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Miércoles, Mayo 08, 2024

Como docente, vivirás situaciones que tocaran lo más profundo

del niño o del adolescente que fuiste…

(Anónimo)

 

Abstract

 

A partir de la experiencia docente se narran algunas momentos en relación con el desarrollo emocional de los adolescentes en secundaria, tarea compleja en la labor profesional para acompañar a las y los estudiantes en una etapa fundamental para la formación del ser humano y su forma de relacionarse con los otros en virtud de que la adolescencia enfrenta un contexto donde los valores, las formas de adquirir conocimiento, los cambios en las formas de percibir el tiempo y el espacio  han cambiado.

 

 

No pensé terminar trabajando para adolescentes, porque fue la etapa más terrorífica de mi vida, carente de colores, llena de regaños, de sueños coartados ante la verticalidad de la escuela. Así es como recuerdo la secundaria, anécdotas que prefiero borrar de mi memoria y quedarme con la adolescente que soñaba con ser “alguien en la vida”.

 

Regresar a la escuela secundaria, en calidad de profesora, es un reencuentro conmigo misma, porque tal vez muchas cosas quedaron inconclusas y por el respeto y el amor que le tengo, hoy vuelvo a mirar a todos esos jóvenes que se sientan frente a mí cada día. La vida ha cambiado mucho, hay que descifrar ahora lo que es la diversidad, porque de un grupo a otro hay tantas historias de vida que pueden romper todas aquellas creencias con las que creces o para las que no te prepara la formación inicial. Tal vez, ni el propio Freud o Piaget, imaginarían como es que ha llegado a ser la sociedad contemporánea.

 

El mundo en que vivimos ha hecho que verdaderamente se conciba una educación integral, en la que lo cognitivo es igual de importante que el desarrollo emocional, porque pone al centro la importancia del bienestar personal para tener una convivencia pacífica en la interacción con los otros. Por lo menos en el discurso está presente, el reto es hacerlo realidad en cada aula de cada escuela.

 

Desde la reforma educativa de 2017, se incorporó el espacio de Educación socioemocional sin saber, que años después vendría una pandemia que llevaría al confinamiento del mundo entero y que haría resaltar aún más la importancia del conocer y entender nuestras emociones. Ahí al interior de los hogares y en el mejor de las casos, con un vínculo a distancia con la escuela, descubrimos nuevas situaciones en las que verdaderamente la emociones estarían a flor de piel, las y los docentes para aprender en poco tiempo a usar otros dispositivos, aplicaciones y recursos para llevar a los hogares experiencias de aprendizaje y al estudiantado para adquirir autonomía y responsabilidad.

 

Los docentes que somos parte del siglo XX y primeras décadas del siglo XXI sabemos que la constante ha sido una serie de transformaciones en todos los ámbitos sea económico, político, social y cultural, en donde de acuerdo con el espacio en que creces tendrás una forma de vida que estará permeada por tus creencias, la identidad, la lengua, la condición de migrante, de discapacidad u otras particularidades. La adolescencia no será la misma para el ámbito rural que para el urbano, o por otras características del contexto que influirán como la pobreza, las redes sociales, la guerra, o una pandemia.

 

Para Morin (2001), el mundo es cada vez más un todo, pero a la vez más dividido, porque existen antagonismos entre naciones, religiones, modernidad/tradición, democracia/dictadura, ricos/pobres, norte/sur, este/oeste. Llega a la conclusión que necesitamos el desarrollo no sólo económico, sino también intelectual, afectivo y moral para que pueda producirse el progreso y la supervivencia de toda la humanidad. (Citado en: Colom, J y Fernández,2009. p:4)

 

Es por lo que la importancia de las emociones se traducirá en la educación socioemocional, como aquellas herramientas que permiten a las personas entender y regular sus emociones, comprender las de los demás, sentir y mostrar empatía por los otros, establecer y desarrollar relaciones positivas, tomar decisiones responsables, así como definir y alcanzar metas personales. (Casel 2017, citado en Hernández, M; Trejo, Y; y Hernández M. 2018.p:89)

 

En la etapa adolescente la necesidad de la educación emocional es ineludible porque como docentes debemos tener presente que educar es ir más allá de la transmisión de contenidos. Esta etapa es un momento clave para el crecimiento emocional en el cual las y los adolescentes experimentan grandes cambios, como la aceleración de su desarrollo físico, la preocupación por su aspecto, la madurez sexual, la búsqueda de la identidad personal, la elaboración del autoconcepto, la rebeldía respecto al adulto, la importancia de la pandilla, los intereses profesionales, etc. los cuales generan una gran ambivalencia emocional. Todo ello, justifica la relevancia de intervenir educativamente. (Pérez, N y Pellicer, I. 2015.p:2)

 

Durante la adolescencia, se presentan una serie de características como se puede ver en el siguiente esquema.

 

 

Pero cómo podemos trabajar estas características para que puedan redituar en un adecuado desarrollo socioemocional, si muchas veces como adultos no podemos regularnos a nosotros mismos. Sin duda el compromiso en la educación de las y los adolescentes está conformado con lo que podemos aportar desde la escuela y por supuesto con las familias.

