César se pregunta, después de recortar y pegar el artículo, al bote pronto: ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta, no como expertos sino como especie común y corriente que no vamos en el camino correcto? ¿Qué tiene que pasar más allá de lo ocurrido en el puerto de Acapulco este año para tomar medidas de contención más radicales? ¿Habrá vida más allá de la era del petróleo? ¿A qué temperatura llegaremos en los años por venir y cuáles serán los efectos de bumerang de la naturaleza?