 

Cómo recuerdas cuando eras estudiante la formación que tuviste en la educación secundaria en relación con la que ahora como docente impartimos. Yo recuerdo un docente que en ese entonces consideraba “un adulto o un anciano siempre envuelto con una bufanda de cuadros hasta la nariz” que se limitaba a pedirme conceptos de memoria, a que transcribiera lo que estaba en el libro y a quien no se debía cuestionar. Realmente sigo sin entender muchos contenidos a los que nunca les vi una aplicación en mi vida cotidiana. No hubo un disfrute del aprendizaje ni una conciencia de lo que era capaz de hacer. Al respecto Bethencourt, M y Villegas M (2011) refieren que la escuela se ha quedado rezagada con respecto a la necesidad social y humana de formar personas competentes para: lidiar con las situaciones que se le presentan en su contexto; construir y reconstruir significados (en forma conjunta docentes y estudiantes) de procesos formativos socialmente situados, reconociendo que “…las construcciones personales se realizan a través de experiencias de aprendizaje que, a su vez, tienen un carácter socialmente compartido, es decir, cultural” (Cubero Pérez, Cubero Pérez, Santamaría Santigosa, Mata Benítez, Ignacio Carmona y Prados Gallardo, 2008: 74).

 

Habría que preguntarnos qué tan lejos ha quedado la educación que tuvimos de la que ahora vivimos en el día a día de nuestra labor docente. Independientemente de la asignatura que impartimos, es importante estar en el contexto de saber atender las situaciones que se presenten. Hace años, me enfrenté con la tarea de cómo poder vincularme con una alumna que, al inicio del ciclo escolar, llegó con la emoción de estar en la secundaria y de ser parte de la escuela en la que muchas generaciones de su familia habían estado. Al poco tiempo, se empezó a ausentar, continuas idas al médico y después el aviso que había sido internada. En ese tiempo yo contaba con más de 500 alumnos que debía atender, parecería que la ausencia de una de ellas pudiera no ser algo extraño, sin embargo, llegó un aviso, ella estaba diagnosticada con cáncer y ahora deberíamos tener comunicación con ella mediante la revisión de tareas que le dejáramos y la revisión de sus cuadernos.

 

Siempre que vi sus cuadernos, observé dedicación y sorpresa de cumplir con lo que podía solicitarle, buscando no exceder las fuerzas que ella tenía. Letra impecable, dibujos elaborados, un deseo de aprender. Pasaron algunos meses y un día, nos llamaron a la dirección, porque habíamos recibido una visita. Era ella, extremadamente delgada, ojerosa, con una gorrita que cubría la ausencia de cabello. Deseaba ver a sus maestros de secundaria. Al entrar, todos quedamos impactados y no nos atrevíamos a saber qué decir… Hasta que la saludé y le pregunté cómo estaba, ella sonrió y sus lágrimas asomaron por su rostro. Ninguno de sus docentes estábamos preparados para esta experiencia. Transcurrieron meses, y un día recibimos la noticia de que había muerto.

 

Narro esta experiencia aún con la emoción y la tristeza de que no estamos preparados para todo cuando egresamos de la Normal o bien nos incorporamos a una escuela, donde nuestro trabajo será no solo impartir una asignatura, sino lidiar en forma positiva con jóvenes a los que no sabemos qué les puede deparar la vida y si realmente seremos recordados por el teorema de Pitágoras, por la gramática, por los experimentos en el laboratorio, por los pasteles que se cocinaron en el taller o bien, por el día que tuvimos una sonrisa o una palabra amable en su día.

 

Cada vez el contexto se ha hecho más complejo, porque incluso ahora el termino de adolescencia ha cambiado y el periodo que abarca puede ser incierto, pues incluso hay adultos que son o que seguimos siendo “adolescentes tardíos”.

 

Las y los docentes, en nuestras trayectorias, seguro estamos cargados de historias o anécdotas ya sea con las y los adolescentes, las familias, los directivos o nuestros pares estarán presentes para recordarnos aspectos por los cuales podemos sentirnos felices, orgullosos o tristes.

 

Qué es lo que podemos aportar a las y los estudiantes con los que compartimos los meses de un ciclo escolar, cómo apoyar a nuestro alumno de origen indígena, migrante, con discapacidad o que vive en una familia disfuncional. Tal vez la misión va más allá de una asignatura, está en formar para la vida y que eso que se lleven sea justo la riqueza que les permitirá lidiar en diversos ámbitos de su vida.

 

Gaete, Verónica (2015) menciona como tareas vitales en esta etapa el atender:

  1. La búsqueda y desarrollo de la identidad. Refiere a las preguntas: ¿Quién soy? y ¿qué deseo hacer? Las implicaciones que se tendrían son el que se tenga una aceptación del propio cuerpo, el conocimiento y aceptación de su personalidad, identidad sexual, la identidad vocacional y que se defina por parte del y la adolescente su filosofía de vida y valores propios.
  2. El logro de la autonomía. ¿Cómo valerme por mí mismo en forma responsable? Refiere a la separación gradual que el o la adolescente va teniendo de su familia lo que generalmente se manifiesta en rebeldía hacia esta figura y el surgimiento de lazos afectivos fuertes con amigos o de noviazgo. La autonomía refiere a la toma de decisiones informadas y responsables, asumir funciones al interior de su familia y otras tareas propias de los adultos como el poder tener un sustento propio.
  3. El desarrollo de la competencia socioemocional. ¿Cómo regular mis emociones y relacionarme con las y los otros? Refiere a la capacidad de manejar y autorregular las emociones y de relacionarse afectivamente con los otros para una convivencia pacífica.

 

Durante la educación secundaria, las y los docentes hemos hecho consciencia de la importancia que tienen las emociones en el aula, puede ser que una clase se desenvuelva con más de cincuenta adolescentes y fluya en armonía o bien termine en desastre con las emociones de estudiantes y docente a flor de piel.

 

El grupo y el ambiente en el que se dan las clases influirá de manera especial en el rendimiento académico, las relaciones y el nivel de autoestima y motivación, que tenga el alumnado. Así un grupo poco integrado en el que se dan casos de acoso y exclusión tendrá alumnos con mayores niveles de estrés, peores notas y menor motivación que otra clase en el cual exista un clima de convivencia pacífico y el grupo este cohesionado. Actualmente se están estudiando estos fenómenos a través del constructo inteligencia emocional. (Morales, 2019)

 

Algunos aspectos por considerar para tomar medidas en las que podamos favorecer los aprendizajes de las y los adolescentes radican en promover un marco de convivencia pacífica y democrática en la que la escuela siga representando un espacio donde los jóvenes puedan sentirse incluidos, donde se toman en cuenta sus aportaciones y opiniones, sin ser descalificadas, para que puedan ser parte de una escuela donde encuentran seguridad, confianza y respeto.

 

Para ello es conveniente incluir a las familias en participar en actividades dentro de la escuela para poder fomentar la convivencia en el contexto donde sus hijos e hijas se forman para la vida. No solo que sea el asistir a recoger calificaciones, sino a tomar una clase, a participar en un taller, a convivir y conocer a los integrantes del grupo, a las amigas y amigos que tienen sus hijos. La escuela ha cambiado, pero sigue siendo fuente de convivencia y de formación para la ciudadanía.

 

Lo interesante es que podamos tener la sensibilidad y empatía para poder poner en juego nuestros sentidos e identificar lo que en forma viable podemos abordar para tener un mejor conocimiento de las y los adolescentes. A veces es importante que de esos 50 minutos que tenemos de clase podamos utilizar algunos minutos para poder escuchar e identificar las emociones. Aún recuerdo, un salón de clases con un alumno que siempre se caracterizó por su rebeldía y su apatía hacia las clases, un día lleve hojas para que pudieran escribir un recuerdo que los hiciera sentir bien, al principio pensé que no quería participar, pero se acercó y tomó una hoja, todos y todas presentaron sus narraciones y el también quiso participar, su hoja estaba ilustrada con una fogata y escribió que esa fogata le recordaba un día que estaba cerca de la niña que le gustaba, sentir el calor de la fogata y mirarla en silencio para él eso era “el amor”. En ese momento, supe que el se sintió bien de recordar ese momento y yo, y todos en el grupo nos sentimos bien de escucharlo y compartir algo bello en su vida. Ojalá tuviéramos muchos momentos en donde hacer “clic” con todas y todos los estudiantes.  

 

 

 

Referencias

 

  • Bethencourt,M y Villegas M (2011) El alumno humano adolescente. Una lectura desde el aula de educación media.
  • Colom, J y Fernández (2009) Adolescencia y desarrollo emocional en la sociedad actual. International Journal of Developmental and Educational Psychology. INFAD, año XXI. Número 1 (2009. Vol. 1)
  • Gaete, Verónica (2015) Desarrollo psicosocial del adolescente. Revista Chilena de Pediatría.
  • Hernández, M; Trejo, Y; y Hernández M. (2018) El desarrollo de habilidades socioemocionales de los jóvenes en el contexto educativo. https://www.inee.edu.mx/wp-content/uploads/2019/05/10AlDia.pdf
  • Morales, Indira. (2019) La educación socio-emocional: ¿una necesidad para la salud mental de los adolescentes españoles?

https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/687915/morales_calvo_indiratfg.pdf?sequence=1

  • Pérez, N y Pellicer, I. (2015) Necesidad de desarrollo emocional en la adolescencia. Comunicación presentada a Congreso on‐line de Equipos de Orientación Educativa, Sevilla, Espanya. Mayo‐junio 2015.

Sacapuntas

Ernesto Sábato

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

La Clase

Dr. Laura Rodríguez Andalon, Dr. Claudia González López, Lic. Verónica Gómez Barbosa, Dr. César Camacho
José de Jesús González Almaguer y Norma O. Matus Hernández

Usos múltiples

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Orientación educativa

Mirador del Norte

G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D

Tarea

Gabriel Humberto García Ayala
Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
Melody A. Guillén
“pálido.deluz”, año 10, número 149, "Número 149. Los entresijos de la titulación y las tesis en educación superior. (Febrero, 2023)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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